domingo, 29 de marzo de 2015

La Conciencia Mesiánica en la Profecía Judía (CII) Isaías

En vez de tu vergüenza y confusión, una segunda vez cantarán debido a su porción. Por lo tanto a su tierra por segunda vez la tomarán por posesión, dicha eterna es para ellos.(61:7)

Isaías habla al pueblo de Israel en segunda y tercera persona. Primero, como el pueblo que ha vivido en vergüenza y confusión debido a su separación de los caminos y atributos de Dios. La opción de preferir vivir en las tendencias y rasgos negativos de ego resulta en sus consecuencias, las cuales son vergüenza y confusión. Segundo, como el pueblo que retorna a su esencia y verdadera identidad, que son nuestra dicha y alegría (nuestrocanto”).

Una vez que abracemos completamente lo que realmente somos, regresaremos por segunda vez a tomar posesión de nuestra preciosa Tierra Prometida, la cual también es nuestra dicha que esta vez será eterna.

Por que Yo soy el Eterno que ama justicia, que odia el saqueo como ofrenda de elevación. Y Yo les he dado su recompensa con lo verdadero, y hago para ellos un Pacto eterno.(61:8)

El Creador reitera las cualidades éticas de Su Amor, porque Él ama la justicia. De ahí que a Él no le guste condonar el saqueo, robo o pillaje de lo que no es legítimamente nuestro, y tampoco le guste que le ofrenden tales cosas. Nos referimos aquí no sólo a posesiones materiales sino también a cualidades y rasgos ajenos a nuestra verdadera identidad.

Dios no quiere arrogancia, codicia, envidia, lujuria, indiferencia, indolencia, ira ni nada diferente al bien de los modos y atributos de Amor. Estos últimos son nuestra verdad y recompensa que Dios nos otorga como un Pacto eterno con Él.

Y conocida entre las naciones ha sido la simiente de ellos, y sus descendientes entre los pueblos. Todos los que los vean los reconocerán, porque ellos son una simiente que el Eterno ha bendecido.(61:9)

El bien del Amor de Dios es nuestra simiente que también es la Torá como nuestra identidad judía, por la que somos conocidos entre las naciones. Mencionamos a menudo que nuestros descendientes no solamente son nuestros hijos sino también las contribuciones que hacemos al mundo. Debido a estas los hijos de Israel han sido conocidos y reconocidos a través de la historia. El bien que Israel otorga a las naciones es precisamente la simiente que Dios ha bendecido en la conciencia humana.

Yo me regocijo grandemente en el Eterno, mi alma se deleita en mi Dios, porque Él me viste con prendas de redención, con un manto de rectitud me cubre. Como un novio prepara sus ornamentos, y como una novia se engalana con sus joyas.(61:10)

El bien es la razón de nuestra dicha, ya que este proviene del Amor de Dios. Los modos y atributos de Amor son las prendas del bien con el que Dios nos viste. Estos ciertamente son nuestra libertad y Redención de las tendencias y rasgos negativos de las fantasías e ilusiones de ego.

Estas vestiduras son la rectitud y justicia inherentes al bien. En estas nos regocijamos, porque son las prendas y joyas de la verdadera identidad que estamos destinados a ser, tener y manifestar.

Porque, así como la tierra brota sus retoños, y como un huerto hace que su cosecha florezca, ¡así Dios el Eterno hace que la rectitud y la alabanza broten ante todas las naciones!(61:11)

Entramos en la Redención de Dios y la era Mesiánica cuando entronizamos Amor como el regidor y conductor natural de todas las facetas de la vida. Los modos y atributos de Amor son las simientes que plantamos en el campo de la vida, y Amor es lo que brota y florece para ser nuestra rectitud y alabanza.

Esta es nuestra identidad para iluminar el mundo, y hacer que el bien de Amor también sea la semilla y la cosecha para también redimir a las naciones.

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.