domingo, 26 de junio de 2011

Parshat Jukat: La Pureza de la Vida como Regalo Divino


Todos los Mandamientos, estatutos y decretos mencionados en la Torá están relacionados con el Plan Divino que abarca la Creación de Dios, y son dados particularmente a Israel porque dicho Plan es parte de la misión de Israel en este mundo. Aunque no podemos comprender la Esencia de Dios o su Plan, la Torá nos hace claramente conscientes de que Israel está destinado a realizar Su voluntad, por tanto Él nos encomienda hacerlo: "Este es el decreto de (chukat) la Torá que el Eterno ordenó, diciendo: 'Habla a los hijos de Israel (…)'." (Números 19:2).

Nuestros Sabios explican que la vida intrínsecamente es pura y todo lo relacionado con ella debe ser puro, mientras que la muerte representa exactamente lo contrario. En este sentido, nuestra vida se vuelve impura cuando la adulteramos con todo aquello que va contra su integridad, dignidad, honor y bondad. En otras palabras, lo que esté contra los caminos y atributos de Amor, porque Amor es la Esencia de la vida como el Amor de Dios es la Esencia y propósito de Su Creación.

En consecuencia, purificación es la manera de mantener Amor siempre presente en nuestras vidas. Debemos comprender que el mensaje aquí es entender impureza como el resultado de invitar aquello que representa lo contrario a la vida. Estamos verdaderamente vivos en los modos de Amor, los senderos puros que el Creador nos encomienda vivir, porque Amor nos protege de las impurezas de las bajas pasiones y los deseos negativos de ego.

La verdadera vida es alimentada por las aguas del Amor de Dios. Nuestros Sabios místicos enseñan que Aarón, Miriam y Moisés representan nuestro mayor conocimiento del Creador; y para nosotros es el conocimiento de Su Amor. Aarón es nuestra sabiduría, Miriam nuestro entendimiento, y Moisés nuestro conocimiento.

Mientras estas cualidades de nuestro intelecto estén permanentemente conscientes del Creador en nuestras vidas y en toda la Creación, estaremos realmente vivos en el mundo material. Si una de estas cualidades no está presente, nos sentiremos separados del Creador. Con esta perspectiva, entendimiento es el agua que da sentido a la sabiduría y el conocimiento: "Y Miriam murió ahí (en el desierto), y fue enterrada ahí. La congregación no tenía agua, y se juntaron contra Moisés y Aarón." (20:1-2).

La narración prosigue con la conquista de la Tierra Prometida, y los sucesos están relacionados con el mensaje principal de esta porción, la purificación. Hemos dicho que las "naciones" que ocupaban esta tierra representan rasgos negativos que Israel debe evitar, con el fin de permanecer sagrados para el Creador: "Por favor permitidnos pasar a través de vuestra tierra; no pasaremos por vuestros viñedos, ni beberemos agua de pozo. Caminaremos por el camino real, y no nos desviaremos a la derecha o a la izquierda hasta que pasemos vuestro territorio'." (20:17).

Debemos darnos cuenta que cuando contemplamos pensamientos, emociones, pasiones y sentimientos negativos ponemos en juego la bondad de Amor como cualidad inherente de la vida. Entonces tenemos que alejarnos de la negatividad porque en ella no podemos llegar a nada bueno: "Edom se negó a permitir a Israel pasar a través de su territorio, así que Israel se alejó de él." (20:21).

Para evitar los aspectos negativos de la conciencia debemos ser determinantes y comprometer cada dimensión de nuestra vida a los modos y atributos de Amor. Cuando permitimos que Amor dirija, podemos transformar los rasgos negativos en cualidades que dedicamos al cumplimiento de la voluntad del Creador. En realidad es Amor el que realiza esa transformación: "Israel hizo una promesa al Eterno, y dijo, 'Si Tú me entregas este pueblo en mi mano, yo consagraré sus ciudades'. El Eterno oyó la voz de Israel y (le) entregó los cananeos. Él los destruyó y (consagró) sus ciudades (…)" (21:2-3).

Esta transformación no tendrá sentido mientras algunos aspectos de la conciencia sigan apegados a las bajas pasiones y deseos materialistas, que son parte de la percepción negativa de ego que adultera la pureza de la vida como regalo del Creador: "El pueblo habló contra el Eterno y contra Moisés, 'Por qué nos sacaste de Egipto para morir en este desierto, porque no hay pan ni agua, y estamos disgustados con este pan podrido'." (21:5).

La ilusión de separación de la agenda individualista de ego, representada por la serpiente, confirma una vez más que es la principal cualidad adulteradora que causa muerte ante los ojos de Dios: "El Eterno envió contra el pueblo serpientes venenosas, y ellas mordieron a la gente, y mucha gente de Israel murió." (21:6). La manera de retornar a la verdadera vida es redirigiendo nuestros egos en los modos y atributos de Amor. Como hemos mencionado antes, ego es parte de nuestra conciencia y como tal también debe actuar bajo la yunta del Cielo: "El Eterno dijo a Moisés, 'Hazte una serpiente y colócala sobre un pilar, y deja que quien haya sido mordido la vea y viva." (21:8).

La porción concluye con este versículo: "Los hijos de Israel anduvieron y acamparon en las llanuras de Moab, que está frente a Jericó cruzando el [río] Jordán" (22:1), donde los peligros de caer en pensamientos y emociones negativos están para recordarnos que nuestra única elección para consagrar la vida es vivir en los caminos y atributos del Creador.

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.