domingo, 24 de julio de 2011

Parshat Masei: Los Trayectos hacia el Amor de Dios

Esta porción recuerda los trayectos de los hijos de Israel desde su salida de Egipto bajo la conducción del Creador: "Moisés escribió sus salidas en sus jornadas (masei) de acuerdo a la palabra del Eterno, y estos fueron sus trayectos con sus salidas" (Números 33:2). Hemos dicho que la vida en sí misma es una jornada, un trayecto en el que tenemos muchas salidas. Nuestros Sabios enseñan: "Conoce de dónde vienes, adónde te diriges, y ante quién estás destinado a dar un juicio [discernimiento] y a dar cuentas [a qué responder]." (Pirké Avot [Ética de Nuestros Padres] 3:1).

Esto es para ser conscientes de que nosotros, al igual que toda la Creación, provenimos del Amor de Dios. Este, por ser nuestra Esencia e identidad nos insta a andar en Sus caminos. Por lo tanto con Amor discernimos la vida y el mundo material, porque es Amor a lo que tenemos que responder y dar cuentas.

En los trayectos de la vida seguimos las palabras y actos de Amor como las salidas para discernir las fantasías e ilusiones de ego en las que tropezamos, caemos y luego nos levantamos para continuar aprendiendo en los caminos y atributos del Creador. Estas son las ilusiones que debemos disipar en todos los niveles y dimensiones de la conciencia para vivir en la Tierra Prometida, la vida en los modos y atributos de Amor: "Y echaréis a los habitantes de la tierra y os asentaréis en ella, porque Yo os he dado la Tierra [Prometida] para ocuparla." (Números 33:53). También se nos ha recordado antes: "Y no dejéis que la Tierra os vomite por haberla profanado, como vomitó a la nación que estaba antes que vosotros." (Levítico 18:28, 20:22), porque el Amor de Dios no convive con nada diferente a Sus atributos.


Este es el principio más importante que debemos tener presente acerca de las decisiones que tomamos en la vida. Tenemos que entender que esta "expulsión" de la Tierra Prometida no es del Amor de Dios, sino la consecuencia de seguir las fantasías materialistas de ego y no Sus caminos. Si elegimos vivir la vida con Amor como nuestra verdadera identidad, la Tierra Prometida donde añoramos vivir como nuestra herencia Divina, tenemos que ser dignos de Amor.

En esta porción también se nos recuerda que nuestro mayor conocimiento del Creador (representado por el sacerdocio levítico) tiene que dirigir, guardar y proteger nuestra conexión con Él: "Ordena a los hijos de Israel que darán a los levitas de su posesión hereditaria ciudades donde habitar, y daréis a los levitas espacios abiertos alrededor de las ciudades" (Números 35:2), porque todos los aspectos esenciales de la conciencia (Israel) deben ser conducidos por este mayor conocimiento capaz de redimir y reencaminar nuestra vida cuando transgredimos la voluntad de Dios.


Este es el significado de las ciudades de refugio (lit. absorción), el lugar en la conciencia donde expiamos (transformamos) nuestras transgresiones contra Amor, la Esencia de la vida. Es por ello que las ciudades de refugio están relacionadas con el homicida involuntario, aquel que profana la vida acabando con ella. Una vez más la vida, y la humana en particular, es destacada como la más importante manifestación de la Creación, al punto de que es definida como imagen y semejanza del Creador. En este contexto, vida y el Amor de Dios están estrechamente relacionados porque Su Amor es la fuente de vida.

La haftará para esta porción reafirma Amor como la semejanza primordial entre el Creador y nosotros, como Su Creación, y denuncia las ilusiones materialistas que nos separan de Su Amor: "Así dice el Eterno: ¿Qué vuestros padres han encontrado como carga en Mí, que ellos se distanciaron de Mí, y se fueron tras la vanidad y se volvieron vanos?" (Jeremías 2:5), porque en las ilusiones de ego vivimos en la vanidad y nos volvemos vanos, convirtiéndonos en los ídolos que adoramos: "Porque Mi pueblo ha cometido dos males; ellos Me abandonaron, la fuente de aguas vivas, para cavar cisternas, cisternas rotas que no retienen agua." (2:13)


Otra vez se nos recuerda que Amor nos aguarda cuando hacemos la elección de retornar a Los caminos y atributos del Creador: "Si regresas, Oh Israel, dice el Eterno, a Mí, tú regresarás; y si tú apartas tus abominaciones de Mi Presencia, no estarás errante. Y tú jurarás, diciendo, vida es el Eterno, en verdad y justicia, y en rectitud, y bendecirse han en Él las naciones, y lo alabarán a Él" (4:1-2).

Nuestros Sabios reafirman las palabras del Profeta al decir que "el mundo se sostiene en tres cosas: la Torá, el servicio a Dios, y los actos de bondad" (Pirké Avot 1:2) y también dicen que "por tres cosas se sostiene el mundo: la Torá, la verdad y la paz" (1:18). Como lo hemos mencionado, todas estas cualidades son inherentes al Amor de Dios, y están entretejidas como modos y atributos de Amor que definen nuestra Esencia e identidad.

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.