domingo, 16 de junio de 2013

La Conciencia Mesiánica en la Profecía Judía (IX): Zacarías

El Sumo Sacerdote es convocado en el tercer capítulo del mensaje encomendado a Zacarías, porque aquel representa el máximo conocimiento de nuestra conexión permanente con el Creador. Si este conocimiento está ausente en nuestra conciencia, juzgaremos por lo que lo sustituyemos. Dicho de otro modo, como los Sabios jasídicos enseñan, los niveles de la conciencia son vasijas vacías en espera de ser llenadas. Si las llenamos con codicia en vez de generosidad, ambición en vez de solidaridad, o disputa en vez de armonía, se manifestarán según lo que pongamos en ellas. De ahí que debamos ser cuidadosos con lo que ponemos en nuestros pensamientos, emociones, sentimientos, pasiones e instintos. Nuestra Redención individual y colectiva comenzará cuando los mantengamos llenos de los caminos y atributos del Creador. El conocimiento más elevado de nuestro nexo permanente con Dios es el comienzo de este proceso.

"Así dice el Eterno de las multitudes: Si anduvieres en Mis caminos, y si guardares Mi ordenanza, y también tú gobernarás Mi casa, también tú cuidarás Mis atrios; entonces Yo te daré libre acceso entre estos que esperan". (Zacarías 3:7)

El Creador reafirma Su Redención restaurando el conocimiento permanente de que estamos unidos a Él. En esta realización todos los aspectos y dimensiones de la conciencia son guiados por Su voluntad. Estos son la casa y los atrios ocupados por Sus caminos y atributos. Pero primero debemos remover de aquellos las fantasías e ilusiones de ego. Al vivir en modos positivos, invitamos y manifestamos amorosa bondad en lo que somos, tenemos y hacemos.

Los modos y atributos de Amor nos dan la libertad que precede nuestra Redención total y final. La Conciencia Mesiánica se manifiesta a través del pleno conocimiento de Amor como nuestra Esencia y verdadera identidad. El Sumo Sacerdote representa la piedra fundamental que sostiene todas las facetas de la vida, simbolizadas por los siete días de la Creación. Una vez integramos los caminos del Creador como nuestros, todo lo negativo desaparece y Amor es el regente que une y armoniza nuestra conciencia. Esto lo viviremos en cada uno de nosotros, y reflejado en nuestro entorno.  

"Porque he aquí que la piedra que he puesto sobre Josué [el Sumo Sacerdote en aquellos tiempos], sobre una piedra hay siete lados. He aquí que Yo la marcaré en ella, dice el Eterno de las multitudes: Y Yo removeré la maldad de la tierra en un día. En ese día, dice el Eterno de las multitudes, todos vosotros habréis de llamar a cada hombre su vecino bajo la viña y bajo la higuera." (3:9-10)

Los siete lados mencionados por el Profeta también simbolizan las siete emociones humanas, como principios positivos descritos en el Zohar. Amorosa bondad (1) como principio integrador que genera poder (2) para establecer armonía [un orden armónico] (3) como el triunfo (4) que prevalece para dar honor (5) a la fundación (6) en la que todas las dimensiones de la vida son regidas bajo la manifestación material del reinado (7) del Creador. En este conexto las cualidades y atributos de Amor deben reinar para que la verdad prevalezca en nuestros juicios, aquello considerado justo. Así verdad es la manifestación de Amor, como también lo son compasión y misericordia. Justicia es lo que hace Amor al remover las tendencias negativas de la conciencia como indolencia, opresión, indiferencia y crueldad.

"(...) 'Así ha hablado el Eterno de las multitudes, diciendo: Haced justicia verdadera, y expresen misericordia y compasión cada hombre a su hermano. Y no oprimáis a la viuda, ni al huérfano, ni al pobre; y no dejéis que ninguno de vosotros haga mal contra su hermano en vuestro corazón" (7:9-10)

Nuestros juicios negativos reflejan pensamientos, emociones y sentimientos negativos hacia nosotros y los demás. Cada hombre es una extensión de nuestra propia conciencia, de ahí que sea un hermano. Una viuda y un huérfano también representan algo bueno en nosotros que perdió su entereza o su sustento, y que requieren nuestra atención y apoyo para recuperar su entereza. Del mismo modo que cuidamos nuestras propias viudas y huérfanos en nuestra conciencia, debemos protegerlos en nuestro entorno.

La misma actitud se aplica al converso como aspiración en espera de ser realizada y consumada, y al pobre como la debilidad que debe ser fortalecida. Asistimos al converso para que se convierta en parte integral de nuestra Nación y de nuestra tierra. Apoyamos y educamos al pobre para que desarrolle su potencial y adquiera las riquezas existentes en su identidad judía.

Al amarnos a nosotros mismos lo suficiente para refinar y realzar todos los niveles de conciencia mediante los caminos y atributos de Dios, bondad es el efecto porque bondad es la causa. En pleno conocimiento de la bondad como Amor, no hay maldad en la manera como nos relacionamos con nosotros mismos y con los demás. Del mismo modo en que lo bueno abarca todos los aspectos de la vida individualmente, también nos une colectivamente.

"Y aconteció que, cuando Él llamó, ellos no oían; entonces ellos llamarán y Yo no oiré, dijo el Eterno de las multitudes. Y Yo los dispersaré con un torbellino entre todas las naciones que ellos no han conocido. Así la tierra fue desolada detrás de ellos, para que ningún hombre pasara por ella o regresara; porque ellos dejaron desolada la tierra placentera'." (7:13-14)

Una vez más el Profeta nos advierte acerca de la causa y el efecto de nuestra separación de los caminos del Creador. Cuando preferimos oír las voces de las ilusiones y fantasías de ego, no oímos la voz de Dios y Él tampoco oye la nuestra. Las ilusiones de ego exilian nuestra conciencia y dispersan nuestra bondad potencial entre lo negativo. Aunque Dios se atribuye nuestra dispersión entre las naciones, de hecho hemos sido nosotros quienes propiciamos nuestro exilio.

Nuestra bondad no conoce envidia, codicia o maldad, como "naciones" que oprimen nuestra Esencia y verdadera identidad. Las naciones que convierten en desolación lo buena y placentera que es la vida, la cual también es nuestra tierra. El Amor de Dios es mayor que nuestro Amor. En Su compasión, el Creador no olvida Su Pacto que es el nexo permanente con nosotros.

"Y la palabra del Eterno de las multitudes vino, diciendo: 'Así dice el Eterno de las multitudes: "Yo estoy celoso de Sión con gran celo, y estoy celoso de ella con gran furia". 'Así dice el Eterno: "Yo retorno a Sión, y moraré en Jerusalén; y Jerusalén será llamada Ciudad de la Verdad; y la montaña del Eterno de las multitudes [será llamada] la montaña sagrada." (8:1-3)

La Torá y las Escrituras Hebreas se refieren a los celos de Dios para indicarnos la intensidad de Su Amor. Él también quiere que lo amemos con un Amor intenso y exclusivo. Un gran Amor ardiente y mutuo sella nuestro nexo eterno con Él, en un tiempo y espacio llamado Sión/Jerusalén. Este tiempo y espacio es también la verdad sagrada en la que queremos vivir eternamente. La verdad llena amplios lugares donde expresiones vitales de vigor se manifiestan en la libertad total de Amor. En este conocimiento somos Uno con el Creador.

"Y los amplios lugares de la ciudad estarán llenos de muchachos y muchachas jugando en ellos. Así dice el Eterno de las multitudes: Si será maravilloso en los ojos de este pueblo en aquellos días, también será maravilloso en Mis ojos, dice el Eterno de las multitudes." (8:5-6)

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.