domingo, 4 de diciembre de 2011

Vayishlaj: El Predominio de Amor


Continuamos en Vayishlaj con el tema tratado en Vayeitzei acerca de los ángeles como personificaciones de Amor, como medios y recursos hacia la vida, el mundo y nuestra relación con el Creador: “Jacob envió mensajeros [ángeles] delante de él para su hermano Esaú, a la tierra de Seir, el campo de Edom” (Génesis 32:4) porque es mediante Amor que concebimos y afrontamos todo, como manifestación material del Amor de Dios, de donde emana toda Su Creación. Esto incluye circunstancias negativas que desafían nuestra determinación de hacer prevalecer lo bueno en medio de la adversidad. Esto también implica que debemos tener una actitud práctica ante situaciones negativas y personas potencialmente dañinas, como lo hizo Jacob cuando se encontró con Esaú, tras veinte años de separación luego de estar al borde de un enfrentamiento mortal. Esaú, Seir y Edom son sinónimos del mismo estado emocional que nos conduce a afrontar negativamente la realidad material, y en este sentido es la actitud opuesta a las cualidades que representa Jacob.

El versículo se refiere a Esaú como un espacio (tierra, campo) en la conciencia, el cual debemos abordar con los mejores rasgos y cualidades, dotados de Amor como nuestra Esencia y verdadera identidad. En ese sentido los ángeles son como mensajeros que también enviamos al Creador cuando queremos estar cerca de Él. Esta tierra, por definición, es hostil a los atributos de Amor porque es un campo de la conciencia que no discierne de acuerdo al intelecto sino al aspecto negativo de emociones, pasión e instinto. Tal como comentamos acerca de Vayeitzei, hay Cielo y Tierra como dos campos aparentemente separados que en verdad son uno, y la misión de Israel es unificarlos en nuestra conciencia individual y colectiva. Es así como convertimos el mundo material en un lugar para que la Presencia Divina more entre (en) nosotros.

Cuando nuestras tribulaciones o temores nos abruman solemos sentirnos divididos o separados del campo del Amor de Dios: “(…) ahora me he convertido en dos campos. Ahora líbrame de la mano de mi hermano, de la mano de Esaú, porque tengo miedo de él, sea que venga y me ataque (…)" (32:11-12) ya que nos sentimos abandonados en nuestras dudas e incertidumbres en torno a la fortaleza que necesitamos para hacer que prevalezca Amor sobre el aparente poder de las ilusiones y deseos de ego. El ego no posee ningún poder a menos que se lo demos, de ahí que dependa de nosotros dotar de poder cualquier aspecto de la conciencia para dirigirlo hacia un propósito positivo. Sabemos de sobra que nuestra misión no es fácil y la historia nos lo recuerda. La mayoría de nuestros ancestros claudicaron o murieron en sus esfuerzos para santificar el Nombre de Dios y para honrar Su voluntad. Debemos saber que una misión de esa envergadura acarrea batallas difíciles que primero comienzan en nuestra conciencia individual.

Tenemos que estar no sólo dispuestos sino preparados para la larga lucha dirigida a derrotar al mensajero de destrucción que nuestros Sabios llaman el ángel de Esaú. La batalla está destinada a ganarse, pero la victoria exige vigilancia eterna para asegurar que los atributos de Amor sean siempre los medios que conduzcan a redimir el mundo material de las tinieblas y la negatividad de las ilusiones de ego. Prevalecemos en esa lucha conducida por nuestro mayor conocimiento de nuestra conexión con el Amor de Dios, que a Su vez nos eleva más cerca de Él. “Y él [el ángel de Esaú] dijo, 'tu nombre ya no será llamado Jacob sino Israel, porque tienes un poder de mando con [un ángel de] el Eterno y con los hombres, y tú has prevalecido'.” (32:29), “El Eterno le dijo, 'Tu nombre es Jacob. Ya no serás llamado Jacob, sino que Israel será tu nombre'. Y Él lo llamó Israel” (35:10)

El nombre Israel está compuesto de una cualidad específica imperativa complementada con la voluntad del Creador o sometida a Él. En todo caso, este nombre representa un nexo unificador con Dios. La determinación que hace prevalecer a Jacob en su lucha para dominar los aspectos negativos de la conciencia humana, representados por Esaú, convierten a Jacob en un poder de dominio y mando sostenido por Dios. Hay traducciones oscuras que definen a Israel como el que lucha con Dios”, basadas en el hecho de que Jacob luchó con uno de Sus ángeles, pero debemos clarificar que las luchas de Israel son para cumplir la voluntad del Creador a través de Sus Mandamientos, todo con el fin de disipar los aspectos negativos de la conciencia al abordar el mundo material. Cumplimos la voluntad del Creador emulando Su atributo de abundante amorosa bondad (rav jésed) sobre la cual se sostiene Su Creación.

Cuando afrontamos todo en tiempo y espacio con Su Amor como nuestro, este prevalece: “Y Esaú corrió hacia él [Jacob] y cayó en su cuello y lo besó, y ellos lloraron” (33:4) Rashi cita al Rabí Shimón Bar Yojai diciendo que, a pesar de la creencia generalizada de que Esaú odiaba a Jacob, en ese momento su compasión de conmovió y lo besó de todo corazón, porque Amor siempre prevalece. Cuando confiamos y honramos Amor como nuestra verdadera Esencia e identidad, proclamamos el Amor de Dios como Su Gloria que cubre toda Su Creación: “Ahí él [Israel] erigió un altar, y lo llamó 'El Eterno es el Dios de Israel'.” (33:20)

Nuestros Sabios dicen que Jacob erigió este altar en gratitud al Creador por salvar su vida durante su encuentro con Esaú, que él consideraba un milagro porque cuando Su Amor se manifiesta a través de nuestras acciones, lo que vivimos momento a momento es un milagro: “Haz que Tu semblante brille sobre Tu sirviente, sálvame en Tu amorosa bondad. (…) Bendito sea el Eterno, porque Él me ha mostrado Su maravillosa amorosa bondad en una ciudad amurallada [adversidad].” (Salmos 31:17, 22)

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.