domingo, 3 de octubre de 2010

Parshat Nóaj: Idolatría como Corrupción, Amor como Vida

Leemos en la Torá que en los tiempos de Nóaj "la tierra estaba corrompida ante Dios, y la tierra estaba llena de violencia. Y Dios vio la tierra, y estaba corrompida, porque toda carne se había corrompido en su camino sobre la tierra" (Génesis 6:11-12) ¿Qué pudo haber estado tan dañado ante Dios, cuya corrupción es denunciada tres veces en estos dos versículos? La vida y su propósito ante los ojos del Creador. Como hemos dicho muchas veces, vida es la manifestación del Amor de Dios, y su misión es también ser Amor manifestado en todas sus dimensiones. Es lo que el Creador quiere de nosotros: ser y manifestar Su Luz, Su voluntad, Su Amor. Está sellado en Sus primeros dos Mandamientos del Decálogo: "Yo soy el Eterno tu Dios que te saqué de la tierra de Egipto, de la casa de esclavitud. No tendrás otros dioses ante Mí" (''Éxodo 20:2-5, Deuteronomio 5:6-9) Cuando alguien niega esta Verdad, también niega su propia existencia y libertad, porque con ello reconoce como reales a otros dioses que son las ilusiones y fantasías de ego en el mundo material. Ellas son los ídolos que corrompen la vida.

Corrupción es putrefacción y descomposición asociadas con la muerte, y podemos decir que ante Dios, corrupción es en realidad la muerte. Las primeras dos bendiciones del rezo central judío diario reflejan de alguna manera los primeros dos Mandamientos mencionados antes, porque se refieren al Creador como "nuestro Dios y Dios de nuestros padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob" (…) que es nuestro "Rey, Ayudante, Redentor y Escudo. Bendito eres Tú, el Eterno, Escudo de Abraham".

Estos son algunos de los atributos de Amor: ayudar, redimir y proteger; y nuestro patriarca Abraham es exaltado en esta bendición como la personificación de la amorosa bondad en que se sustenta toda la Creación. La segunda bendición glorifica Su poder para "revivir a los muertos, Tú tienes el poder para redimir (…) Tú sustentas a los vivos con amorosa bondad, Tú revives a los muertos con gran compasión (…) Bendito eres Tú, el Eterno, que revive a los muertos". Está claro que lo contrario a la vida es la muerte, y es el Amor de Dios el que elimina la muerte causada por la corrupción derivada de la idolatría.

En los tiempos de Nóaj su generación estaba muerta ante Dios, porque vivir en las ilusiones de idolatría no tiene sentido ante Su Amor. Hemos mencionado que Sabios místicos enseñan que el agua y el fuego representan limpieza, purificación y transformación, y no necesariamente muerte o destrucción como muchos creen. Dijimos en nuestro comentario sobre Bereshit que el propósito de la Creación es descubrir y conocer al Creador a través de Su Luz, el Amor Divino que creó todo lo que existe. Entonces, ¿por qué la destrucción tiene que venir de Él? Debemos entender que tenemos que transformarnos en el proceso de conocer al Creador, porque revelar su Presencia ocultada en las tinieblas también requiere revelarlo en nuestra propia conciencia. Si no lo encontramos dentro de nosotros, ¿cómo lo vamos a encontrar en Su Creación? En este contexto debemos entender el Diluvio, las aguas que limpian nuestra conciencia de lo que es la Verdad.

La generación del Diluvio estaba corrompida y ya muerta ante Dios, y esta muerte tenía que ser removida de la tierra. Aun sabiendo que Él es el "Rey que trae la muerte y restaura la vida, y hace florecer la Redención", quiere que elijamos la vida cuando ejercemos el libre albedrío. Aún cuando nos limpia restaurándonos la vida, sigue dotándonos del libre albedrío que hace posible escoger la idolatría de los niveles inferiores de la conciencia, luego del Diluvio. Amor, la Luz revelada del Creador, es la conexión permanente con Él simbolizada por el arcoiris: "Y el arco estará en la nube, y Yo lo miraré, para recordar el eterno Pacto entre Dios y cada criatura viviente de toda carne que esté sobre la tierra" (Génesis 9:16).

La nueva humanidad que floreció sobre la tierra son los descendientes de Nóaj: "Y los hijos de Nóaj que salieron del arca fueron Shem, y Ham, y Jafet; y Ham es el padre de Canaán" (9:18), un nuevo ser humano que surge con tres niveles principales de conciencia. Shem representa el conocimiento más elevado de nuestra conexión permanente con el Creador, la conciencia más alta del Amor de Dios, Jerusalén y su Templo, y el sacerdocio de los levitas. Jafet representa la mente y los pensamientos relacionados con el mundo material; y Ham, "el padre de Canaán", representa los aspectos inferiores que debemos conquistar para convertirlos en los medios para ser y manifestar los caminos y atributos de Amor: "(…) un sirviente de sirvientes será él para sus hermanos. Y él (Nóaj) dijo: Bendito sea el Eterno, el Dios de Shem, y que Canaán sea su sirviente. Y Dios engrandeció a Jafet, y él morará en las tiendas de Shem; y que Canaán sea su sirviente" (9:25-27)

Notemos que Jafet también aprenderá de Shem, porque todos los niveles y dimensiones de la conciencia deben seguir a nuestro máximo conocimiento del Creador. Como lo hemos mencionado en este blog, cada aspecto y expresión de nuestra conciencia fue creado para descubrir, conocer y proclamar la Gloria de Dios que cubre toda la tierra. Y es nuestra misión ser conscientes de esta Verdad.

Una vez más el libre albedrío fue ejercido por esta nueva humanidad, y de nuevo la agenda de ego fue su elección: "Y ellos dijeron: 'Venid y construyámonos una ciudad, y una torre con su cumbre en el cielo, y hagámonos de un nombre' (…)" (11:4) Una ciudad y una torre que representan una conciencia de ellos y una mentalidad de ellos separadas del Creador.

Algunos de nuestros Sabios contemporáneos definen este período de nuestra historia como el nacimiento de la mente totalitaria que concibe ideologías como el fascismo, el nazismo, el fundamentalismo y el fanatismo relacionado con creencias políticas, religiosas o culturales que persiguen destruir la diversidad en el espíritu humano. "Y el Eterno dijo: 'He aquí que hay un pueblo, y todos tienen una lengua; y esto es lo que comienzan a hacer; y ahora nada les detendrá en lo que se propongan hacer" (11:6). Esto es lo que la ideología nazi y otros regímenes totalitarios quieren: imponer un estilo de vida sin Dios excepto con los dioses de carne y hueso que ellos llamarían "la raza superior perfecta".

La porción termina anunciando el nacimiento de dos seres humanos extraordinarios que cambiaron el curso de la humanidad: Abraham y Sara. Nuestra tradición oral cuenta que Abraham reconoció la Unicidad del Creador a los tres años de edad, y desde entonces rechazó la idolatría en medio de una familia idólatra y bajo un régimen de idólatras. Su aguda inteligencia lo llevó a concluir que todo proviene de un solo Creador y que todo es sustentado por Él, por lo cual le debemos nuestra existencia a Él y a nada más; y Abraham estaba dispuesto a morir por esta Verdad.

El Midrash relata que su propio padre lo acusó ante una corte judicial por negar y rechazar la idolatría, y fue sentenciado a muerte en un horno crematorio. Entonces el Amor humano y el Amor de Dios se encontraron, y Dios salvó a Abraham de las llamas ante la presencia de sus ejecutores. Abraham fue el elegido para Su Pacto, el Pacto con Israel y sus descendientes. Con Abraham y Sara comienza nuestra historia, la historia de Israel.

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.