domingo, 11 de septiembre de 2011

Parshat Ki Tavó: La Herencia del Amor de Dios

El segundo versículo de esta porción es un Mandamiento "(…) que tú tomarás las primicias de todos los frutos del suelo, que tú traerás de tu tierra que el Eterno tu Dios te está dando" (Deuteronomio 26:2). Nuestros Sabios místicos se refieren a dos niveles de conciencia representados por los reinos vegetal y animal. Contrario a lo que podríamos pensar, ellos explican que lo vegetal implica sensualidad y actividad sexual, simbolizados por el constante florecimiento y fructificación de algunos árboles y plantas; mientras que lo animal implica sentido de propósito y movilidad, simbolizados por la conducta animal instintiva de actuar de acuerdo a su propósito en la naturaleza.

En este sentido podemos tener un mejor entendimiento de los sacrificios (ofrendas) de Caín y Abel. En el contexto de esta porción, "los frutos del suelo" son la expresión del proceso creativo individual de cada aspecto de la conciencia (en particular aquellos relacionados con los sentidos, sensualidad, pasiones, e instintos) que deben ser elevados hacia la misión que el Creador ha encomendado a Israel.

Los versículos anteriores en Ki Teitzei y los posteriores en Ki Tavó están todos relacionados con valores éticos encaminados a promover la armonía individual y colectiva entre todos los niveles sociales y condiciones económicas entre el Pueblo de Israel. Por lo tanto, el versículo mencionado arriba es sólo otro recordatorio de que tenemos que dirigir todos los aspectos de la conciencia en los caminos y atributos de Amor, porque tenemos que ser conscientes de que toda la Creación -- incluyendo nuestras vidas individuales -- pertenecen al Creador; y al reconocerlo de hecho estamos dispuestos a cumplir Su voluntad: "Yo declaro este día al Eterno tu Dios, que yo he venido a la Tierra que el Eterno prometió a nuestros antepasados darnos" (26:3).

Esta Tierra es el conocimiento de que el Amor de Dios nos creó, y que debemos ser y actuar de acuerdo a Sus caminos y atributos, como individuos y como la Nación que somos. Nuestra verdadera libertad tiene lugar en este nivel de conciencia, contrario a la esclavitud bajo las fantasías e ilusiones materialistas de ego. Estas son los espejismos por los que esclavizamos nuestra vida a trabajar duro para mantenerlos como "reales": "Y los egipcios nos trataron cruelmente y nos afligieron, e impusieron sobre nosotros trabajo duro" (26:6). Es por ello que tenemos que recordar diariamente nuestro éxodo de Egipto para tener siempre en cuenta que debemos hacer la elección cada momento de, ya sea vivir en la esclavitud de las ilusiones de ego o en la libertad de los atributos de Amor.

Después de todo el Amor de Dios es nuestra verdadera Esencia, y la Redención de todas las desgracias que acarrea vivir en y por las ilusiones del mundo material: "Entonces clamamos al Eterno, Dios de nuestros padres, y el Eterno oyó nuestra voz y vio nuestra aflicción, nuestra fatiga, y nuestra opresión." (26:7).

Nos hacemos libres en la Tierra que Él nos ofrece: "Y Él nos trajo a este lugar, y Él nos dio esta tierra, una tierra que fluye leche y miel" (26:9), donde todos somos felices: "Entonces tú te regocijarás con todo lo bueno que el Eterno tu Dios te ha dado a ti y a tu casa, al levita, y al forastero que vive en medio de ti" (26:11), donde cada nivel y dimensión de la conciencia viven en la trascendencia de Amor como nuestra verdadera identidad, y por ello pedimos al Creador constantemente que nos mantenga conscientes de Amor como Su herencia para nosotros: "Mira abajo desde Tu sagrada morada, de los Cielos, y bendice a Tu pueblo Israel, y el suelo que Tú nos has dado, como lo juraste a nuestros antepasados, una tierra que fluye leche y miel." (26:15).

"Y el Eterno te ha escogido este día para ser Su pueblo preciado, como Él te ha hablado, para que tú guardes todos Sus Mandamientos, y para hacerte supremo sobre todas las naciones que Él hizo, [para que tu tengas] elogio, un [distinguido] nombre y gloria; y para que seas un pueblo sagrado para el Eterno tu Dios, tal como Él ha hablado" (26:18-19). Entonces tenemos que elegirlo también a Él, ejerciendo y manifestando la identidad que Él nos ha conferido, el honor y el privilegio de ser y vivir en los caminos y atributos de Amor: la herencia del más grande Amor de todos, el Amor de Dios.

El Profeta otra vez recuerda para nosotros el conocimiento de nuestra herencia en la haftará para esta porción: "Y naciones andarán por tu Luz, y reyes por el brillo de tu resplandor. Eleva tus ojos alrededor y mira, todos ellos reunidos, ellos han venido a ti; tus hijos vendrán desde lejos, y tus hijas serán criadas [crecerán] sobre [su] lado.

Entonces tú verás y estarás radiante, y tu corazón se maravillará y estará ensanchado, por la abundancia de la multitud del mar sobre ti, la riqueza de las naciones que vendrán a ti." (Isaías 60:3-5).

En este conocimiento "Violencia no se oirá más en tu tierra, ni robos, ni destrucción dentro de tus fronteras, y llamarás Redención a tus murallas, y alabanza a tus puertas. No tendrás más al sol como luz por el día, y como brillo la luna no te dará luz, porque el Eterno será para ti una Luz eterna, y tu Dios para tu gloria." (60:18-19).

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.