"Cuando
salgas a combatir tus enemigos, y el Eterno tu Dios te los entregue
en tus manos (...)" (Deuteronomio 21:10) contiene la certeza de que cuando Amor es el camino y el medio para confrontar las ilusiones materialistas de ego, Amor como actitud y altitud desde donde afrontamos el dolor y el sufrimiento como resultado de aquellas, Él las entrega en nuestras manos. En nuestras manos, porque de la misma manera en que la conducta negativa lleva nuestras manos a hacer y experimentar pensamientos dañinos, emociones hirientes y pasiones destructivas, con nuestras manos también rectificamos y mejoramos nuestros actos y acciones bajo la conducción de los atributos de Amor. Como hemos dicho antes, Amor es el catalizador para transformar y refinar las concepciones, rasgos y hábitos negativos en los que vivimos bajo la dictadura de ego.
Esta transformación comienza cuando somos capaces de ver el potencial de bondad, rectitud y virtudes de nuestros pensamientos, emociones, sentimientos, pasiones e instintos; la belleza que podemos abrazar cuando vivimos en los caminos y atributos de Dios: "Y [si] vieras entre los cautivos una bella mujer, y [si] la desearas (…)" (21:11), ya que las mismas emociones, sentimientos, pasiones e instintos que experimentamos negativamente tales como depresión, abatimiento, ira, avaricia, indolencia, etc. también los podemos experimentar con lo opuesto, cuando Amor los llena a todos.
Comenzamos haciéndolo con nuestra propia vida, y una vez fortalecidos con la total conciencia del Amor de Dios podremos ayudar a aquellos en nuestro entorno inmediato, y a nuestros seres queridos incluyendo nuestros hermanos judíos: "No verás el buey de tu hermano, o su cordero, perdidos; y retirarte de ellos. [En vez,] tú los volverás a tu hermano." (22:1). No debemos ser indiferentes ante los bajos deseos y pasiones de ego (su "buey" y "cordero" perdidos, descarriados) de nuestro prójimo. Respecto al asunto de identidad de género, nacemos dotados con dos polaridades, masculina y femenina, que estamos convocados por la Torá a desarrollar y dirigir por voluntad del Creador.
Estas dos polaridades deben coexistir armónicamente como función y propósito. Sabemos que todos nos esforzamos en balancearlos de la mejor manera que podemos con el fin de vivir en armonía tanto individual como colectiva. Ambas polaridades, al igual que los demás niveles y dimensiones de la conciencia, deben ser guiados y dirigidos por los atributos y caminos de Amor, y no extraviados por las ilusiones y fantasías de ego.
Masculino y femenino son dos de los principios fundamentales de la Creación material, y debemos "vestirlos" con sus rasgos y cualidades inherentes a cada uno con el objeto de cultivarlos como las energías complementarias que mantienen el equilibrio de nuestra existencia material: "No vestirá la mujer hábito de hombre, ni el hombre vestirá ropa de mujer, porque hacer estas [cosas] es detestable para el Eterno, tu Dios." (22:5).
Las lecciones éticas continúan en esta porción, y compasión es una de ellas como atributo de Amor: "Alejarás a la madre, y [luego] podrás tomar a los polluelos para ti, para que te vaya bien y prolongues tus días" (22:7) y destacan que los Mandamientos (tanto los racionales como los supra-racionales) nos han sido dados para refinar y realzar nuestras vidas, como principios éticos y morales que aseguren una vida dedicada a la justicia, la paz y la felicidad para todos; y no simplemente para complacer al Creador. Después de todo, "Si pecas, ¿en qué lo afectas a Él? Si tus transgresiones se multiplican, ¿qué le haces a Él? Si eres recto, ¿qué le das a Él? ¿Qué podría Él recibir de tu mano?" (Job 35:6-7).
Nuestros Sabios dicen que aunque (¡Dios no lo permita!) Él no estuviese con nosotros, debemos vivir por la verdad de la justicia y rectitud, por nuestro bien individual y colectivo. En este sentido, la vida se trata de ética para poder coexistir y sobrevivir como seres humanos que se aman y no como animales salvajes. Estamos hablando de la ética de Amor en sus modos y atributos, que debemos preservar y proteger siendo y manifestando Amor como nuestra identidad: "Cuando construyas una casa nueva, harás una baranda para tu techo, para que no causes sangre [que sea derramada] en tu casa, con aquel que llegase a caer desde él [el techo]." (Deuteronomio 22:8).
En el proceso de construir valores de Amor en nuestra conciencia (la casa) debemos hacerlos prevalecer en cada aspecto de lo que somos y hacemos, para así guardarnos y protegernos de caer en ilusiones negativas que terminan destruyendo los cimientos de los atributos de Amor, al dejar que las ilusiones se tomen la conciencia y traigan desgracia a lo que consideramos la más preciada posesión de todas. Debemos andar en los caminos de las bendiciones de Amor, el Amor de Dios en nuestra conciencia, y separarnos de las maldiciones de una vida en desamor representada por las naciones cananeas: "Pero el Eterno, tu Dios, no quiso oír a Balaam. Entonces el Eterno, tu Dios, transformó la maldición en una bendición para ti; porque el Eterno, tu Dios, te ama" (23:6).
Como ya sabemos, el Amor de Dios está con nosotros mientras le permitamos estar en todos los aspectos de la conciencia: "Porque el Eterno, tu Dios, va en medio de tu campamento, para rescatarte y entregarte a tus enemigos ante ti. [Por lo tanto,] Tu campamento será sagrado, para que Él no vea nada indigno entre ti y se aleje de ti"(23:15), y vender nuestra conciencia de Amor por las ilusiones materialistas es como nos separamos de Él.
Esta porción con sus 74 Mandamientos termina recordándonos destruir la memoria, el pensamiento, el sentimiento, y la emoción de duda, incertidumbre y vacilación respecto a la única verdadera elección de todas, que es vivir en los caminos y atributos de Amor: "[Por lo tanto,] Será, cuando el Eterno tu Dios te dé un respiro de todos tus enemigos alrededor [tuyo] en la tierra que el Eterno tu Dios te da como una herencia para poseer, que tú borrarás el recuerdo de Amálek de debajo de los cielos. ¡No lo olvidarás!" (25:19).
Seamos siempre conscientes de que Dios es nuestro Creador, y que Su Amor es nuestra Esencia e identidad por la que tenemos que vivir cada momento. Amor es de lo que estamos hechos, Amor es lo que somos, y Amor es lo que tenemos que manifestar. Mientras las fantasías de ego son efímeras y nos abandonan en su ilusión, lo que siempre permanece en nosotros es Amor y sus atributos que esperan que retornemos a ellos.
Esta transformación comienza cuando somos capaces de ver el potencial de bondad, rectitud y virtudes de nuestros pensamientos, emociones, sentimientos, pasiones e instintos; la belleza que podemos abrazar cuando vivimos en los caminos y atributos de Dios: "Y [si] vieras entre los cautivos una bella mujer, y [si] la desearas (…)" (21:11), ya que las mismas emociones, sentimientos, pasiones e instintos que experimentamos negativamente tales como depresión, abatimiento, ira, avaricia, indolencia, etc. también los podemos experimentar con lo opuesto, cuando Amor los llena a todos.
Comenzamos haciéndolo con nuestra propia vida, y una vez fortalecidos con la total conciencia del Amor de Dios podremos ayudar a aquellos en nuestro entorno inmediato, y a nuestros seres queridos incluyendo nuestros hermanos judíos: "No verás el buey de tu hermano, o su cordero, perdidos; y retirarte de ellos. [En vez,] tú los volverás a tu hermano." (22:1). No debemos ser indiferentes ante los bajos deseos y pasiones de ego (su "buey" y "cordero" perdidos, descarriados) de nuestro prójimo. Respecto al asunto de identidad de género, nacemos dotados con dos polaridades, masculina y femenina, que estamos convocados por la Torá a desarrollar y dirigir por voluntad del Creador.
Estas dos polaridades deben coexistir armónicamente como función y propósito. Sabemos que todos nos esforzamos en balancearlos de la mejor manera que podemos con el fin de vivir en armonía tanto individual como colectiva. Ambas polaridades, al igual que los demás niveles y dimensiones de la conciencia, deben ser guiados y dirigidos por los atributos y caminos de Amor, y no extraviados por las ilusiones y fantasías de ego.
Masculino y femenino son dos de los principios fundamentales de la Creación material, y debemos "vestirlos" con sus rasgos y cualidades inherentes a cada uno con el objeto de cultivarlos como las energías complementarias que mantienen el equilibrio de nuestra existencia material: "No vestirá la mujer hábito de hombre, ni el hombre vestirá ropa de mujer, porque hacer estas [cosas] es detestable para el Eterno, tu Dios." (22:5).
Las lecciones éticas continúan en esta porción, y compasión es una de ellas como atributo de Amor: "Alejarás a la madre, y [luego] podrás tomar a los polluelos para ti, para que te vaya bien y prolongues tus días" (22:7) y destacan que los Mandamientos (tanto los racionales como los supra-racionales) nos han sido dados para refinar y realzar nuestras vidas, como principios éticos y morales que aseguren una vida dedicada a la justicia, la paz y la felicidad para todos; y no simplemente para complacer al Creador. Después de todo, "Si pecas, ¿en qué lo afectas a Él? Si tus transgresiones se multiplican, ¿qué le haces a Él? Si eres recto, ¿qué le das a Él? ¿Qué podría Él recibir de tu mano?" (Job 35:6-7).
Nuestros Sabios dicen que aunque (¡Dios no lo permita!) Él no estuviese con nosotros, debemos vivir por la verdad de la justicia y rectitud, por nuestro bien individual y colectivo. En este sentido, la vida se trata de ética para poder coexistir y sobrevivir como seres humanos que se aman y no como animales salvajes. Estamos hablando de la ética de Amor en sus modos y atributos, que debemos preservar y proteger siendo y manifestando Amor como nuestra identidad: "Cuando construyas una casa nueva, harás una baranda para tu techo, para que no causes sangre [que sea derramada] en tu casa, con aquel que llegase a caer desde él [el techo]." (Deuteronomio 22:8).
En el proceso de construir valores de Amor en nuestra conciencia (la casa) debemos hacerlos prevalecer en cada aspecto de lo que somos y hacemos, para así guardarnos y protegernos de caer en ilusiones negativas que terminan destruyendo los cimientos de los atributos de Amor, al dejar que las ilusiones se tomen la conciencia y traigan desgracia a lo que consideramos la más preciada posesión de todas. Debemos andar en los caminos de las bendiciones de Amor, el Amor de Dios en nuestra conciencia, y separarnos de las maldiciones de una vida en desamor representada por las naciones cananeas: "Pero el Eterno, tu Dios, no quiso oír a Balaam. Entonces el Eterno, tu Dios, transformó la maldición en una bendición para ti; porque el Eterno, tu Dios, te ama" (23:6).
Como ya sabemos, el Amor de Dios está con nosotros mientras le permitamos estar en todos los aspectos de la conciencia: "Porque el Eterno, tu Dios, va en medio de tu campamento, para rescatarte y entregarte a tus enemigos ante ti. [Por lo tanto,] Tu campamento será sagrado, para que Él no vea nada indigno entre ti y se aleje de ti"(23:15), y vender nuestra conciencia de Amor por las ilusiones materialistas es como nos separamos de Él.
Esta porción con sus 74 Mandamientos termina recordándonos destruir la memoria, el pensamiento, el sentimiento, y la emoción de duda, incertidumbre y vacilación respecto a la única verdadera elección de todas, que es vivir en los caminos y atributos de Amor: "[Por lo tanto,] Será, cuando el Eterno tu Dios te dé un respiro de todos tus enemigos alrededor [tuyo] en la tierra que el Eterno tu Dios te da como una herencia para poseer, que tú borrarás el recuerdo de Amálek de debajo de los cielos. ¡No lo olvidarás!" (25:19).
Seamos siempre conscientes de que Dios es nuestro Creador, y que Su Amor es nuestra Esencia e identidad por la que tenemos que vivir cada momento. Amor es de lo que estamos hechos, Amor es lo que somos, y Amor es lo que tenemos que manifestar. Mientras las fantasías de ego son efímeras y nos abandonan en su ilusión, lo que siempre permanece en nosotros es Amor y sus atributos que esperan que retornemos a ellos.