domingo, 8 de mayo de 2011

Parshat Behar: El Lugar del Amor de Dios

"Y el Eterno habló a Moisés en el monte (behar) Sinaí (…)" (Levítico 25:1), que es el lugar donde La Palabra del Creador para Israel es mencionado aunque ha sido evidente desde que los israelitas salieron de Egipto. Reflexionemos sobre el significado de este espacio en particular donde Moisés, nuestro mayor conocimiento del Creador, está en contacto directo con Él. Efectivamente es un lugar elevado en nuestra conciencia, lejos y por encima de los aspectos materiales de la vida.

Un lugar desde donde podemos percibir, concebir, entender, y establecer la manera de funcionar y relacionarnos con todas las dimensiones de la vida en este mundo. Sinaí es el monte que después se convierte en el Tabernáculo móvil y en el Templo de Jerusalén, como los lugares donde la Presencia Divina abraza a Israel. Este es el lugar donde dejamos atrás ilusiones materialistas con el fin de estar completamente conscientes del Creador en nuestra vida material y espiritual.

Es en el monte, el más alto nivel de nuestra conciencia, que abrazamos el Amor de Dios como nuestra verdadera Esencia e identidad y desde donde ejercemos esa identidad. En este conocimiento comprendemos nuestra presencia en la Tierra Prometida y el significado del Shabat, ambos para nosotros y nuestra Tierra: "(…) Cuando vengáis a la tierra que Yo os doy, entonces la tierra guardará un Shabat para el Eterno." (25:2) y en este sentido la Tierra, el Pueblo y el Creador comparten una Unidad a través del Shabat.


"Y los frutos del Shabat de la tierra serán alimento para vosotros: para vosotros, para vuestro sirviente y para vuestra sirvienta, y para el sirviente contratado y para el forastero a tu lado que habita contigo; y para tu ganado, y para las bestias que están en tu tierra, que todo lo excedente de ella sea para alimento." (25:6-7) y este alimento proviene del Shabat.

El Shabat junto con la Torá son los regalos Divinos para Israel más complejos, y por lo tanto debemos conocerlos y vivirlos tanto como podamos porque son los brazos que nos acogen con el Amor de Dios. Averigüemos por qué el Shabat ha sido tan celosamente protegido con más de 39 cercos, y veamos qué es lo que realmente está detrás de esas murallas que nuestros Sabios nos ordenan vigilar.


Es realmente un tiempo y un espacio que protegemos cada semana, o algo que trasciende los límites de nuestro pensamiento y que debemos aprender a concebir como parte de lo que somos. Shabat y Torá como el sustento Divino que nos mantiene verdaderamente vivos en el Amor de Dios, contrario a vivir en la muerte que representan las ilusiones y fantasías de ego en la realidad que llamamos mundo material.

Los frutos del Shabat son los que alimentan cada aspecto y dimensión de nuestra conciencia, representados por nuestro conocimiento, destrezas, talentos y habilidades que son los "sirvientes", "sirvientas" y "forasteros" junto con los rasgos y cualidades representados por el ganado y las bestias de nuestra tierra, como las expresiones del conocimiento del Amor de Dios en nuestra vida. Son los frutos de este Amor en lo que somos y lo que hacemos que nos hace fructificar y vivir en plenitud mientras confiemos en Él como el verdadero y único sustento de todo lo que existe.


En este conocimiento materializamos el Amor de Dios al seguir Sus caminos: "Y no os haréis daño unos a otros, porque reverenciaréis a vuestro Dios; porque Yo soy el Eterno vuestro Dios. Por tanto guardaréis Mis estatutos, y cumpliréis Mis ordenanzas y las haréis; y vosotros moraréis en la tierra en seguridad." (25:17-18) y esta seguridad solamente la da nuestra confianza en Su Amor. Después de todo somos huéspedes en Su Creación: "(…) porque la tierra es Mía, porque vosotros sois forasteros y residentes (temporales) Conmigo." (25:23).

Los Mandamientos que siguen (25:24-54) están todos relacionados con cómo manifestamos Amor como nuestra identidad común, cuidándonos unos a otros, respetándonos unos a otros, ayudándonos unos a otros, y protegiéndonos unos a otros: "Y si tu hermano empobreciere y se acogiere a ti, tú lo ampararás; si fuere forastero y peregrino, él vivirá contigo." (25:35) porque el Amor de Dios pide a nuestro Amor seguir Sus caminos: "porque los hijos de Israel son sirvientes para Mí; ellos son Mis sirvientes que saqué de la tierra de Egipto: Yo soy el Eterno vuestro Dios." (25:55).


La porción termina con el reiterado Mandamiento de evitar las ilusiones y fantasías materialistas como los ídolos que nos separan de los modos y atributos de Amor, nuestra verdadera identidad y conexión permanente con el Creador: "No os haréis ídolos para vosotros, ni levantaréis una estatua o monumento para vosotros. Y en vuestra tierra no pondréis piedra de pavimento sobre la que os prostraréis, porque Yo soy el Eterno vuestro Dios." (26:1). Esta vez el Mandamiento está relacionado con nuestra tierra, y ella como conocimiento de nuestra Unidad con Su Amor donde nuestro Shabat y nuestro Santuario están incluidos: "Guardaréis Mis Shabats y reverenciaréis Mi Santuario. Yo soy el Eterno." (26:2).

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.