domingo, 16 de septiembre de 2012

Vayalej: El Amor de Dios es Suficiente

Y Moisés fue y habló estas palabras para todo Israel(Deuteronomio 31:1) Nuestros Sabios dicen que Moisés fue a todos y cada uno de los miembros de las Tribus de Israel los impregnó con una parte de su alma. Además nos enseñan que hay una chispa de él y de su conexión con el Creador en cada alma judía. Hemos dicho frecuentemente que Moisés logró el más elevado conocimiento del Creador, Sus caminos y atributos, de ahí que él represente ese conocimiento en nuestra conciencia. En este punto de la narración de la Torá podemos entender que una de las razones de su ausencia en el cruce de Israel por río Jordán es para enseñarnos que debemos apegarnos a nuestro propio conocimiento individual del Creador para mantener nuestra conexión con Él. Moisés se refiere a esto en los versículos siguientes, reiterando lo que ha estado enfatizando a través del último libro de la Torá: “El Eterno tu Dios, Él irá delante de ti; Él destruirá esas naciones ante ti, y tú las despojarás” (31:3)

En el conocimiento de Su Presencia en nuestra vida somos verdaderamente libres, y en esta libertad no hay espacio para las naciones representadas por las ilusiones de ego y los rasgos negativos derivados de una falsa creencia o sentimiento de carencia. Estas son las naciones que desaparecen ante la Presencia Divina. Dicho de otro modo, esto ocurre cuando dejamos ir las ilusiones de ego y dejamos que Dios de hecho las borre de nuestra conciencia. Iniciamos el proceso dejando ir lo que no necesitamos en nuestras vidas. Este dejar ir es nuestra voluntad y determinación de renunciar a todo lo diferente de los modos y atributos de Amor

En este punto permitimos que el Amor de Dios sea el que venga y ocupe el espacio que dejamos en nuestra conciencia para que Él habite en nosotros. Su sola Presencia elimina lo negativo en rasgos, patrones de conducta, adicciones y hábitos que nos separan de Sus caminos. Tenemos que dar el primer paso e invitar a Dios de vuelta en todos los aspectos y dimensiones de la vida (ver en este blog nuestro comentario sobre la Parshat Vayalej: “Eligiendo Retornar al Creador” del 25 de septiembre, 2011).

Insistamos en que las fantasías e ilusiones de ego se derivan de creencias y sentimientos de carencia. Si los modos y atributos de Amor estuviesen siempre con nosotros, ¿de qué podríamos carecer? Amor, como manifestación material del Amor de Dios, es suficiente por sí mismo y no hay carencia en él. Dios es suficiente en Su Creación, porque no hay carencia en Sus caminos, atributos y obras. Una vez removamos fantasías e ilusiones, y entronicemos en nosotros el conocimiento permanente de Dios en nuestra vida, comenzaremos a darnos cuenta cuál es nuestra verdadera Esencia e identidad. Debemos ser fuertes en este conocimiento si queremos dejar ir y dejar a Dios: “Sé fuerte y de buena valentía, no temas, ni tengas miedo de ellas [las naciones]; porque el Eterno tu Dios, Él es quien camina contigo; Él no te fallará, ni te abandonará” (31:6) 

Este conocimiento define nuestra identidad judía. En este sentido Moisés, como nuestro mayor y más fuerte conocimiento del Creador, es el que garantiza nuestra relación y conexión con Él. Esta es una de las razones por la que llamamos a Moisés nuestro maestro. Él abre nuestro discernimiento, mente, pensamientos, emociones, sentimientos, pasión e instinto al conocimiento del Creador de todo lo que existeGracias a Moisés nuestro maestro conocemos los caminos, medios y atributos del Amor de Dios que evocamos dos veces al día en los rezos judíos cuando evaluamos nuestra actitud negativa ante la vida. Recordamos el momento transcendental cuando el Creador declaró A Moisés Sus trece atributos de compasión (Éxodo 34:6-7), que son también atributos que Dios quiere que manifestemos en todos los aspectos de nuestras vidas. 

Así es como lo amamos a Él, siendo y haciendo de acuerdo a Sus caminos, Su voluntad, y Sus Mandamientos. El Rey David en uno de sus Salmos también evoca los recordatorios de Moisés acerca de la futilidad de las ilusiones materiales: “Tú [Dios] has puesto nuestras iniquidades ante Ti, nuestros pecados secretos ante la Luz de Tu rostro”, “Los años de nuestra vida suman setenta, si con mucho vigor ochenta; en su mayoría son sólo afán y futilidad, pasando rápidamente y yéndose en vuelo(Salmos 90:8, 10) y esta realización nos trae de vuelta a Dios: “Que la gracia del Eterno nuestro Dios esté sobre nosotros; dispón para nosotros la labor de nuestras manos; confirma la labor de nuestras manos” (90:17)

Vivir en la negación de nuestro mayor conocimiento de Dios nos despoja de nuestra identidad judía, y caemos en lo contrario a Sus caminos y atributos: “Porque sé que después de mi muerte trataréis corruptamente, y os desviaréis del camino que os he comandado; y la maldad se ceñirá sobre vosotros en el final de los días; porque haréis aquello es que es malvado ante los ojos del Eterno, para provocarlo con las obra de vuestras manos” (Deuteronomio 31:29) Esta admonición es parte de las profecías que leemos en el último libro de la Torá

El Creador nos ama tanto, que nos advierte una y otra vez sobre las consecuencias de vivir en la falsa realidad que crean las ilusiones de ego en el mundo material. Realmente no necesitamos que se nos recuerde lo que ya sabemos por experiencia propia, considerando además que somos nosotros quienes creamos nuestra realidad individual y colectiva. Es maravilloso que el Creador ocupe tanto espacio en Su Torá para instruirnos acerca de lo que la idolatría es para que nosotros nos demos cuenta lo que Su Amor es por nosotros.

Ya hemos mencionado antes que el Deuteronomio narra el Amor de Dios por Israel. Dios nos ama, Él nos sustenta, Él es compasivo con nosotros, Él es nuestro único y exclusivo Redentor. Y nos damos cuenta de esta Verdad eterna cuando reciprocamos Su Amor, ya que amándolo es como nos apegamos a Él en el deleite de Su Presencia. Sólo entonces sabremos quiénes somos realmente. Tenemos que despertar de las ilusiones materiales que hemos creado desde que plantamos en nuestra conciencia la madre de todas las ilusiones. Esa que nos hace creer que estamos separados de Dios. 

Esta es la ilusión que nos dice que el Dios de cuya Esencia fuimos creados, y cuya Esencia nos da vida e identidad, no es suficiente. Si echáramos un vistazo rápido a la Creación de Dios, tan sólo al universo en el que estamos, ¿no es acaso suficiente? Qué tal lo infinito y lo eterno, ¿acaso no son suficientes? Entonces, ¿qué es eso que no creemos suficiente? Para ego nada es suficiente, y nos lo dice constantemente. Esa es definitivamente la peor de todas las ilusiones materiales... creer que nada es suficiente.

El Profeta nos invita una vez más a abandonar nuestros actitudes negativas y destructivas, y a retornar a lo bueno que es el Amor de Dios: “y retornad al Eterno, decidle a Él: 'Perdona toda iniquidad, y acepta aquello que es bueno [en nosotros] (…) Porque los caminos del Eterno son rectos, el justo camina en ellos; pero los transgresores resbalan en ellos” (Oseas 14:3, 10) y tenemos que dar el primer paso para remover todas las fantasías e ilusiones que vivimos, y borrar todos los espejismos construidos por la mayor de las ilusiones de ego. Porque Dios es suficiente, nosotros somos suficientes, la vida es suficiente, y todas las cosas buenas de Amor son las bendiciones de Dios, que también son suficientes.

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.