sábado, 28 de abril de 2012

Emor: Consagrando al Creador en Nosotros

La santidad que el Creador exige de los hijos de Israel incluye a los sacerdotes, y esta porción de la Torá se refiere al servicio que estos últimos realizan en el Santuario o Templo.

La separación de funciones para los sacerdotes de ninguna manera implica que haya diferencias o categorías de santidad entre los hijos de Israel. Sin embargo esta santidad es enfatizada para los sacerdotes porque ellos representan la plena conciencia de nuestra conexión permanente con el Creador y Su Amor, del cual somos creados y sustentados.

Debido a su naturaleza esta conciencia es sagrada, ya que nuestro apego a Su Amor depende de ella.

“Ellos serán sagrados para su Dios, y ellos no profanarán el Nombre de Su Dios, por lo tanto ellos serán sagrados.” (Levítico 21:6)

Hemos dicho en comentarios pasados (ver en este blog Parshat Emor: “Restituir Vida con Vida” del 25 de marzo 2010 y “Entrega Total al Amor de Dios” del 1 de mayo 2011) que a través de nuestras ofrendas, que son nuestros mejores pensamientos, sentimientos y acciones, nos santificamos nosotros mismos y consecuentemente nuestra relación con Dios. 

Este conocimiento mayor, que es la conciencia representada por el sacerdote, debemos santificarlo todo el tiempo.

Tú lo santificarás [al sumo sacerdoteporque él trae la ofrenda del pan de tu Diosél será sagrado para ti porque Yo, el Eterno que te santifica, soy sagrado” (21:8)

El pan de nuestro Dios es Su Amor.

Esta conciencia sublime es encendida por el conocimiento que el Creador nos da para elevar todos nuestros niveles y dimensiones a Su servicio, el cual realizamos mediante los caminos y atributos de Amor. Dios sustenta toda Su Creación, y nosotros también debemos nutrir nuestras vidas y el mundo material donde vivimos con Amor como nuestra verdadera Esencia e identidad, la manifestación material del Amor de Dios, Su pan para nosotros.

Ese es nuestro servicio en el mundo para rendir honor a Su Amor por nosotros.

“(...) porque la corona del aceite de unción de su Dios está sobre él [el sacerdote]. Yo soy el Eterno” (21:12)

Otra vez el Creador reafirma Sus caminos y medios para seguirlo y emularlo a Él cuando nos dice “Yo soy el Eterno”. En esta declaración nos está diciendo “Haz como te digo porque te lo estoy diciendo”. Esto también significa que todo lo que hacemos en nuestras vidas debe tener como único fin santificarlo a Él.

“No profanaréis Mi Sagrado Nombre. Yo seré santificado en los hijos de Israel. Yo soy el Eterno que os saqué de la tierra de Egipto para ser vuestro Dios. Yo soy el Eterno.” (22:32-33)

Ya mencionamos el versículo donde el Creador unge (ilumina nuestra conciencia elevada con el conocimiento de Él) al sacerdote con Su aceite, y en el último capítulo (24) de esta porción Él expande esta iluminación para todo Israel habilitándonos también para encender la menorá del Santuario.

“Ordena a los hijos de Israel y que ellos tomen para ti aceite puro de oliva, triturada para iluminar, para encender las lámparas [de la menorácontinuamente.” (24:1)

Esto también quiere decir que el mayor potencial de amor y bondad en todos los niveles de conciencia (los hijos de Israel) están encomendados por el Creador para proveer y traer el aceite, la iluminación para el sacerdote. En otras palabras, la motivación para vivir y disfrutar nuestra conexión permanente con Él debe provenir del Amor y la bondad que infundamos en nuestro intelecto, mente, pensamientos, emociones, sentimientos, palabras y acciones. Todas las dimensiones y cualidades están convocadas para este propósito.

Esta conciencia mayor tiene el propósito de guiar y dirigir, como está reiterado.

Y para Mi pueblo ellos [los sacerdotesles enseñarán la diferencia entre lo sagrado y lo profano, y les harán discernir entre lo puro y lo impuro.” (Ezequiel 44:23)

La manera práctica de hacerlo es siguiendo los modos y atributos de Amor como medios para santificar nuestra conciencia y nuestro entorno inmediato. Es importante destacar que la conciencia que Israel representa es multidimensional y abarca cualidades, rasgos, aspectos y atributos que están destinados a revelar totalmente la Presencia Divina en el mundo material.

La revelación de Dios a Israel en Sinaí sirve un doble propósito. Uno es para que los hijos de Israel asumieran su verdadera Esencia e identidad desde ese entonces, y el otro es para que a partir de su identidad desde ese entonces revelen la Presencia Divina en el mundo.

Una vez Israel tuvo la experiencia del Creador, Sus caminos y atributos en Sinaí, nuestro destino es proclamar en la tierra Su soberanía y Su gloria, que están manifiestas en los atributos de Amor que deben ser los únicos conductores de la conciencia humana.

Este conocimiento nos enseña a unificar todas las dimensiones de la conciencia en el servicio del Amor de Dios, y este servicio significa manifestar los modos y atributos de Amor como los únicos medios para remover lo inmundo y lo impuro con el fin de hacer prevalecer Amor como nuestra verdadera Esencia e identidad. En este sentido los hijos de Israel están unidos bajo el conocimiento permanente de nuestra conexión con el Creador, y este conocimiento nos hace sacerdotes.

Es así como entendemos el Mandamiento de Dios, “y seréis para Mí un reino de sacerdotes, y una nación sagrada” (Éxodo 19:6) y esta identidad nos diferencia de las demás naciones. La Torá es la instrucción con la que nuestra identidad judía enseña a las naciones, las cuales representan rasgos y cualidades sometidas a las fantasías e ilusiones de ego.


La Torá enseña a toda la humanidad la diferencia entre las ilusiones de ego y Amor como Verdad, y es así como iluminamos a la conciencia para disipar las tinieblas en todas sus dimensiones. Nos damos cuenta de esto e implementamos esas enseñanzas bajo la dirección de nuestra conexión con el Amor de Dios, de donde proviene todo lo que es. En esta realización y experiencia somos sacerdotes, ya que santificamos todo lo que somos, tenemos y hacemos con la santidad de Amor sabiendo que estamos permanente conscientes de nuestra verdadera Esencia e identidad que es el Amor de Dios.

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.