La
última porción del primer libro de la Torá termina con la muerte
de José, luego de narrar el entierro de Jacob ante toda su familia,
seguido por las bendiciones para sus hijos incluidos los de José.
Las últimas bendiciones de Jacob abarcan rasgos y cualidades que
forman la identidad de Israel.
Como hemos indicado en nuestros comentarios anteriores sobre esta porción en este blog, esas bendiciones son dadas en aras de la unidad e integración de Israel como familia y como Nación: “(...) 'Reuníos juntos',” “Juntaos vosotros, y escuchad, vosotros hijos de Jacob; y obedeced a Israel vuestro padre” (Génesis 49:1-2). En este contexto podemos entender las palabras de Jacob dando forma a la identidad de Israel.
Como hemos indicado en nuestros comentarios anteriores sobre esta porción en este blog, esas bendiciones son dadas en aras de la unidad e integración de Israel como familia y como Nación: “(...) 'Reuníos juntos',” “Juntaos vosotros, y escuchad, vosotros hijos de Jacob; y obedeced a Israel vuestro padre” (Génesis 49:1-2). En este contexto podemos entender las palabras de Jacob dando forma a la identidad de Israel.
La
identidad abarca una amplia variedad de facetas, niveles y
dimensiones que, siendo diversos, forman parte de la misma unidad.
Nuestro más formidable desafío en la vida es integrarlos todos como
una unidad armónica funcional. Jacob bendice a sus hijos con
preciosos talentos y potenciales que presenta como ramas del mismo
árbol. Además de ser extensiones como expresiones de la conciencia,
también están contenidas unas dentro de las otras. Las bendiciones
se manifiestan siempre y cuando procuremos su significado y
propósito.
Necesitamos la astucia de Dan para defender la bondad de José y proteger la sabiduría de Torá en Issajar. Requerimos de la regencia de Judá hacia la Redención de Amor para guiar a Zebulún en sus travesías por el mar, y fortalecer la elocuencia de Neftalí para proclamar la disposición de Benjamín para defender la justicia, la rectitud y la libertad. Necesitamos el Amor transformador de José para que tenga éxito la regencia rectificadora de Judá con el fin de erradicar las tendencias negativas de ego como son la ira y la violencia.
Necesitamos la astucia de Dan para defender la bondad de José y proteger la sabiduría de Torá en Issajar. Requerimos de la regencia de Judá hacia la Redención de Amor para guiar a Zebulún en sus travesías por el mar, y fortalecer la elocuencia de Neftalí para proclamar la disposición de Benjamín para defender la justicia, la rectitud y la libertad. Necesitamos el Amor transformador de José para que tenga éxito la regencia rectificadora de Judá con el fin de erradicar las tendencias negativas de ego como son la ira y la violencia.
También
son bendiciones las directrices que corrigen el curso negativo de
fantasías e ilusiones. En este sentido, cuando Jacob condena la ira
y violencia de Simeón y Leví, es una bendición para el bien de
ellos. Es una bendición nuestra decisión de rechazar las tendencias
negativas de la conciencia, ya que elegimos lo bueno y no lo malo. Del mismo modo somos bendecidos cuando se nos recuerda respetar los
derechos de otros para que a su vez ellos respeten los nuestros, como
ocurrió con las palabras finales de Jacob a Rubén.
Las últimas palabras de Jacob para sus hijos contienen valores éticos como directrices para realzar y fortalecer los potenciales positivos en nuestra conciencia. La vida realmente es una vasija en la que el Creador derrama sus bendiciones. Así mismo se espera que cada nivel de conciencia las viva y las manifieste en su entorno inmediato.
Las últimas palabras de Jacob para sus hijos contienen valores éticos como directrices para realzar y fortalecer los potenciales positivos en nuestra conciencia. La vida realmente es una vasija en la que el Creador derrama sus bendiciones. Así mismo se espera que cada nivel de conciencia las viva y las manifieste en su entorno inmediato.
Vivimos
verdaderamente las bendiciones de Dios cuando integramos todos los
aspectos de la vida hacia lo bueno que tienen las bendiciones. La
premisa para esto es discernir, pensar, sentir, hablar y actuar en
los modos y atributos de Amor, con el fin hacernos conscientes de que
el Amor de Dios es la
bendición. No podemos esperar ser felices, satisfechos y plenos, si
Amor está ausente en nuestra vida. Amor hace la diferencia entre lo
real y trascendente, y la ilusión pasajera. En este sentido Amor
trasciende tiempo y espacio como la Esencia que nos da vida y
sustenta nuestra identidad, más allá de la vida.
Amor es lo que somos y tenemos antes de nacer y después de morir. Amor es lo que nos mantiene vivos aquí y después de la muerte. En este conocimiento nos damos cuenta que Amor es lo que poseemos más allá del mundo material.
Amor es lo que somos y tenemos antes de nacer y después de morir. Amor es lo que nos mantiene vivos aquí y después de la muerte. En este conocimiento nos damos cuenta que Amor es lo que poseemos más allá del mundo material.
Alguna
vez dijimos, igualando el estudio de la Torá a un acto de Amor, que
quien ama todos los días le está asegurado un lugar en Mundo
Venidero. Esto considerando que los modos del mundo son los modos de
Amor. En un significado más profundo y en términos prácticos,
mientras amemos todos los días, los modos de Amor se vuelven
nuestros modos que también lo serán después de morir. De ahí que
Amor sea lo único que permanece en nosotros al dejar el mundo
material.
Entre más amemos cada día, más seguiremos amando en los días que seguirán a nuestra muerte. Esto es con el fin de reconocer y abrazar Amor como nuestra Esencia y verdadera identidad, tanto aquí en el mundo material como más allá de este. Es así como entendemos la trascendencia de Amor. Algunos la comparan con la del alma, ya que ambos existen más allá de las limitaciones de tiempo y espacio.
Entre más amemos cada día, más seguiremos amando en los días que seguirán a nuestra muerte. Esto es con el fin de reconocer y abrazar Amor como nuestra Esencia y verdadera identidad, tanto aquí en el mundo material como más allá de este. Es así como entendemos la trascendencia de Amor. Algunos la comparan con la del alma, ya que ambos existen más allá de las limitaciones de tiempo y espacio.
La
lección en este punto es hacernos conscientes en cada momento que
Amor es nuestra verdadera identidad ahora y después. Esta identidad es el
cimiento fundamental de todas las bendiciones, incluyendo las de
Jacob para sus hijos. Todo lo que somos y podemos ser con las
bendiciones que somos, lo manifestamos siempre y cuando las
impregnemos con los modos y atributos de Amor, que son los medios
para manifestar los caminos del Creador, como nos lo enseña Él en
su Torá.
El Rey David nos lo recuerda en sus últimas palabras al
bendecir a su hijo y heredero, Salomón: “(...) que el Eterno
cumpla Su palabra que Él habló concerniente a mí, diciendo: 'Si tus
hijos cuidan su camino, caminando ante Mí en [con la] verdad, con
todo su corazón y toda su alma, ellos no te fallarán', dijo Él,
[como si fuera] un hombre en el trono de Israel” (I Reyes 2:4).
Este es el camino donde encontramos nuestra Esencia y verdadera identidad. Debemos entender que Amor es el camino donde nos encontramos a nosotros mismos, y también el medio para encontrar a nuestro Creador. Porque su Amor es la Verdad en la que andamos con nuestro propio Amor.
Este es el camino donde encontramos nuestra Esencia y verdadera identidad. Debemos entender que Amor es el camino donde nos encontramos a nosotros mismos, y también el medio para encontrar a nuestro Creador. Porque su Amor es la Verdad en la que andamos con nuestro propio Amor.