domingo, 15 de marzo de 2015

La Conciencia Mesiánica en la Profecía Judía (C) Isaías

El Espíritu de Dios el Eterno está en mí, porque el Eterno me ungió para proclamar buenas nuevas para los humildes. Él me envío a vendar los corazones rotos, a proclamar libertad para los cautivos, a soltar los atados. A proclamar el año del buen deleite del Eterno, y el día de retribución de nuestro Dios, a confortar todos los dolientes.” (Isaías 61:1-2)

El Profeta habla como uno de los hijos de Israel ungidos para cumplir la voluntad del Creador para el mundo material. Este no es sólo un privilegio dado a Isaías sino a todo Israel. En este contexto el Profeta es la referencia individual que debe seguir todo Israel, porque es el pueblo elegido para hacer prevalecer el bien en la conciencia humana.

Así también asimilamos las buenas nuevas como el bien que Dios derrama solamente entre los humildes, porque la humildad es la vasija vacía que Él llena con Su amorosa bondad y verdad. Estas son los principios destinados a conducir todos los aspectos y dimensiones de la vida.

Hemos mencionado con frecuencia lo que nuestros Sabios dicen en torno a los humildes, cuando señalan que Dios no se sienta con los arrogantes, porque están llenos de sí mismos. De ahí que no tangan espacio dentro de sí para que Dios more con ellos.

Debemos vaciar nuestra conciencia de las fantasías e ilusiones de ego para poder llenarla con los modos y atributos de Amor. También seamos conscientes de que estos últimos no coexisten con nada contrario a ellos.

Como hemos indicado antes, la unción de Dios es Su amorosa bondad y verdad para que nos liberemos del predicamento de las tendencias y rasgos negativos. Así es como curamos los quebrantos de corazón, y soltamos las ataduras de adicciones, obsesiones y apegos negativos.

Amor rompe nuestras ataduras y cadenas para proclamarse como nuestro nexo común con el Amor de Dios, el cual es Su buen deleite.

El conocimiento permanente de los modos y atributos de Amor es el día de la retribución de Dios para confortar nuestros días de miseria, sufrimiento y dolor bajo la opresión de la envidia, codicia, lujuria, soberbia, ira, indiferencia, indolencia, frustración, depresión, crueldad y sus sinónimos.

A llamar a los dolientes en Sión, para darles esplendor en vez de cenizas. El aceite de la dicha en vez del dolor, un manto de alabanza para un espíritu de abatimiento. Y Él está llamándolos 'Árboles de rectitud, el plantío del Eterno para adornarlo'. Y ellos han reconstruido la desolación de antaño, la destrucción de los antiguos ellos han levantado. Y ellos han renovado ciudades devastadas, la desolación de generación en generación.(61:3-4)

Sión nuevamente es reiterada como el tiempo y espacio donde nos hacemos plenamente conscientes de nuestro nexo y conexión eternos con el Amor de Dios. Ahí nosotros los dolientes estamos reunidos y convocados para entrar en la nueva conciencia que Dios prometió en Su Redención Final.

En la conciencia Mesiánica Él nos da los adornos de los modos y atributos de Amor, en vez de las cenizas de las fantasías e ilusiones de ego. También nos unge con el aceite que nos hace conscientes de la dicha que Dios quiere que vivamos en nuestro conocimiento de Él. Dicha y alabanza como nuestro más dulce placer y deleite ante Su Luz revelada a nosotros.

En este conocimiento no hay lamentación, abatimiento ni nada distinto a los modos y atributos de Amor. Estos últimos, como nuestra esencia y verdadera identidad, nos hacen ser llamados “árboles de rectitud”, porque estamos destinados a ser el plantío adornado del Creador.

Una vez asimilamos e integramos Amor como nuestro único regidor y conductor de todos los aspectos de la vida, en este conocimiento permanente reconstruimos lo que ha sido destruido y desolado en nuestra conciencia, rectificando y corrigiendo las acciones erradas contra nosotros, contra otros y contra nuestro entorno.

De este modo convertimos lo erróneo en correcto, negativo en positivo, confusión en claridad, resentimiento en gratitud, codicia en generosidad, ira en aceptación, lujuria en esmero, indiferencia en solidaridad, indolencia en ayuda, adicción y apego en liberación, envidia en caridad, crueldad y odio en Amor, tinieblas en Luz.

Las tendencias y rasgos negativos en la conciencia son las ciudades devastadas que debemos reconstruir siendo y haciendo lo opuesto a aquellos.

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.