Hemos aprendido que la preparación del
Santuario, del Sumo Sacerdote y de las ofrendas son el medio para estar cerca
del Creador.
“Esto es lo que el Eterno habló, diciendo:
'Yo seré santificado en aquellos que están cerca de Mí, y ante
todo el pueblo Yo seré glorificado'." (Levítico 10:3)
Al conducir todas las dimensiones de la
conciencia (“todo el pueblo”) en los caminos y atributos de Amor, el Amor de
Dios será glorificado, porque lo veremos manifestado en todas las dimensiones
de Su Creación.
Reflexionemos en el significado de santificar y glorificar al
Creador. El salmista nos ayuda a entenderlos mediante lo que él se refiere
como alabanzas. Los Salmos (alabanzas) del rey David explican
que lo hacemos al seguir los caminos de Dios y al emular Sus atributos, que son
Su Amor por Su Creación. Lo hacemos al estar totalmente liberados de las
ilusiones y fantasías de ego (“las naciones”), y el salmista también nos
recuerda que tenemos que hacerlo con todas las dimensiones de la conciencia.
“Alabad al Eterno
desde la tierra [la vida material], monstruos marinos
y todo lo que vive en los abismos [los niveles inferiores de la conciencia],
fuego y granizo [pasión y pasividad], nieve y vapor [frialdad y calidez], vientos tempestuosos que cumplen Su
voluntad [pensamientos liberadores], montañas y todas las colinas [creencias e
ideas], árboles frutales y todos los cedros [caminos de la verdad y todas las convicciones
de rectitud], bestias y todo ganado [instintos y pasiones], reptiles y pájaros alados
[bajas pasiones y sentimientos edificadores], reyes de la tierra [hábitos y costumbres] y
todos los pueblos [bajas emociones y sentimientos], príncipes [arrogancia,
soberbia, control de ilusiones de ego] y todos los jueces de la tierra [principios éticos y morales], mancebos
[avidez, ímpetu] como también doncellas [pureza, modestia y pudor], ancianos [experiencia y sabiduría] junto a niños [inocencia y reverencia]. Que ellos [todos] alaben [eleven, ofrenden, sean y manifiesten
el Amor de Dios] el Nombre del Eterno, porque solo Su Nombre es exaltado; Su Gloria está sobre la Tierra y los Cielos” (Salmos 148:7-13)
Todo lo que existe emana de Él y es
sostenido por Él.
Respecto a la conciencia, todas sus
dimensiones que nos llevan a discernir, pensar, sentir y actuar, deben ser
dirigidas y guiadas para vivir el Amor de Dios en nosotros y en todo lo que Él
creó para nosotros. Ya sabemos que los que percibimos como aspectos “negativos” de
Su Creación, aquellos en que Su Presencia no está revelada a nosotros, están
ahí como referencias para procurar lo positivo.
Al aprender de lo bueno nos preparamos para
transformar lo negativo en positivo, y es así como revelamos la Presencia
Divina en el mundo material. Tengamos presente en mente y corazón que el mundo
existe para que nosotros revelemos la Presencia del Creador, y eso lo
hacemos solamente siendo y manifestando Su Amor, y la bondad de Sus modos y atributos.
Santificamos y glorificamos Su Nombre siendo
y expresando nuestra verdadera Esencia e identidad, que es nada menos que Su
Amor, y esa es la manera en que elevamos nuestra vida para estar cerca de Él. En este
proceso vivimos plenamente Su Gloria, que es Su Amor.
“Y Moisés dijo: 'Esto es lo que el Eterno os
encomienda hacer; y la Gloria del Eterno se aparecerá a vosotros'.” (Levítico 9:6)
La narrativa de Sheminí prosigue haciéndonos saber que este proceso
implica nuestro pleno conocimiento de la diferencia entre las fantasías e
ilusiones de ego y los modos y atributos de Amor.
“Con el fin de distinguir entre lo sagrado y
lo profano, y entre lo inmundo y lo limpio; y [para] que tú [Aarón] instruyas a los hijos de Israel todos los
estatutos que el Eterno ha hablado a ellos por la mano de Moisés.” (10:10-11)
El que lo hace
es Aarón el Sumo Sacerdote, el mayor conocimiento de nuestra conexión con el
Amor de Dios; a través de Moisés, el mayor conocimiento del Creador. Tengamos
claro que la conciencia que representa Moisés es nuestro medio para aprender
los caminos y atributos para estar siempre cerca de Dios y Su Amor (ver
nuestros comentarios sobre Sheminí: “Consagrar la Vida al Amor de Dios” del 2 de abril, 2010 y “Siendo Verdad ante el Amor de Dios” del 20 de marzo, 2011 en este blog).
Najmánides, el Rambán, nos enseña que los animales inmundos cuyo consumo es prohibido por la Torá
son depredadores, y su naturaleza es una influencia negativa para nosotros. No
nos podemos imaginar comportarnos como serpientes, escorpiones, cuervos,
buitres o bestias salvajes, aunque sabemos que hay gente como ellos.
Nuestros Profetas y Sabios cuentan que en los
tiempos de nuestra Redención Final todo árbol producirá frutos y todas las
bestias serán pacíficas y amorosas, porque la raíz de toda maldad será
completamente erradicada de la tierra. Hemos dicho muchas veces que la
conciencia mesiánica es algo que tenemos que generar, como ocurrió con nuestros
ancestros bajo la esclavitud en Egipto. Clamaron por su Redención a viva voz, y
nuestro Dios oyó y los liberó con la fuerza redentora de Su diestra, el infinito poder de Su Amor.
Algunos creen que nuestra Redención Final
vendrá milagrosamente y sin que tengamos que mover un dedo para que ocurra.
Deben aprender de nuestra historia y del Holocausto en el que el pueblo judío
estuvo cerca de ser exterminado. Casi nadie movió un dedo para evitarlo, y
ahora sabemos qué hacer para que nunca vuelva a ocurrir, nunca más. Es una lección que costó más de seis millones
de vidas aprender, y esto significa que tenemos que hacer más que mover un
dedo.
Lo más fácil es culpar a Dios luego de evadir
nuestras responsabilidades y nuestra parte del Pacto que Él nos ofreció a
través de nuestros Patriarcas. ¡Aún peor cuando lo culpamos a Él por los
resultados de las decisiones que tomamos! Alegamos y reclamamos que libertad
real radica en nuestro total libre albedrío, y cuando la maldad aparece para
que podamos realmente ejercer nuestro albedrío terminamos tomando decisiones
negativas con sus consecuencias... y volvemos a culpar a Dios.
Ya es tiempo de darnos cuenta que si realmente deseamos nuestra Redención Final de toda
maldad y negatividad, será mejor que comencemos a tomar las decisiones
correctas, conscientes de los efectos positivos que nos esperan cuando elegimos
los modos y atributos de Amor. Después de todo, Amor es nuestra verdadera
Esencia e identidad porque todos venimos del Amor de Dios.
Iniciemos nuestra Redención trayendo a Él
nuestras ofrendas, nuestro Amor en lo que somos y hacemos.
“(...) atribuid al Eterno honor y fortaleza.
Atribuid al Eterno la gloria debido a Su Nombre; traed una ofrenda y venid ante Él, alabad al Eterno con
resplandeciente santidad. Vibrad ante Él, toda la Tierra; el mundo también fue
firmemente establecido para que no tambalee. ¡Alégrense los Cielos, regocíjese
la Tierra, y entre las naciones proclamen: 'El Eterno reina'!” (I Crónicas 16:28-31)
Cuando reconozcamos y aprendamos Sus caminos
y atributos, podremos traer a Él las obras de lo que somos y hacemos. En esta
realización, que todos los aspectos de nuestra conciencia reconozcan que Su
Amor rige en Su Creación. En la firmeza de nuestro Amor encontramos Su Amor.
El salmista también nos advierte sobre
las consecuencias de nuestras decisiones.
“Pero Mi pueblo no Me escuchó, e Israel
no consintió Conmigo. Entonces los entregué a sus corazones porfiados en seguir
sus propios consejos. Si Mi pueblo Me escuchara, si tan sólo Israel
siguiera Mis caminos, ¡rápido subyugaría a sus enemigos y volvería Mi mano
contra sus adversarios!” (Salmos 81:11-14)
Entonces escuchemos otra vez a Su Amor,
y con nuestro propio Amor derrotemos el predicamento negativo en las ilusiones
y fantasías materialistas de ego. Despertemos en la Luz de Amor a nuestra
Redención individual y colectiva, y en el Amor de Dios revelemos totalmente Su
Presencia en el mundo material.
Entonces proclamaremos, “¡El Eterno
reina!”.