lunes, 26 de septiembre de 2011

Que el Eterno bendiga a las mujeres

En los campos celestiales del Eterno hay dos salones de clase, uno para almas de mujeres y otro para almas de hombres, y Él es el Maestro en ambos. El curso que Él enseña dura un año, y el examen final tiene lugar en la Tierra a través de toda la vida. No es un examen final que podría tomar sólo una hora, sino la vida entera. El estudio de un año de duración en los salones celestiales es acerca de la Torá y los Mandamientos, y la manera de implementarlos en el mundo material durante nuestras vidas como judíos.

En el salón de las mujeres todas las estudiantes sin excepción obtuvieron una A+ en todos los exámenes semanales impartidos por el Maestro a lo largo del año escolar. El Maestro estaba muy contento con ellas, y al final del curso las congregó a Su alrededor y les dijo: 'Vosotras sois mis mejores alumnas. He visto que no sólo sois listas sino completamente comprometidas con Mi Torá y Mis Mandamientos, y no únicamente Yo os lo confirmo sino también Mi Torá, las escrituras de Mis amados Reyes, Profetas y Sabios, y la historia de Israel a través de los siglos. Estoy tan complacido con todas vosotras que os merecéis ser eximidas del examen final'. Luego de escuchar estas palabras, las mujeres estaban tan contentas que comenzaron a celebrar y a danzar alrededor de su Maestro, cantando elogios y alabanzas en Su honor.

Al día siguiente, el Maestro fue al salón de los hombres y con semblante circunspecto se dirigió a ellos, diciéndoles: 'Entre todos vosotros, veo que los mejores alumnos son los sacerdotes y los levitas. Todos estos obtuvieron A+ en los exámenes semanales y se convirtieron en "estudiantes de honor". Los de las tribus de José, Judá y Benjamín con A, mientras que el resto de las tribus compartieron B, C, D, y F; siendo los menos rendidores entre la tribu de Simeón. Mis expectativas de vosotros eran que todos lograran A+, pero veo que no fue así' Entonces el Maestro se dirigió a los levitas, preguntándoles cómo habían logrado tal excelencia con sus calificaciones. Ellos respondieron, 'Porque somos más listos que el resto' y los sacerdotes agregaron, 'y porque también somos los más comprometidos' Los demás estudiantes protestaron gritándoles, '¿Cómo se atreven a llamarnos menos listos que vosotros? ¿Qué os hace pensar que sois mejores? ¡Ante los ojos del Maestro todos somos iguales! Además, estudiamos lo mismo y entendemos todo lo que el Maestro enseña'. '¡Bien', replicaron los sacerdotes, 'vosotros podréis ser tan listos, pero está muy claro que no sois lo suficientemente comprometidos!'

El Maestro pidió a toda la clase que guardara silencio y les dijo, 'Estoy consciente de que todos vosotros no Me van a obtener la A+ que Yo quiero en el examen final; pero Me complacería si, al menos, pasarais la prueba y ello debería interesarles a vosotros. También sé que necesitaréis la ayuda de aquellos con las mejores calificaciones', y dirigió Su mirada a los levitas y sacerdotes, quienes le dijeron: 'Maestro, nosotros podríamos apelar a su inteligencia e ingenio, pero no a su compromiso con Tus Enseñanzas porque ello es un asunto de su libre albedrío. No podemos obligarlos a tomar una decisión que es sólo de ellos. Para eso necesitarán más ayuda de la que nosotros podríamos darles. Nuestra instrucción y guía podrían no ser suficientes, como Tú comprenderás'.

El Maestro cerró Sus ojos y el salón se llenó de un profundo silencio. Después de unos largos segundos, el Maestro abrió los ojos y dijo: 'Yo os daré los ayudantes que vais a necesitar para estudiar Mi Torá y cumplir Mis Mandamientos, mientras viváis en la Tierra. Mañana tendremos una asamblea general en el campo abierto, y ahí haré Mi anuncio.

La mañana siguiente había dos grupos reunidos en el campo, las mujeres a la izquierda y los hombres a la derecha con el Maestro en medio. Tanto hombres como mujeres se miraban unos a otros como tratando de encontrar sus almas gemelas entre ambos grupos. Al verse se iban encontrando, sabiendo que estarían unidos en matrimonio cuando llegara el momento. El Maestro los miró a todos con Su infinito Amor y bondad, y les dijo:

'Compartiré con vosotros muy buenas noticias para todos. Antes que nada, de todo corazón quiero felicitar a las mujeres por su excelencia individual y colectiva en sus estudios de Mi Torá y Mis Mandamientos a lo largo del año. Todas ellas obtuvieron A+ y por ello merecieron ser eximidas del examen final'. Se escucharon algunos suspiros con llanto entre las mujeres, y el Maestro al verlas les preguntó: '¿Por qué estáis tristes y llorando? Debierais estar felices, porque habéis demostrado que estáis y siempre estaréis a Mi lado, y esto es cierto tanto para Mí como para vosotras. Estáis conmigo y siempre estaréis a Mi lado, ¡entonces sed felices y regocijaos!'

Una de las mujeres preguntó al Maestro: 'Si estamos exentas, ¿ello quiere decir que no iremos a la Tierra como parte del examen final?' El Maestro respondió: 'De hecho vosotras no necesitáis ir a la Tierra para demostrarme vuestra lealtad y compromiso con Mi Torá y Mis Mandamientos. Sin embargo, debo deciros que los hombres en el otro salón no obtuvieron vuestras calificaciones en los exámenes semanales durante el año, y ciertamente algunos reprobaron muchos de ellos. Esto quiere decir que no estoy completamente seguro de enviarlos al examen final, porque no quiero que lo reprueben. Quiero que lo pasen, aún con la calificación mínima para aprobar. Ellos no tienen la misma lealtad de los sacerdotes y levitas, ni la de vosotras. Por lo tanto, quiero preguntar a todas las mujeres aquí si deseáis ayudar a los hombres a pasar el examen final'.

Las mujeres se miraron unas a otras, y luego miraron a los hombres al otro lado del campo. Se miraban unos a otros y los hombres les preguntaron, '¿Queréis ayudarnos a lo largo de toda la vida a estudiar Torá y cumplir con todos los Mandamientos que nuestro Maestro nos ha enseñado? ¿Seriáis nuestras ayudantes ante la adversidad de las ilusiones materiales del mundo? ¿Nos ayudaríais a vivir en la Verdad del Maestro, momento a momento, día a día, año por año, hasta completar Su examen asignado a nosotros? ¿Lo haríais?' Todas las mujeres en el campo celestial respondieron en unanimidad un rotundo '¡Sí!'

El Maestro sonrió e hizo un giño a las mujeres, y les dijo muy quedo a sus oídos, "Siempre guardad en vuestros corazones que vosotras estáis a Mi lado, que Yo os escucho a vosotras primero, que Yo oigo vuestras oraciones y alabanzas primero, y que Yo cumplo con vuestras súplicas antes que a nadie. Recordad esto porque vosotras estáis exentas, y como os dije antes, ello quiere decir que ya estáis a Mi lado.

Solamente las mujeres escucharon estas palabras del Maestro en un diálogo invisible que los hombres en el campo no pudieron oír. Las mujeres le dijeron, 'Pero si estamos exentas del estudio de la Torá y el cumplimiento de los Mandamientos ordenados para los hombres, habremos de necesitar Mandamientos para poder vivir en la Tierra y poder ayudarles a cumplir su parte'. El Maestro respondió, 'Tal como os dije, os escucharé a vosotras primero y ello significa que a través de vuestras oraciones Yo os daré la asistencia que necesitaréis en la ayuda que habréis de dar a vuestros hombres. También encenderéis las velas del Shabat para iluminar vuestros hogares, horneareis la jala para renovar Mi Pacto con vosotras, vuestros hombres e hijos, y más que todo daréis a luz niños que honrarán Mi Nombre. Cuando vuestros hombres olviden Mi Pacto, vosotras recordaréis a ellos y a vuestros hijos esta Alianza que nos mantendrá unidos por siempre'.

Que el Eterno bendiga a las mujeres.

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.