HOLA, AMIGOS. EN VISTA DEL RENOVADO INTERÉS EN LOS ESTADOS UNIDOS SOBRE LOS MATRIMONIOS DE PAREJAS GAY, QUIERO COMPARTIRLES EL ARTÍCULO DE UN AMIGO PERSONAL, PHILIP LEFKOWITZ, RABINO DE LA CONGREGACIÓN AGUDAT AJIM DEL NORTE DE CHICAGO. COMO ÉL MISMO DICE AL FINAL, ALGO PARA REFLEXIONAR SOBRE NUESTRA IDENTIDAD JUDÍA...
Queridos javerim:
No quiero tratar de impresionarlos con lo que puedo redactar. Comparto lo siguiente considerando que creo que el matrimonio gay es como “bendición y maldición” ante nosotros. Bencidión, porque nos ofrece la oportunidad de hacer que los judíos norteamericanos vean su reflejo en un espejo. Maldición, porque si no lo afrontamos como una razón para cambiar la mentalidad de los judíos norteamericanos, es otro paso hacia su decadencia colectiva.
Phil Lefkowitz
YEHUDÁ MACABEO: HOMÓFOBO
Platón dijo, “La homosexualidad es considerada vergonzosa por los bárbaros y por aquellos que viven bajo gobiernos despóticos, sólo como una filosofía vergonzosa para ellos, porque aparentemente no es del intertés de tales gobernantes tener entre sus súbditos grandes ideas ni poderosas amistades ni amor apasionado; todo aquello que la homosexualidad es particularmente apta para producir”. Y Plutarco dijo, “El noble amante de la belleza se imbuye en amor dondequiera que vea excelencia y lo espléndidamente dotado por la naturaleza, prescindiendo de alguna diferencia en detalle fisiológico”.
Las estadísticas en torno la expresión religiosa de los judíos norteamericanos muestran que la festividad judía más celebrada en los Estados Unidos es encencer las velas de Jánuca. Esta festividad conmemora y celebra la milagrosa victoria de Yehudá Macabeo, de su familia y del pequeño grupo que seguidores que repudiaron el decreto de Antíoco IV de eregir una estatua de Zeus en el Sagrado Templo de Jerusalén – el centro del monoteísmo –, y quienes montaron una guerrilla contra el imperio Greco-Sirio-Mesopotámico que en este entonces ocupaba el antiguo Israel.
Considerando el respaldo de tantos judíos al matrimonio gay en los Estados Unidos, uno se pregunta cómo es que pueden celebrar Jánuca, ya que hoy en día muchos catalogarían de homófobos a Yehudá Macabeo, a sus familiares los Hasmoneos, y a sus seguidores. Sí, homófobos.
Permítanme que me explique. El mundo judío de los Macabeos estaba completamente tragado por el helenismo. Asimilados por la filosofía de vida de los griegos y su especial énfasis en el fisiculturismo como lo opuesto al desarrollo espiritual, los jóvenes judíos comenzaron a hacer ejercicios físicos desnudos en los patios del Templo de Jerusalén. Intentando ocultar la “deformidad” impuesta sobre sus fisionomías para estar a tono con “lo griego”, tenían varias técnicas para maquillar la “mutilación” que sus padres les habían hecho con la circunsición. Esto, además de adoptar nombres griegos y el estilo de vida helénico como norma para los judíos de aquella época. Y ahora hacen oír sus voces quienes discuten el desafío contemporáneo que presenta la asimilación cultural, que comparan a los judíos norteamericanos con los judíos helenizados en los tiempos de los Macabeos.
Como lo demuestran las citas de Platón y Plutarco, la homosexualidad no solamente estaba ampliamente establecida en las sociedades helénicas, sino también entre los judíos helenizados de la época de los Macabeos, y era apreciada como algo valorado en el desarrollo de una sociedad “sofisticada”. Como lo indicaba Platón, son el bárbaro y el dictador los que buscan reprimir la expresión homosexual. Plutarco nos recuerda a todos la fascinación de los helenistas por el cuerpo físico, igualando arbitrariamente amor con la expresión sexual, amancebándose con individuos “especialmente dotados por la naturaleza”, fuesen hombres o mujeres, en agudo constraste con el judaísmo que concibe el amor como una manifestación mucho más trascendente que un encuentro físico pasajero.
Los Macabeos, los jasídicos de esa época, fueron la minoría que mantuvo la observancia del judaísmo y sus valores ante un mundo judío poseído por una cultura ajena y por creencias paganas. Fueron los Macabeos, y no Platón, quienes repudiaron la promiscuidad sexual abierta y rampante entre los judíos de aquellos días, que incluía la homosexualidad, viéndola como conductora hacia la destrucción del gran Templo del pensamiento judío y la pureza espiritual ejemplificada por la observancia de la Torá y sus Mandamientos. Y cuando la fortaleza del judaísmo fue penetrada, cuando el Templo fue profanado y reeregido como un santuario pagano para Zeus, a pesar de su reducido número los Macabeos concluyeron que no había otra alternativa que remontarse a las colinas y luchar a muerte por las creencias judías con el llamado a las armas: “¡Quien esté con el Eterno, que me siga!”
Vivimos en un mundo judío confuso donde aquello que es rechazado por el judaísmo es ahora una expresión de los valores judíos, como lo dió a entener una reciente declaración del presidente del Consejo Nacional Demócrta Judío, indicando que el matrimonio gay es un paso adelante en la importante tarea del Tikún Olam, el esfuerzo para traer equilibrio y perfección al mundo físico a través de los Mandamientos de D-ios. ¿Cómo pudo esto haber ocurrido? ¿Llegaría yo a sugerir que las mateméticas judías fallan?
Una de las mayores ecuaciones en la vida judía de hoy es que una posición judía respecto a algo equivale a la opinión de la mayoría de los judíos. Si damos crédito a esta ecuación y creemos que las perspectivas judías son determinadas por la mayoría de los judíos, entonces – como lo sugiere el título de este artículo – no cabe duda que Yehudá Macabeo era homófobo. Porque, ¿acaso él no estaba luchando y arriesgando su vida y las de sus seguidores contra un ejército superior y una fuerza bien armada para reinstaurar los valores del judaísmo en la sociedad judía?
A diferencia de los judíos de su época que respaldaban los sentimientos y opiniones de Platón y Plutarco, Yehudá Macabeo vio en la expresión sexual que traspasa el sagrado nexo del matromonio entre hombre y mujer, una violación de la ley Divina de D-ios. Yehudá Macabeo no dio crédito a esa conducta inmoral. Él era lo que en nuestros días llamarían fanático, alguien que siempre “pone la Biblia por delante”. Así los judíos abrazaron la victoria de los Macabeos, su ascenso tanto al Reinado como al Sacerdocio, reinstaurando los valores de D-ios como motivo de celebración: Jánuca como la celebración más popular entre los judíos que cualquier otra en nuestro vocabulario religioso.
En 1885 los dirigentes del Movimiento Reformista se congregaron en Pittsburgh para definir su sentido del judaísmo. Emitieron la “Plataforma de Pittsburgh” ahora entendida como lo que resume el judaísmo reformista clásico. En parte declara: “Segundo- Reconocemos en la Biblia el antecedente de la consagración del pueblo judío en su misión como sacerdotes del Dios único y verdadero, el valor que posee como el instrumento más poderoso de instrucción religiosa y moral. Tercero- (…) hoy aceptamos como obligante, no sólo las leyes morales y mantener solamente aquellas ceremonias para elevar y santificar nuestras vidas, sino que rechazamos todas aquellas tales como las que no se adaptaron a las visiones y hábitos de la civilación moderna”. Al respaldar el matrimonio gay, la mayoría de los judíos norteamericanos han roto con la expresión más liberalizada del judaísmo [representada por los reformistas].
Así como lo declara el judaísmo reformista, que “el antecedente de la consagración del pueblo judío en su misión como sacerdotes del Dios único y verdadero”, y “como el instrumento más poderoso de instrucción religiosa y moral”; en los términos usados hoy cuando hablan de “reglas para los radicales”, la Biblia nos enseña en el libro de Levítico que “Si un hombre se acuesta con un hombre como [lo hace] con una mujer, ambos han cometido una abominación”, “Vosotros no viviréis según las costumbres de las naciones que Yo voy a expulsar ante vosotros. Porque ellos hicieron todas esas cosas, Yo los aborrezco”.
En el libro de Isaías leemos, “Es algo muy ligero para vosotros [judíos] ser Mis servidores, establecer las Tribus de Jacob, y restaurar los vástagos de Israel; y Yo os encomendaré como luz para las naciones, ser Mi redención hasta el fin de la Tierra. (...) Y el Eterno te ha llamado en rectitud, y ha tomado tu mano, y encomendado como el pueblo del Pacto, como una luz para las naciones. (...) Y en tu luz las naciones andarán, y reyes en el esplendor de tu ascenso”.
Algo para reflexionar.
Philip Lefkowitz – Rabino de la congregación Agudat Ajim de Chicago.