domingo, 9 de enero de 2011

Parshat Beshalaj: Apegándonos Siempre al Amor de Dios

Y luego que el faraón envió (beshalaj) al pueblo, el Eterno no los condujo por el camino de la tierra de los filisteos que estaba cerca, porque el Eterno dijo: ‘No sea que el pueblo reconsidere cuando ellos vieren guerra y retornen a Egipto’.” (Éxodo 13:17). Es una reacción natural del instinto de supervivencia evitar todo lo que amenaza nuestra vida. En el contexto de este versículo, se trata de nuestra reacción contraria a abandonar la “zona de comodidad” creada por las fantasías e ilusiones de ego. Nuestra tradición oral cuenta que la Tribu de Efraín decidió abandonar Egipto por cuenta propia sin el liderazgo de Moisés, y fueron decimados camino a la Tierra Prometida en tierras de los filisteos.

Esto significa que no es suficiente tener un claro sentido de destino espiritual sino también apegarnos siempre a la guía de nuestro conocimiento permanente de la voluntad del Creador, representado por Moisés. La guerra contra las ilusiones derivadas del más denso materialismo es de veras permanente. Para ganar todas las batallas el arma más importante es ser consciente de los modos y atributos de Amor en todos los aspectos de nuestra vida, ya que son ellos los que siempre nos protegen: “Y el Eterno iba delante de ellos por el día en un pilar de nube para que lo siguieran en el camino, y por la noche en un pilar de fuego para iluminarlos, para andar de día y de noche. Él no movió el pilar de nube por el día ni el pilar de fuego por la noche ante el pueblo” (13:21-22).

Y Yo endureceré el corazón del faraón, y él los perseguirá; y Yo seré glorificado a través del faraón y de todas sus fuerzas, y los egipcios sabrán que Yo soy el Eterno. Y ellos lo hicieron así.” (14:4). La completa glorificación de nuestro Creador ciertamente abarca todos los aspectos de la conciencia, incluida la poderosa fuerza del ego. Todos estos deben sentir y vivir el Amor de Dios en su propia dimensión para saber quién es el Amo de todo. Una vez sentimos y vivimos el Amor de Dios en cada dimensión de nuestra existencia, tenemos que abrazarlo y confiar en Él como el verdadero Amo: “Moisés dijo al pueblo: ‘¡No temáis! Sed firmes y ved la Redención del Eterno que Él ejecutará para vosotros hoy, porque como habéis visto a los egipcios hoy, nunca más los seguiréis viendo’.” (14:13), porque con el conocimiento de Amor en nuestra conciencia nunca más veremos ilusiones materiales.

Cuando Amor es el guía, la conciencia lo sigue callada sin cuestionar Su voluntad, porque “El Eterno luchará por vosotros, pero permaneceréis callados.” (14:14). Y otra vez es reiterado: “(…) y Yo seré glorificado a través del faraón, y toda su fuerza, con sus carrozas, y con su caballería. Y los egipcios sabrán que Yo soy el Eterno cuando Yo sea glorificado a través del faraón, con sus carrozas, y con sus caballería” (14:17-18).

Y las aguas retornaron y cubrieron las carrozas y la caballería, todas las fuerzas del faraón que vinieron tras ellos dentro del mar; y ninguno de ellos sobrevivió. Pero los hijos de Israel pasaron sobre la tierra seca en medio del mar, y las aguas eran para ellos como una pared a su derecha y a su izquierda” (14:28-29). Las aguas en este sentido representan el entendimiento de separar nuestra clara intención de seguir los caminos y atributos del Creador, de las fantasías e ilusiones de ego que se ahogan en esta nueva conciencia como resultado de “dejar ir y dejar a Dios”: “E Israel vio la gran mano que el Eterno extendió sobre los egipcios, y el pueblo se maravilló del Eterno, y creyeron al Eterno y a Moisés, Su servidor” (14:31). En esta cúspide de la conciencia (representada por Moisés) estamos al fin completamente conscientes de la presencia viviente del Eterno en nuestra vida.

Tu diestra, oh Eterno, es la más poderosa; Tu diestra, oh Eterno, quebranta al enemigo. Y con la grandeza de Tu poder Tú quebrantaste aquellos que se levantaron contra Ti; Tú enviaste Tu ira ardiente y los consumió como paja.” (15:6-7). Una vez más la Torá nos recuerda que Amor no cohabita con nada diferente a los modos y atributos del Creador. Así entendemos el “orgullo”, “ira”, “fuego” and “celos” divinos porque se refieren a la incompatibilidad de Amor con las ilusiones, fantasías y expresiones negativas de la conciencia humana. También seamos conscientes de que este proceso de depuración y transformación ocurre siempre a través del Amor de Dios: “Con Tu amorosa bondad Tú guiaste al pueblo que Tú redimiste; Tú los guiaste con Tu poder a Tu morada sagrada.” (15:13).

Nuestro destino Divino es morar en el Amor del Creador, y ser guiados por Él a Su Lugar: “Tú los traerás (a los hijos de Israel: la totalidad de nuestra conciencia con sus dimensiones y cualidades) y los plantarás en el monte de Tu heredad, en dirección a Tu morada que Tú creaste, oh Eterno; el Santuario, oh Eterno, (que) Tus manos crearon. El Eterno reinará por toda la eternidad.” (15:17-18). Tal como lo hemos dicho en comentarios anteriores, el Santuario (Templo de Jerusalén) representa el más elevado conocimiento de nuestra conexión con el Creador.

Las siguientes palabras esenciales son continuamente repetidas a través del resto de la Torá, porque su mensaje debe estar siempre presente en nuestra conciencia: “Y Él dijo: ‘Si oyeras la voz del Eterno tu Dios, y hagas lo que es justo ante Sus ojos, y oyeras con atención Sus Mandamientos y cumplieras todos Sus estatutos, todas las enfermedades que Yo envié a los egipcios no te enviaré a ti; porque Yo, el Eterno, soy tu Sanador.” (15:26). Entonces depende de nosotros elegir esta conciencia permanente si queremos vivir en las delicias de nuestro nexo con Dios.

La porción concluye con la admonición de estar completamente conscientes de nuestra conexión con el Creador y Sustentador de todo: “Entonces Moisés construyó un altar y lo llamó ‘El Eterno es mi milagro’. Y él dijo: ‘Porque hay una mano en el trono del Eterno, una guerra para el Eterno contra Amalek, por todas las generaciones” (17:15-16). Nuestros Sabios enseñan que Amalek representa vacilación, incertidumbre, duda e indecisión. Estas son el enemigo que Amor nos urge a derrotar en cada momento de nuestra vida. De la indecisión entre los deseos materialistas de ego y los modos y atributos de Amor depende nuestra conexión con el Creador. Una vez vaciemos nuestra conciencia de dudas, nuestra elección entre tinieblas y Luz será clara.

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.