domingo, 8 de agosto de 2010

Parshat Shoftim: Justicia como Amor

Justicia es el tema principal de la porción de esta semana, shoftim (jueces). Nuestros Sabios dicen que “el mundo se sustenta en tres cosas: justicia, verdad y paz” (Pirké Avot 1:18) como está escrito, Verdad y un juicio de paz administraréis en vuestras puertas” (Zacarías 8:16). Es en esta declaración que debemos comprender el contexto de shoftim. Juicio es la aplicación de justicia, y esta es la acción correcta a hacer, por lo tanto haciendo lo correcto en verdad hacemos justicia. Aunque la palabra puede sugerir “ley”, su significado está relacionado con hacer prevalecer la verdad como fundación de la paz. “No pervertirás la justicia, no mostrarás favoritismo, y no tomarás sobornos porque el soborno ciega los ojos del sabio y pervierte las palabras de los justos” (Deuteronomio 16:19)

Hacer lo correcto es actuar con y por la verdad, la cual abraza los caminos y atributos de Amor, contrarios a la agenda de ego que manipula (perversión de la justicia), persigue el interés personal (favoritismo), y la corrupción tras las ilusiones y fantasías materialistas (sobornos) a cualquier costo (perdiendo la verdad de Amor).

La porción continúa refiriéndose a la idolatría como lo que nos hace separar de los caminos y atributos de nuestro Creador. Idolatría como las máscaras que quiere usar el ego para cada aspecto de nuestras vidas. Sabios místicos comentan sobre este versículo: “Cuando alguna cosa te fuere oculta en juicio entre sangre y sangre, entre causa y causa, y entre llaga y llaga, en negocios de litigio en tus ciudades; entonces te levantarás y recurrirás al lugar que el Eterno tu Dios escogiere” (17:8), diciendo que nuestras “ciudades” representan los aspectos de la conciencia que debemos vigilar para mantener su equilibrio y expresión armónica. También señalan que las puertas de esas ciudades son siete en la cabeza (oídos, ojos, nariz and boca) y dos en la parte inferior del cuerpo, y que todas deben ser guiadas con justicia, o sea con los modos y atributos de Amor.

En suma, tenemos que conducir cada aspecto, dimensión y expresión de nuestra conciencia en la dirección de Amor. Como hemos mencionado en comentarios anteriores, nuestra conciencia superior de conexión con Dios (representada por el Sumo Sacerdote) es el mejor “juez”: “Y vendrás a los sacerdotes levitas, y al juez que fuere en aquellos días, y preguntarás; y te enseñarán la sentencia del juicio. Y harás según la sentencia que te indicaren los del lugar que el Eterno escogiere, y cuidarás de hacer según todo lo que te manifestaren” (17:9-10) 

El conocimiento de Amor como nuestra permanente conexión con el Creador es el mejor juicio que podemos tener para confrontar las ilusiones del mundo material. Cuando Amor conduce cada aspecto de nuestras vidas, la verdad y la paz prevalecen dentro de nosotros como individuos y como comunidad.

La porción menciona adivinación, hechicería y otros tipos de sortilegios como los medios más bajos para controlar las fuerzas de la naturaleza, y transgredir los caminos y atributos del Creador (18:10-12, 14); y “Serás incondicional con el Eterno tu Dios” (18:13) Si Amor es nuestro sustento de Dios, ¿por qué perseguir los espejismos de las fantasías e ilusiones de ego? Como vemos, las decisiones son sólo nuestras y también sus consecuencias. 

El texto prosigue con una reiteración de las ciudades de refugio (19:2-21), donde los levitas están a cargo de traer de vuelta a los caminos y atributos del Creador aquellos que han transgredido contra su prójimo. Nuestros Sabios enseñan que cada hombre, por el hecho primordial de ser imagen y semejanza de Dios no es malvado. Cualquier crimen que pueda cometer es resultado de su ignorancia, por lo tanto debe ser educado con las enseñanzas de la Torá. Este es uno de los principios del judaísmo. Las ciudades de refugio son lugares designados directamente por el Creador para rehabilitar a quienes caigan en las tendencias negativas de la conciencia. Este es uno de los Mandamientos más preciados que hemos recibido, y debemos comprenderlo como parte del Amor de Dios que creó y sustenta todo.

El Amor de Dios lo aprendemos en Sus caminos y atributos, y las ciudades de refugio fueron designadas para ese propósito. Cuando no somos capaces de vivir armónicamente entre nuestros hermanos, necesitamos ser ayudados para redimirnos a nosotros mismos. Esta ayuda está disponible con aquellos que pueden guiarnos de vuelta a lo que somos en realidad: imagen y semejanza del Creador. La Torá los llama levitas, y nosotros los llamamos también el nivel más alto de la conciencia. Ellos representan el sublime conocimiento de que estamos siempre conectados con nuestro Dios, el conocimiento existencial de que somos Sus criaturas. 

En este conocimiento podemos regresar a nuestra verdadera identidad, y corregir, restaurar o rectificar nuestras transgresiones contra nosotros mismos y contra otros: “Y no perdonará tu ojo: vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pié por pié” (19:21) Nuestros Sabios enfatizan que esto no se trata de venganza o represalia, sino de restaurar, reponer o compensar por los daños causados por nuestras acciones negativas.

La porción concluye con el versículo: “Y abolirás el derramamiento de sangre inocente de entre ti, porque harás lo que es correcto ante los ojos del Eterno” (21:9), invitándonos a reflexionar sobre el valor de la vida, para protegerla y santificarla de acuerdo a la voluntad de Dios, mediante los caminos y atributos de Amor.

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.