domingo, 11 de diciembre de 2011

Vayeishev: Israel como Primogénito

Vayeishev es la primera de las cuatro últimas porciones del libro de Génesis cuyo personaje principal es José. Hay extensos e intensos debates en torno a los sucesos narrados en ellas, porque sus complejidades definieron el destino de Israel como pueblo y como Nación. Estos debates y discusiones entre nuestros Sabios están mayormente centrados en la relación de José y sus hermanos, y por qué los sucesos ocurrieron como tales. La conclusión general es que, sin importar cómo pasaron las cosas y su implicación ética y moral, ocurrieron de acuerdo a la voluntad del Creador. Todos estamos de acuerdo en ello porque es uno de los Principios Fundamentales del judaísmo, los cuales no tienen “peros”.

Los eventos acontecieron para enseñarnos que el libre albedrío que el Creador nos dio, junto con el discernimiento individual y la Torá, tienen como propósito tomar decisiones positivas para honrar Sus caminos y atributos como nuestra semejanza con Él. Los hijos de Israel de hecho sabían lo suficiente bajo las enseñanzas y dirección de su padre, y lo relacionado con bajas pasiones y emociones como envidia, odio y celos, es algo que debemos confrontar con nuestro mejor conocimiento ético (de la Torá) y discernimiento para poder ejercer nuestro libre albedrío. Hemos dicho aquí que el lado negativo de pensamientos, emociones, sentimientos, pasiones e instintos están representados por las “naciones” que debemos conquistar, derrotar y subyugar mediante nuestro mayor conocimiento del Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad.

La Torá nos cuenta que nuestros antepasados no eran perfectos, y vinieron a ser una Nación bajo la conducción del Creador, cumpliendo Su voluntad. Esta es la “perfección” de Israel, lo cual significa que es así, siempre y cuando tratemos de ser buenos seres humanos según lo que el Creador nos define como tal. Esta definición está ampliamente explicada en Su Torá, y reafirmada en Sus atributos de compasión (Éxodo 34:6-7). El discernimiento fue la menor de las cualidades en el acontecer de los hechos entre José y sus hermanos, y tampoco hubo comunicación clara y directa en aras de la verdad. De esto aprendemos que los celos y la envidia conllevan al odio, y el odio conduce al homicidio. El mismo predicamento viene con la codicia, lujuria, indolencia, impaciencia, crueldad y sus derivados (ver en este blog nuestro comentario “Conquistando las 'naciones' con Amor” del 26 de junio de 2010)

Reflexionemos sobre la narración de la Torá basados en los debates y conclusiones de nuestros Sabios. “Estas son las generaciones de Jacob: José (...)” (Génesis 37:2) José es todos los descendientes de Jacob como el prototipo para Israel, porque personifica las cualidades que Jacob quiere para sus hijos. Estas cualidades deben regir sobre los demás rasgos de la conciencia. En cada circunstancia vivida por José, él fue un regidor (en la casa de Potifar, en la prisión donde estuvo recluido 12 años, en la casa del faraón, y sobre la tierra de Egipto) tal como fue pronosticado en sus sueños antes de ser vendido por sus hermanos. La controversia sobre el destinado reinado de Judá como una de las razones para asesinar a José y poner fin a sus “sueños de realeza” debe ser esclarecida bajo una perspectiva diferente. Si José es Israel, todas las Tribus deben conducirse cada una bajo las cualidades de aquel, ya sean sacerdotes, reyes, guerreros, académicos, jueces, artistas, etc.

Nuestros Sabios nos recuerdan las similitudes que solamente Jacob y José compartían en sus vidas y experiencias para entender que su parecido físico no era lo único que tenían en común y que los hacía iguales. Esta es también la razón de por qué Jacob consideró como suyos los hijos de José, y los convirtió en dos Tribus. En este sentido entendemos por qué José se convirtió en el Primogénito de Israel: “E Israel amaba a José más que a todos sus hijos” (37:3), “Y sus hermanos vieron que su padre lo amaba más a él que a todos sus hermanos” (37:4), “Entonces sus hermanos lo envidiaban” (37:11)

Estos versículos nos hacen recordar el episodio de Caín y Abel, y también el diálogo entre el Creador y Caín que nos enseña a esforzarnos a ser mejores, particularmente cuando estamos destinados a ser el Primogénito. Como Israel, estamos destinados a ser Luz de las naciones, Nación de sacerdotes, y Pueblo Sagrado, simplemente porque nuestro Creador es Sagrado. Si elegimos ser los herederos de Sus caminos y atributos, tenemos que ser y manifestarlos para honrar nuestra herencia. No lo hacemos con envidia, celos o codicia, y mucho menos con crueldad, odio y rasgos negativos que asesinan los caminos y atributos de Amor. Debemos discernir acerca de lo correcto e incorrecto, verdadero y falso, útil e inútil, y elegir Amor porque es el legado del Creador, tangible y vivido en toda Su Creación. Nuestro trabajo es disipar las tinieblas que hemos creado en nuestra realidad material, y reemplazarlas con la Luz original con la que fue hecho el mundo. Esta Luz es el Amor de Dios, y como nuestra verdadera Esencia debemos hacerla prevalecer.

Nuestros Sabios dicen que Jacob amó a José como este tipo de Amor: “Amor es tan fuerte como la muerte” (Cantar de los Cantares 8:6), y que sus hermanos lo envidiaron como “La envidia es rígida como una tumba” (8:6) Entonces los Sabios preguntan, ¿Qué puede lograr el Amor ante la cara de la envidia? De esto nos damos cuenta de lo que conduce a la vida y lo que lleva a la muerte, de lo que conduce a la Luz y lo que lleva a las tinieblas. 

Sabemos que en el futuro que es hoy Judá es Israel, por eso somos judíos y la realización del destino que nos depara el Creador como los mensajeros para proclamar Su Soberanía: “Porque Judá prevaleció sobre sus hermanos, y de él viene el príncipe; pero la primogenitura es de José” (I Crónicas 5:2) Como Judá somos el cetro y la corona; y José es la esencia de Israel como nuestra verdadera identidad. No podemos realizar nuestro destino como pueblo y Nación sin honrar el Amor de Dios que nos creó.

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.