El hecho de que esta porción comience con el si condicional nos hace reflexionar sobre quién está poniendo condiciones en nuestra relación con el Creador: "Si siguiereis Mis estatutos (bejukotai), y guardareis Mis mandamientos, y los cumpliereis (...)" (Levítico 26:3). Semánticamente podemos concluir que es Él quien condiciona Su Amor a nosotros pero en realidad somos nosotros, -- con el libre albedrío que Él nos dio --, quienes actuamos bajo las condiciones de hacer lo que es o no correcto. Si asimiláramos completamente que el Amor de Dios por Su Creación es verdaderamente incondicional, porque es Él quien nos deja elegir las condiciones, entonces podremos entender que Él nos da la opción de ya sea seguir nuestros deseos materialistas individualistas o Sus caminos y atributos.
Amor es la elección por ser tan abundante como Sus lluvias, el producto de Su tierra, el fruto de Su árbol, y estos también son nuestro arado, nuestra vendimia, y nuestro alimento para nutrirnos a saciedad. Amor es nuestra seguridad y nuestra paz en Su Amor, porque Amor es nuestra Tierra en la que nada nos atemoriza. Él nos da la fortaleza para remover los animales salvajes, los enemigos y sus espadas, porque nuestro Pacto con Él nos incrementa y nos hace fructificar tal como lo indica esta porción (26:4-9).
El Amor de Dios renueva y revive nuestras vidas cuando dejamos que Él more entre nosotros porque cuando lo abrazamos y caminamos con Él, nunca nos rechaza (26:10-11): "Yo caminaré entre vosotros y seré vuestro Dios, y vosotros seréis Mi pueblo." (26:12) porque Su Amor nos libera de la esclavitud de los bajos pensamientos, emociones, pasiones, deseos e instintos: "y Yo rompí las clavijas de vuestra yunta y os conduje con vuestras cabezas en alto." (26:13).
El Amor de Dios es el único sustento de toda Su Creación y debemos ser conscientes de esta verdad desde el momento en que nacimos. En este conocimiento debemos darnos cuenta que existimos por la gracia del Amor, por lo tanto Amor es la elección que estamos obligados a tomar cada momento de nuestras vidas en vez de la ilusión de ego de que el individualismo es la fuerza motriz que da sentido a la vida en el mundo material.
Amor, como manifestación material del Amor de Dios, abarca y trasciende toda la Creación, a diferencia de la naturaleza efímera de las ilusiones humanas. Las ilusiones de ego niegan los caminos y atributos de Amor, y cuando las elegimos como los ídolos que son nos volvemos las víctimas de su predicamento. Las palabras de la Torá respecto a esta elección son bastante claras, y no como maldición sino como el resultado directo de las elecciones que hacemos.
Parecería que el Amor de Dios está "contra" nosotros cuando no elegimos Sus caminos, pero seamos conscientes de que nuestras elecciones tienen consecuencias. No tenemos que catalogar estas consecuencias necesariamente como "castigos" de Amor, sino como el directo resultado de nuestras acciones. Ciertamente sabemos que Amor no castiga porque las transgresiones conllevan su propio castigo. En el momento en que nos separamos de Amor, cualquier cosa diferente de Amor nos estará esperando (26:14-43), por tanto no podemos culpar al Amor de Dios porque precisamente por ser incondicional como es Él: "(…) a pesar de todo esto, mientras ellos estén en la tierra de sus enemigos, yo no los despreciaré no los rechazaré para aniquilarlos, por lo tanto quebrando Mi Pacto que está con ellos, porque Yo soy el Eterno su Dios" (26:44) y así es, porque Él es nuestro Creador y sustento.
Después de estas advertencias Divinas de las consecuencias de separar nuestras vidas de Su Amor, hay más Mandamientos para hacernos conscientes de que nuestra paz y plenitud en la realidad material dependen del compromiso total con nuestra Unidad con Él, como nuestra ofrenda para Él: "Sin embargo, lo que un hombre dedique al Eterno de cualquier propiedad suya, ya sea una persona, un animal, o parte de la herencia de su campo, no serán vendidos ni permutados, (porque) todas las cosas dedicadas son sacrosantas para el Eterno" (27:28). En este sentido, cada rasgo, cualidad, talento personal y conocimiento adquirido, todos como posesión individual, deben ser dedicados a los caminos y atributos de Amor; y no vendidos ni entregados a nada diferente, simplemente porque son regalos del Creador y por ello sagrados para Él.
Amor es nuestra verdadera Esencia e identidad y cuando elegimos Amor todas las fantasías desaparecen, como nos lo recuerda el Profeta en la haftará que acompaña a esta parshá: "Oh Eterno, que eres mi poder y mi fortaleza y mi refugio en el día de tribulación, a Ti naciones vendrán desde los confines de la tierra y dicen, '¡Solamente mentiras nuestros padres nos han dado a nosotros, vacuidad en la que no hay nada que sirva! ¿Puede un hombre crearse dioses para sí mismo, y que no son dioses? (Jeremías 16:19-20). El Amor de Dios es nuestro poder y fortaleza porque es nuestra vida, y lo que dice a las fantasías e ilusiones de ego (las "naciones") las mentiras y vacuidad que son a diferencia de la verdad que es Amor.
Nosotros creamos nuestras propias fantasías, somos nosotros quienes las convertimos en dioses, y sólo depende de nosotros regresar al los caminos y atributos del Creador para que una vez más nos libere de ellas: "Por lo tanto, he aquí que Yo les hago saber; en este momento Yo les doy a conocer Mi poder y Mi gloria, y ellos sabrán que Mi Nombre es el Eterno" (16:21).
Amor es la elección por ser tan abundante como Sus lluvias, el producto de Su tierra, el fruto de Su árbol, y estos también son nuestro arado, nuestra vendimia, y nuestro alimento para nutrirnos a saciedad. Amor es nuestra seguridad y nuestra paz en Su Amor, porque Amor es nuestra Tierra en la que nada nos atemoriza. Él nos da la fortaleza para remover los animales salvajes, los enemigos y sus espadas, porque nuestro Pacto con Él nos incrementa y nos hace fructificar tal como lo indica esta porción (26:4-9).
El Amor de Dios renueva y revive nuestras vidas cuando dejamos que Él more entre nosotros porque cuando lo abrazamos y caminamos con Él, nunca nos rechaza (26:10-11): "Yo caminaré entre vosotros y seré vuestro Dios, y vosotros seréis Mi pueblo." (26:12) porque Su Amor nos libera de la esclavitud de los bajos pensamientos, emociones, pasiones, deseos e instintos: "y Yo rompí las clavijas de vuestra yunta y os conduje con vuestras cabezas en alto." (26:13).
El Amor de Dios es el único sustento de toda Su Creación y debemos ser conscientes de esta verdad desde el momento en que nacimos. En este conocimiento debemos darnos cuenta que existimos por la gracia del Amor, por lo tanto Amor es la elección que estamos obligados a tomar cada momento de nuestras vidas en vez de la ilusión de ego de que el individualismo es la fuerza motriz que da sentido a la vida en el mundo material.
Amor, como manifestación material del Amor de Dios, abarca y trasciende toda la Creación, a diferencia de la naturaleza efímera de las ilusiones humanas. Las ilusiones de ego niegan los caminos y atributos de Amor, y cuando las elegimos como los ídolos que son nos volvemos las víctimas de su predicamento. Las palabras de la Torá respecto a esta elección son bastante claras, y no como maldición sino como el resultado directo de las elecciones que hacemos.
Parecería que el Amor de Dios está "contra" nosotros cuando no elegimos Sus caminos, pero seamos conscientes de que nuestras elecciones tienen consecuencias. No tenemos que catalogar estas consecuencias necesariamente como "castigos" de Amor, sino como el directo resultado de nuestras acciones. Ciertamente sabemos que Amor no castiga porque las transgresiones conllevan su propio castigo. En el momento en que nos separamos de Amor, cualquier cosa diferente de Amor nos estará esperando (26:14-43), por tanto no podemos culpar al Amor de Dios porque precisamente por ser incondicional como es Él: "(…) a pesar de todo esto, mientras ellos estén en la tierra de sus enemigos, yo no los despreciaré no los rechazaré para aniquilarlos, por lo tanto quebrando Mi Pacto que está con ellos, porque Yo soy el Eterno su Dios" (26:44) y así es, porque Él es nuestro Creador y sustento.
Después de estas advertencias Divinas de las consecuencias de separar nuestras vidas de Su Amor, hay más Mandamientos para hacernos conscientes de que nuestra paz y plenitud en la realidad material dependen del compromiso total con nuestra Unidad con Él, como nuestra ofrenda para Él: "Sin embargo, lo que un hombre dedique al Eterno de cualquier propiedad suya, ya sea una persona, un animal, o parte de la herencia de su campo, no serán vendidos ni permutados, (porque) todas las cosas dedicadas son sacrosantas para el Eterno" (27:28). En este sentido, cada rasgo, cualidad, talento personal y conocimiento adquirido, todos como posesión individual, deben ser dedicados a los caminos y atributos de Amor; y no vendidos ni entregados a nada diferente, simplemente porque son regalos del Creador y por ello sagrados para Él.
Amor es nuestra verdadera Esencia e identidad y cuando elegimos Amor todas las fantasías desaparecen, como nos lo recuerda el Profeta en la haftará que acompaña a esta parshá: "Oh Eterno, que eres mi poder y mi fortaleza y mi refugio en el día de tribulación, a Ti naciones vendrán desde los confines de la tierra y dicen, '¡Solamente mentiras nuestros padres nos han dado a nosotros, vacuidad en la que no hay nada que sirva! ¿Puede un hombre crearse dioses para sí mismo, y que no son dioses? (Jeremías 16:19-20). El Amor de Dios es nuestro poder y fortaleza porque es nuestra vida, y lo que dice a las fantasías e ilusiones de ego (las "naciones") las mentiras y vacuidad que son a diferencia de la verdad que es Amor.
Nosotros creamos nuestras propias fantasías, somos nosotros quienes las convertimos en dioses, y sólo depende de nosotros regresar al los caminos y atributos del Creador para que una vez más nos libere de ellas: "Por lo tanto, he aquí que Yo les hago saber; en este momento Yo les doy a conocer Mi poder y Mi gloria, y ellos sabrán que Mi Nombre es el Eterno" (16:21).