Nuestro destino es conocer al Creador de todo. Seamos conscientes de que Él es la causa de lo que somos, tenemos y hacemos. Esto a pesar de la creencia egocéntrica de que somos los únicos dueños de lo que presumimos ser, de lo que creemos tener, y de lo que consideramos hacer. Es un hecho concreto que el conocimiento nos otorga la fuerza y el poder para pensar, sentir y hacer respecto a nuestras circunstancias y entornos. Lo que tenemos que discutir aquí es la clase de conocimiento que nos conduce a asumir y actuar en consecuencia.
Existe un conocimiento que integra, unifica y eleva todos los aspectos de nuestra conciencia, y cuando lo vivimos también lo reflejamos en nuestro entorno y nuestra relación con los demás. También hay un conocimiento que separa, divide y subyuga nuestra conciencia para pensar, sentir y actuar de acuerdo a este. De ahí que tengamos que procurar el anterior y rechazar el posterior. El anterior es el conocimiento del Creador. Este es el conocimiento que habla a través de nosotros, nos conduce y rectifica creencias que dividen, sentimientos que separan, emociones que subyugan, pasiones que oprimen e instintos que destruyen.
Existe un conocimiento que integra, unifica y eleva todos los aspectos de nuestra conciencia, y cuando lo vivimos también lo reflejamos en nuestro entorno y nuestra relación con los demás. También hay un conocimiento que separa, divide y subyuga nuestra conciencia para pensar, sentir y actuar de acuerdo a este. De ahí que tengamos que procurar el anterior y rechazar el posterior. El anterior es el conocimiento del Creador. Este es el conocimiento que habla a través de nosotros, nos conduce y rectifica creencias que dividen, sentimientos que separan, emociones que subyugan, pasiones que oprimen e instintos que destruyen.
"Parado estaré en mi vigía, firme estaré en la torre, y velaré para ver lo que Él hablará en mí, y yo responderé cuando sea reprobado." (Habacuc 2:1)
El Profeta nos invita a estar permanentemente vigilantes de nuestros pensamientos, emociones, sentimientos, pasiones e instintos. Esta "vigía" acontece en una "torre" que simboliza la altitud que debemos tener para conectarnos y compenetrarnos con el Creador, porque así es como Él habla en nosotros. En nuestra conexión constante con Dios, mediante nuestro conocimiento de Él, conduce nuestro discernimiento. Nos inspira a reconocer nuestras transgresiones y a rectificarlas mediante Sus caminos y atributos. En este conocimiento y realización nos damos cuenta de que lo bueno, incluyendo los demás modos y medios de Amor, son los atributos justos que elegimos vivir. Estas son las cualidades a las que debemos fidelidad, la fe por la que vivimos.
"(...) pero el justo vivirá por su fe."(2:4)
Lo contrario a estos modos, medios, atributos y cualidades son las fantasías e ilusiones de ego, que traicionan el conocimiento de nuestra Esencia y verdadera identidad. Una falsa creencia puede llevarnos a falsos pensamientos, emociones, sentimientos y pasiones. Este predicamento empeora cuando la agenda separatista de ego impone sus deseos. Esto se nota en nuestra soberbia y orgullo, que nuestros Sabios consideran las peores formas de idolatría junto con la ira. En nuestra soberbia caemos en la ira y rechazamos lo que se opone a la falsedad o negatividad de nuestras creencias. En ese predicamento estamos realmente muertos, porque todo lo proveniente de una actitud egoísta ante la vida niega la unidad y elevación de los modos y atributos de Amor. Las fantasías y deseos de ego se unen a las tendencias negativas de la conciencia, representadas por las "naciones" y "pueblos".
"Ciertamente el vino es un socio traicionero, el soberbio no accede; aquel que ensancha su deseo como tumba y es como muerte que no puede saciarse. Y junta para sí todas las naciones. Y amontona para sí todos los pueblos." (2:5)
Nuestra caída comienza cuando sometemos todos los aspectos y dimensiones de la conciencia a las fantasías e ilusiones de ego. Esto ocurre cuando alimentamos falsas creencias que se convierten en obsesiones, hábitos, apegos y adicciones; aquello que el Profeta llama aquí una ciudad construida sobre la iniquidad.
"¡Ay de aquel que construye un pueblo con sangre, y funda una ciudad con iniquidad!" (2:12)
El antídoto contra caer en las fantasías e ilusiones de ego es el conocimiento del Creador. Este es el fuego que transforma y eleva nuestra conciencia para conectarnos con Dios. Esta es nuestra labor como tarea y deber que tenemos que perseguir como nuestro destino. Es el comienzo para entrar en la Conciencia Mesiánica, contraria a la vanidad y futilidad de las fantasías e ilusiones de ego junto con las tendencias negativas en la conciencia.
"¿Acaso no proviene del Eterno de las multitudes que los pueblos laboren por el fuego, y que las naciones se fatiguen en su vanidad?" (2:13) "¿Qué ganancia hay en la imagen tallada para el que la creó, y para la imagen tallada, y para el que enseña mentiras; que el que las crea confía en ellas, para hacer ídolos mudos?" (2:18)
Entramos en la Conciencia Mesiánica cuando comenzamos a conocer los caminos y atributos de Dios, y a vivir en ellos. Así es como realizamos nuestro destino. Debemos reiterar una vez más que la Gloria de Dios es el Amor de Dios. Ya conocemos que "la Tierra está llena de Su Gloria", y depende de nosotros ser plenamente conscientes de ello como la culminación de nuestra Redención Final.
"Porque la Tierra estará llena del conocimiento de la Gloria del Eterno, como las aguas llenan el mar." (2:14)
Nuestro Creador quiere que lo conozcamos. Por ello nos dio Su Torá. Entonces tenemos que abrir nuestro corazón a Su Amor, de donde proviene todo lo que existe. Al permitir que los modos y atributos de Amor guíen y dirijan todos los aspectos de nuestra conciencia, el Amor de Dios nos conducirá a Su conocimiento. En nuestra separación, bajo la soberbia y la arrogancia de nuestra ira, le pedimos a Él que nos redima en Su compasión, gracia y amorosa bondad.
"Oh Eterno, aviva Tu obra en medio de los tiempos, en medio de los tiempos házla conocer; en la ira acuérdate de la compasión." (3:2)
Al retornar a la conexión y compenetración permanentes con nuestro Creador, y entramos en la Conciencia Mesiánica como la Redención Final, nos regocijaremos eternamente caminando con Él en lo más sublime de nuestra conciencia de vivir verdaderamente a plenitud.
"Por lo que me alegraré en el Eterno, y me regocijaré en el Dios de mi Redención. Dios, el Eterno, es mi fortaleza y Él aligera mis pies como cervatillos, y en mis alturas Él me hace andar" (3:18-19)