Nuestros Sabios dicen que el verbo "ver" tiene varias connotaciones importantes en hebreo. Además de significar lo que hacen los ojos, también quiere decir conocer, porque es común presumir que conocemos algo cuando lo vemos tal como es: "Y
(el Eterno) se apareció (lit. lo vio) a él [Abraham]" (Génesis
18:1) En este sentido es mejor ver algo que oír acerca de ello,
porque ver es saber.
En el contexto bíblico "vemos" al Amo del Universo cuando
venimos a Jerusalén (al Templo) a traer nuestras ofrendas, y este es
probablemente el más profundo significado de este verbo: tenemos
ojos con el fin de ver,
de conocer a
nuestro Creador.
Entonces aprendemos que el Eterno vino a verlo (a Abraham) en su tienda, y más adelante leemos: "Porque Yo lo conozco [sé] que él enseñará a sus hijos, y a su casa y sus descendientes, para que ellos sigan el camino del Eterno, para hacer rectitud y justicia (…)" (18:19), las cuales son dos de los caminos y atributos del Creador y también de Amor. Igualmente son dos razones que Él nos da para vivir en este mundo. De esto trata hacer Su voluntad. Este versículo está abruptamente conectado con el siguiente para llamar nuestra atención a lo que es contrario a los caminos y atributos de Amor: "Y el Eterno dijo, 'Ya que el clamor de Sodoma y Gomorra se ha vuelto mayor, y ya que su pecado es muy grave, descenderé ahora y veré si de acuerdo al clamor de ella que ha llegado a Mí, ellos lo han cometido, destrucción; y si no, Yo sabré'." (18:20-21)
Al igual que en la generación del Diluvio, los habitantes del valle de Sodoma ya estaban "muertos" debido a su corrupción, y su destrucción estaba sobre ellos. Fuego Divino destruyó su maldad pero no completamente para Lot, el sobrino de Abraham, y sus hijas de quienes dos "naciones" asentadas en la tierra de Canaán nacerían después de tener relaciones incestuosas.
"Y Abraham tenía cien años cuando su hijo Isaac le nació. Y Sara dijo: 'Dios me ha hecho reír para que todo aquel que oiga [esto] reirá [Isaac en hebreo] conmigo [debido a mí]'." (21:5-6) Sabios místicos enseñan que este versículo profetiza la era Mesiánica, cuando "la tierra estará llena del conocimiento de la Gloria del Eterno, como las aguas llenan el mar" (Habacuc 2:14) y "la tierra estará llena del conocimiento del Eterno, como las aguas cubren el mar" (Isaías 11:9) ya que todos nos regocijaremos con el Amor de Dios completamente revelado en el mundo.
Esto podemos hacerlo siendo y manifestando los modos y atributos de Amor, porque es así como el Creador es con nosotros, como lo fue con Abraham: "Abimélej y Pijol, su general, dijeron a Abraham: 'Dios está contigo en todo lo que tú haces" (Génesis 21:22)
La porción prosigue con uno de los sucesos más significativos que determinan la relación entre Israel y el Creador: "Y él [Isaac] dijo: 'He aquí el fuego y la leña pero, ¿dónde está el cordero para el sacrificio?' Y Abraham dijo: 'Dios proveerá Él mismo un cordero para la ofrenda, hijo mío'. Y ellos ambos fueron juntos" (22:7-8) Isaac sabía que su padre ofrecería el sacrificio de un cordero después de que Isaac fuera la ofrenda misma para Dios, por ello preguntó por el cordero.
Estaba muy claro para ellos que sus vidas, al igual que todo lo que existe en la Creación, pertenecen a Dios; y esta es una condición fundamental para aceptar Su voluntad. Conociendo verdaderamente que Su Amor sostiene a toda Su Creación, estamos instados a confiar en Su Amor y en Su voluntad. Este conocimiento era inquebrantable en Abraham e Isaac, y es por ello que el versículo señala que "ellos ambos fueron juntos".
¿Debiera llamarse una prueba cuando se dice "que Dios probó a Abraham"? (22:1), ¿o un tanteo? Como hemos mencionado muchas veces en este blog, Amor no cohabita con nada diferente a este porque la vasija de Amor es Amor. Abraham e Isaac de hecho lograron convertirse en esa Verdad. ¿Somos también nosotros capaces de convertirnos en Verdad? Nuestros Patriarcas lo hicieron para que nosotros los emuláramos como el Pueblo Elegido que somos, por lo tanto debemos realizar este destino como la misión que nuestro Padre quiere de nosotros. Amor es la Luz del mundo, la Redención que debemos revelar entre la oscuridad de las ilusiones y fantasías de ego.
Una vez seamos conscientes de que Amor es la manifestación material del Amor de Dios que nos redime de nuestras peores penas, tristezas y dolores, seremos verdaderamente libres. Se ha dicho muchas veces en la Torá y las escrituras hebreas que la elección es sólo nuestra, y que debemos escoger la vida en vez de la muerte, Amor como Luz en vez de oscuridad. Así como somos capaces de crear tanto dolor y sufrimiento entre unos y otros, también somos capaces de crear felicidad y regocijo entre todos. Uno es el resultado de elegir las ilusiones de carencia que crea el ego y que nos hacen causar daño a nosotros mismos y a los demás, y el otro es lo que causamos en los demás cuando Amor es la causa.
El sacrificio de Isaac no se trataba de su vida o de su cuerpo sino de su total compromiso y entrega al Creador, para ser todo lo que Él quiere que seamos en el mundo que creó para nosotros. "Y Abraham puso de nombre a ese lugar Ado-nai Yiré [Dios verá, Dios se aparecerá], como se dice hasta hoy: 'En el monte Dios aparecerá [verá]'." (22:14) Es ahí donde está el Templo de Jerusalén (Yiré Shalem), el cual representa nuestro más elevado nivel de conciencia de nuestro Creador. Es el mismo lugar donde traemos nuestros propios modos y atributos de Amor como ofrendas, para que Dios "vea" nuestra imagen y semejanza de Él. Es ahí donde nos hacemos Uno con Él.
El Creador ya manifiesta Su Amor por toda Su Creación sustentándola en todo momento. Ahora somos nosotros quienes tenemos que elevar nuestro Amor a Él para que ambos Amores se encuentren y se conviertan en Uno. De hecho es este el lugar donde elevamos todos los aspectos y dimensiones de la conciencia a Su voluntad. Estos están representados por los diezmos traídos a los Sacerdotes (Kohanim) y Levitas, y los animales para ser sacrificados en el Templo.
Cada nivel de la conciencia debe estar conducido a hacer aquello que es sagrado (ese es el significado original de "sacrificio": hacer lo sagrado). Dios sabía que Abraham e Isaac estaban entregados a amarlo y servirlo con todo el corazón, con toda el alma y con todas las fuerzas.
En Vayeirá aprendemos otra vez que el Amor de Dios nos ve y nos reconoce por el Amor que somos y manifestamos cuando andamos en Sus caminos, cuando Amor está con nosotros en todo lo que hacemos tal como ocurrió con Abraham. Cuando vivimos esta Verdad individualmente y colectivamente la Redención ya está manifestada. Es entonces cuando todos nos regocijamos y reímos como lo hizo nuestra matriarca Sara cuando oyó que iba a tener un hijo.
Entonces aprendemos que el Eterno vino a verlo (a Abraham) en su tienda, y más adelante leemos: "Porque Yo lo conozco [sé] que él enseñará a sus hijos, y a su casa y sus descendientes, para que ellos sigan el camino del Eterno, para hacer rectitud y justicia (…)" (18:19), las cuales son dos de los caminos y atributos del Creador y también de Amor. Igualmente son dos razones que Él nos da para vivir en este mundo. De esto trata hacer Su voluntad. Este versículo está abruptamente conectado con el siguiente para llamar nuestra atención a lo que es contrario a los caminos y atributos de Amor: "Y el Eterno dijo, 'Ya que el clamor de Sodoma y Gomorra se ha vuelto mayor, y ya que su pecado es muy grave, descenderé ahora y veré si de acuerdo al clamor de ella que ha llegado a Mí, ellos lo han cometido, destrucción; y si no, Yo sabré'." (18:20-21)
Al igual que en la generación del Diluvio, los habitantes del valle de Sodoma ya estaban "muertos" debido a su corrupción, y su destrucción estaba sobre ellos. Fuego Divino destruyó su maldad pero no completamente para Lot, el sobrino de Abraham, y sus hijas de quienes dos "naciones" asentadas en la tierra de Canaán nacerían después de tener relaciones incestuosas.
"Y Abraham tenía cien años cuando su hijo Isaac le nació. Y Sara dijo: 'Dios me ha hecho reír para que todo aquel que oiga [esto] reirá [Isaac en hebreo] conmigo [debido a mí]'." (21:5-6) Sabios místicos enseñan que este versículo profetiza la era Mesiánica, cuando "la tierra estará llena del conocimiento de la Gloria del Eterno, como las aguas llenan el mar" (Habacuc 2:14) y "la tierra estará llena del conocimiento del Eterno, como las aguas cubren el mar" (Isaías 11:9) ya que todos nos regocijaremos con el Amor de Dios completamente revelado en el mundo.
Esto podemos hacerlo siendo y manifestando los modos y atributos de Amor, porque es así como el Creador es con nosotros, como lo fue con Abraham: "Abimélej y Pijol, su general, dijeron a Abraham: 'Dios está contigo en todo lo que tú haces" (Génesis 21:22)
La porción prosigue con uno de los sucesos más significativos que determinan la relación entre Israel y el Creador: "Y él [Isaac] dijo: 'He aquí el fuego y la leña pero, ¿dónde está el cordero para el sacrificio?' Y Abraham dijo: 'Dios proveerá Él mismo un cordero para la ofrenda, hijo mío'. Y ellos ambos fueron juntos" (22:7-8) Isaac sabía que su padre ofrecería el sacrificio de un cordero después de que Isaac fuera la ofrenda misma para Dios, por ello preguntó por el cordero.
Estaba muy claro para ellos que sus vidas, al igual que todo lo que existe en la Creación, pertenecen a Dios; y esta es una condición fundamental para aceptar Su voluntad. Conociendo verdaderamente que Su Amor sostiene a toda Su Creación, estamos instados a confiar en Su Amor y en Su voluntad. Este conocimiento era inquebrantable en Abraham e Isaac, y es por ello que el versículo señala que "ellos ambos fueron juntos".
¿Debiera llamarse una prueba cuando se dice "que Dios probó a Abraham"? (22:1), ¿o un tanteo? Como hemos mencionado muchas veces en este blog, Amor no cohabita con nada diferente a este porque la vasija de Amor es Amor. Abraham e Isaac de hecho lograron convertirse en esa Verdad. ¿Somos también nosotros capaces de convertirnos en Verdad? Nuestros Patriarcas lo hicieron para que nosotros los emuláramos como el Pueblo Elegido que somos, por lo tanto debemos realizar este destino como la misión que nuestro Padre quiere de nosotros. Amor es la Luz del mundo, la Redención que debemos revelar entre la oscuridad de las ilusiones y fantasías de ego.
Una vez seamos conscientes de que Amor es la manifestación material del Amor de Dios que nos redime de nuestras peores penas, tristezas y dolores, seremos verdaderamente libres. Se ha dicho muchas veces en la Torá y las escrituras hebreas que la elección es sólo nuestra, y que debemos escoger la vida en vez de la muerte, Amor como Luz en vez de oscuridad. Así como somos capaces de crear tanto dolor y sufrimiento entre unos y otros, también somos capaces de crear felicidad y regocijo entre todos. Uno es el resultado de elegir las ilusiones de carencia que crea el ego y que nos hacen causar daño a nosotros mismos y a los demás, y el otro es lo que causamos en los demás cuando Amor es la causa.
El sacrificio de Isaac no se trataba de su vida o de su cuerpo sino de su total compromiso y entrega al Creador, para ser todo lo que Él quiere que seamos en el mundo que creó para nosotros. "Y Abraham puso de nombre a ese lugar Ado-nai Yiré [Dios verá, Dios se aparecerá], como se dice hasta hoy: 'En el monte Dios aparecerá [verá]'." (22:14) Es ahí donde está el Templo de Jerusalén (Yiré Shalem), el cual representa nuestro más elevado nivel de conciencia de nuestro Creador. Es el mismo lugar donde traemos nuestros propios modos y atributos de Amor como ofrendas, para que Dios "vea" nuestra imagen y semejanza de Él. Es ahí donde nos hacemos Uno con Él.
El Creador ya manifiesta Su Amor por toda Su Creación sustentándola en todo momento. Ahora somos nosotros quienes tenemos que elevar nuestro Amor a Él para que ambos Amores se encuentren y se conviertan en Uno. De hecho es este el lugar donde elevamos todos los aspectos y dimensiones de la conciencia a Su voluntad. Estos están representados por los diezmos traídos a los Sacerdotes (Kohanim) y Levitas, y los animales para ser sacrificados en el Templo.
Cada nivel de la conciencia debe estar conducido a hacer aquello que es sagrado (ese es el significado original de "sacrificio": hacer lo sagrado). Dios sabía que Abraham e Isaac estaban entregados a amarlo y servirlo con todo el corazón, con toda el alma y con todas las fuerzas.
En Vayeirá aprendemos otra vez que el Amor de Dios nos ve y nos reconoce por el Amor que somos y manifestamos cuando andamos en Sus caminos, cuando Amor está con nosotros en todo lo que hacemos tal como ocurrió con Abraham. Cuando vivimos esta Verdad individualmente y colectivamente la Redención ya está manifestada. Es entonces cuando todos nos regocijamos y reímos como lo hizo nuestra matriarca Sara cuando oyó que iba a tener un hijo.