domingo, 17 de julio de 2011

Parshat Matot: Amor como la Fundación de la Vida

Las tres últimas porciones bíblicas hebreas (parshiot) que hemos comentado están relacionadas porque cada suceso está ligado al anterior. En Balak, la transgresión de fornicación con las hijas de de Moab tuvo consecuencias negativas que condujeron a los hijos de Israel a asimilar que el celo del conocimiento permanente de nuestra cercanía al Amor de Dios debe estar presente todo el tiempo.

Como mencionamos en nuestro comentario sobre Pinjas, este celo es fundamental para abrazar los caminos y atributos de l Creador como los medios para liberar nuestra conciencia de las fantasías, ilusiones y deseos materialistas de ego. Este celo es también la fundación de nuestra lealtad, fidelidad y devoción como las promesas que hacemos con el fin de abordar el mundo material con la Verdad que es el Amor de Dios. Promesas o votos son el tema central presentado en Matot al pueblo de Israel: "Moisés habló a las cabezas de las Tribus (Matot) de los hijos de Israel (…)" (Números 30:2).

Otra vez, las cabezas de las Tribus son mencionadas como las cualidades y rasgos más refinados que nos habilitan para conducir todas las dimensiones de la conciencia. Este refinamiento se adquiere con la experiencia, mediante prueba y error, discerniendo lo verdadero de lo falso, el bien del mal. El siguiente episodio de Matot precede el Mandamiento de "Toma venganza para los hijos de Israel contra los Midianitas (…), después tú [Moisés] te juntarás a tu pueblo." (31:2), y es dado a Moisés como el mayor conocimiento del Creador, porque en este conocimiento juntamos todos nuestros niveles de conciencia con el fin de conducirlos en Sus caminos, con los que disipamos las cualidades y rasgos negativos que maldicen nuestra vida.


Este conocimiento debe ser dirigido por Pinjas, el celo del Amor de Dios: "Y Moisés los envió (...) a Pinjas el hijo de Eleazar el sacerdote." (31:6). Nuestros Sabios enseñan que Moisés lo envió porque aquel que empieza a cumplir un Mandamiento (en este caso una acción positiva) debe terminarlo.

Hemos dicho que Midián significa conflicto, disputa como el resultado de poca claridad en nuestro conocimiento individual del Amor de Dios en nuestra vida. En este sentido, conflicto es el antagonista del celo de los atributos de Amor en nuestra conciencia. Nuestros Sabios también definen disputa como la raíz de separación y división, y en este sentido ambos son las típicas expresiones de ego para reafirmar su "independencia" de la unidad que es Amor.


La guerra contra Midián significa reencauzar nuestros pensamientos, ideas, creencias, concepciones, emociones, sentimientos y pasiones en los caminos unificadores y armonizadores de Amor como nuestra verdadera Esencia e identidad. Después de ganar esta guerra, dirigida por nuestro mayor conocimiento y celo del más grande Amor de todos, Israel se junta unido con su líder natural, que es nuestro conocimiento individual y colectivo de que el Amor de Dios abarca e impregna toda Su Creación.

Nuestro conocimiento del Creador es el único guía que nos trae de vuelta a nuestra verdadera identidad: "Moisés les dijo, 'Si lo hiciereis así, si os armáis vosotros para ir a la batalla detrás del Eterno, y vuestra fuerza armada cruza el [río] Jordán ante el Eterno, hasta que Él haya expulsado a Sus enemigos delante de Él." (32:20-21). El mensaje es claro, y el condicional "si" quiere decir que depende de nosotros combatir el lado oscuro de nuestra conciencia con Amor como la "fuerza armada" que tenemos ante el Eterno, porque proviene de Su Amor: "Y la Tierra (Prometida) será conquistada ante el Eterno, (…) y esta tierra se convertirá en vuestra herencia ante el Eterno." (32:22) porque cuando la vida es conducida por lo bueno de los atributos de Amor se convierte en nuestra Tierra Prometida.

Si actuamos contra nuestra verdadera Esencia e identidad, simplemente actuamos contra lo mismo que nos creó y nos sustenta: "Pero si así no lo hiciereis, he aquí que habréis pecado ante el Eterno; y sabed que os alcanzará vuestro pecado" (32:23). Otra vez, la elección es sólo nuestra. El Amor de Dios es incondicional porque Él nos dio libre albedrío para que dependa de nosotros la opción entre Amor y las ilusiones de ego. Amor es la elección de Israel como el Pueblo Escogido para revelar la Presencia del Creador en el mundo.

Nuestra misión es ser Luz para a las naciones, como aquellos que viven por, con y para el Amor de Dios; y este Amor es mutuo, tal como nos lo recuerda el Profeta en la haftará para esta porción bíblica: "Israel es sagrado para el Eterno, la primicia de Su trigo; todos los que lo devoren pecarán, mal vendrá sobre ellos, dice el Eterno." (Jeremías 2:3).


Amor es la fundación sobre la que construimos para acrecentar y elevar la vida, como la causa y efecto de todo lo que es. Si no vemos o experimentamos este principio fundamental en nuestra conciencia individual y colectiva, entonces es nuestro deber reinstaurarlo disipando las tinieblas que hemos convertido en causa y efecto de todas nuestras miserias en el mundo material.

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.