lunes, 26 de septiembre de 2016

El Cantar de los Cantares: La Historia de Amor entre Dios e Israel (VI)

Susténtame con galletas de uvas, nútreme con manzanas, porque estoy enferma de amor.” (2:5)

La creación de Dios proviene de Su amor, y es mantenida con Su amor. En este conocimiento Israel reconoce ese principio fundamental, de ahí que la escogida del Creador constantemente pregunte por Su amor como la fuente de su existencia y sustento.

La alegoría de las galletas de uvas y las manzanas representa tanto el sustento espiritual como material, ya que ambos son necesarios para que Israel cumpla su misión en el mundo.

Israel se los pide a Dios por el amor que ella le tiene. Estas son peticiones motivadas por un amor intenso y profundo. Es como si ella dijera, “Porque añoro tanto (intensa y apasionadamente) Tu amor, quiero que Tú me ames dándome el sustento apropiado que necesito para ser quien Tú quieres que te ame (haciendo lo que quieres que yo haga en el mundo material)”.

Su mano izquierda está bajo mi cabeza, y Su diestra me abraza.” (2:6)

Este es uno de los versículos más hermosos en este Cantar de los Cantares. ¡Hermoso como amoroso! ¡En verdad resume la relación entre Dios e Israel en todas sus dimensiones!

En la tradición judía, la diestra de Dios representa amorosa bondad, y la izquierda Su poder para dar un orden a la amorosa bondad. Orden, dirección, y propósito como verdad, ya que efectivamente en el bien de Dios hay un orden y propósito dirigidos a hacer prevalecer la amorosa bondad como la fuente de sustento de la creación de Dios.

Orden y propósito como verdad de Dios están establecidos en Su Torá para Israel y las naciones, siendo Israel la conductora de este orden y propósito. En este contexto, la izquierda de Dios es la Torá que sostiene la capacidad cognitiva de Israel, ya que la Torá es la fundación de la razón de ser de Israel. Esta define su esencia e identidad en el mundo material. Así entendemos que la izquierda de Dios está bajo la cabeza de Israel.

La Torá es la expresión material de la voluntad de Dios como Su plan para Su creación. Estamos vivos debido a esta voluntad que es como el aire mismo que respiramos. Aprendemos del espíritu de la voluntad de Dios mediante el estudio de la Torá, y podremos asimilar plenamente Sus caminos y atributos como el espíritu que sustenta todo lo existente. Todo lo que es contiene una esencia y un propósito, aún si nuestro entendimiento no lo logre asimilarlo.

Esta esencia incluye nuestras actos y creaciones individuales como parte del principio universal de causa y efecto, establecido por la expresión creadora de Dios. Esta contiene imperativos éticos y morales debido al hecho de que todos los actos tienen consecuencias.

De esta manera nos hacemos conscientes de los potenciales para construir o destruir, y adoptar el imperativo moral de crear bien para sostener la vida, en aras del bien. Nuestras obras hablan de lo que somos, y si las hacemos con el bien derivado de los modos y atributos de amor podremos regocijarnos por emular los modos y atributos del Creador.

Entendamos la diestra de Dios como Su infinita amorosa bondad que abraza a Israel con amor eterno, porque ella es Su escogida para revelar Su amorosa bondad y verdad en el mundo.

Hay un claro contenido y propósito ético en este versículo, porque amor no es simplemente una emoción o pasión entre dos amantes. El tipo de amor que vemos en este abrazo va mucho más allá porque existe un propósito, un orden y un destino para ser cumplidos, que son la voluntad de Dios para el mundo. Se trata de que estos hagan que el bien sea el regente para conducir y prevalecer en todos lo aspectos, facetas y dimensiones de la vida.

La regencia o reino de Dios es Su voluntad manifiesta en el mundo material, tal como la vivimos. La regencia es la voluntad realizada del bien en la creación de Dios. De ahí que el bien sea el principio rector reinante como “hacedor” que implica un orden establecido con un propósito o fin decretado.

En este sentido la regencia es un ordenamiento o manera de hacer que las cosas pasen o sean hechas, en vez de vivir en una serie de circunstancias que dependen de un “rey”.

La regencia como reino contiene y abarca medios y maneras que en sí mismos son el propósito y la finalidad para ser alcanzados. La revelación del reino de Dios significa que todo lo que Él quiere que sea y ocurra en el mundo material se manifestará en su totalidad. Este es el principio detrás de la redención final de Israel y la era mesiánica, anunciado por Dios a través de los profetas en nuestra tradición judía.

El reino o regencia integra todas las expresiones potenciales del bien como el camino y el medio mediante los cuales se conducirá la humanidad en cada aspecto y dimensión de la vida.

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.