domingo, 18 de diciembre de 2011

Mikeitz: Cuando el Creador está con Nosotros

Y José dijo al faraón, 'El sueño del faraón es uno [solo], lo que el Eterno está haciendo Él lo ha contado al faraón'. (…) 'Este es un asunto que yo he hablado al faraón, lo que el Eterno va a hacer Él lo ha mostrado al faraón'.” (Génesis 41:25, 28) El Creador sustenta y controla toda Su Creación, y Él es el Único que hace lo que hace. Él dice a la fuerza motriz de la conciencia humana (ego) quién realmente está al mando, y el mensajero de este Principio es José como la personificación de Amor en todos los niveles de conciencia. José como aquel capaz de fluir con el Amor de Dios manifestado en su Amor: “Y José respondió al faraón, diciendo 'No [soy] yo; [es] el Eterno [quien] dará una respuesta de paz al faraón'.” (41:16) y paz es el resultado de Amor como el fuego armonizador que unifica todos los niveles y dimensiones de la conciencia, ego incluido.

Este es el único episodio en nuestra historia donde un gobernante poderoso (el faraón) es virtualmente sometido a alguien claramente superior en cualidades y rasgos (José) destinados a salvar y alimentar a millones de vidas: “Entonces el faraón dijo a sus sirvientes, '¿Encontraremos a alguien como este [José], un hombre con quien está el Espíritu del Eterno?' Luego el faraón dijo a José, 'Ya que el Eterno te ha dejado saber todo esto, no hay nadie tan comprensivo y sabio como tú'.” (41:38-39) y en estas palabras vemos que José no es sólo justo, inteligente y capaz sino algo más, ya que el Espíritu del Eterno está con él, y Dios se lo hace saber. Se nos recuerda tres veces en Vayeishev que “el Eterno estaba con él” (39:3, 21, 23)

Esto nos hace pensar en lo que significa que Dios esté con nosotros. Podría parecer arrogante decirlo de esa manera porque somos nosotros quienes se supone que debemos estar con Él. De aquí deducimos que José de hecho estaba siguiendo Sus caminos y atributos, para llegar a ser recompensado con las palabras de la Torá diciendo que el Eterno estaba con él. Esa es la dinámica de nuestra relación con el Creador, mediante la cual nos explicamos Su “celo”, “ira” y “venganza” como indicaciones de Su exclusividad para nosotros. No podemos relacionarnos con Él cuando no seguimos Sus caminos y atributos. Mientras sigamos los deseos materialistas e ilusiones de ego estaremos eligiendo separarnos del sendero que Él quiere para nosotros, y nuestra elección nos conlleva “venganza” e “ira” como consecuencias de nuestra conducta negativa.

Las buenas acciones de José trajeron bonanza para la gente a su alrededor, porque bondad genera bondad y sus acciones estaban inspiradas en su Amor por el Creador. El Amor de José lo condujo a hacer el bien y su Amor llegó al Amor de Dios. Es así como podemos tener el Amor de Dios con nosotros. José verdaderamente es la personificación de Amor como el camino y el medio para dirigir armónicamente todos los aspectos de la conciencia: “Tú [José] estarás [mandarás] sobre mi casa, y a través de tu mando todo mi pueblo será alimentado; y sólo [con] el trono yo seré más grande que tú” (41:40)

Probablemente no fue nada fácil imponer la decencia de los caminos y atributos de Amor en una tierra distinguida por la inmoralidad y depravación, según nos cuenta nuestra tradición oral. Es también difícil imaginar a un extranjero y esclavo íntegro ascendiendo a un cargo prominente entre personas cuyos rasgos poseen cualquier cosa excepto integridad. De ahí que la Torá repita que Dios estaba con José para explicarnos que sólo con el Creador se puede cualquier milagro, y aprendemos de ello que todo es posible cuando caminamos con Él.

La bondad de José era una bendición para aquellos a su alrededor, cumpliendo así la promesa del Creador a Abraham de que su simiente (Israel) sería una bendición para todos los pueblos. La bendición es la bondad de Amor cuando vivimos en sus caminos y ejercemos sus atributos sin importar cuán oscuras o depravadas puedan ser nuestras circunstancias, tal como está escrito: “Y el segundo [hijo] de él [José] lo llamó Efraín, porque 'Dios me hizo fructífero en la tierra de mi aflicción'.” (41:52) Es lo general creer que únicamente en circunstancias positivas nuestras buenas acciones fructifiquen pero cuando confiamos enteramente en Dios, en cualquier situación el bien que hagamos siempre prospera.

Hemos dicho que la verdadera Redención está disponible para aquel dispuesto a alcanzarla, cualquiera sea su condición. Mientras haya libre albedrío para elegir podremos optar por Redención en vez de separación. Sólo cuando perdemos nuestro discernimiento para determinar si tenemos o no libre albedrío, no podremos elegir retornar a Amor. Hay que tener valentía para estar constantemente consciente de Amor como nuestra verdadera Esencia e identidad, como nuestra Fuente de Vida y libertad total.

¿Adónde vamos cuando queremos realmente vivir en este mundo material? A la bondad de Amor como la manifestación material del Amor de Dios, y nos dice qué hacer: “Cuando toda la tierra de Egipto tenía hambre, el pueblo clamó al faraón por pan, pero el faraón dijo a todos los egipcios, 'Id a José, lo que él os diga, vosotros haréis'.” (41:55) “(…) porque vieron que la sabiduría del Eterno estaba con él para hacer justicia. Así, el rey Salomón fue monarca sobre todo Israel” (I Reyes 3:28, 4:1)

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.