domingo, 4 de abril de 2010

Parshat Tazria: Sembrar en el Amor de Dios


Esta porción continúa indicando Mandamientos relacionados con mantener la limpieza y santidad destacadas en SheminíTazria es traducido como "concibe", pero literalmente significa "sembrará" en el versículo: "Una mujer concebirá y dará a luz…" (Levítico 12:2) En el contexto de limpieza, las palabras siguientes se refieren al cuidado que una mujer debe tener para mantener su pureza después de alumbrar, y ello refleja cuán esencial es la limpieza ritual en el acto de concebir una nueva vida. Nuestros Sabios nos cuentan (Talmud, Nidá 31a) que en la concepción, el hombre y la mujer proveen ciertas cualidades fisiológicas al feto y que "Dios le da el alma y el aliento, la belleza física, la vista, la audición, el habla, la capacidad de caminar, entendimiento y discernimiento, los cuales Él se lleva después de la muerte".


De esto aprendemos que los regalos de Dios a la vida humana están primordialmente relacionados con nuestra habilidad de seguir Sus caminos y atributos. El alma y el aliento están mencionados juntos, porque como emanaciones que son del Amor de Dios nos mantienen vivos cada segundo. Como hemos mencionado, la vida es un regalo del Creador y está constantemente sustentada y alimentada por Él. En este contexto la belleza física, tan relativa como es ("en los ojos del que la ve"), es el reflejo del Amor que somos y manifestamos en todos los niveles de la conciencia, incluyendo lo que decimos y hacemos.

También nuestra visión y audición son canales con los que conectamos nuestra conciencia de Amor, así que lo que vemos y oímos está "filtrado" por el Amor y sus atributos. Igualmente, el habla es una de las vasijas de Amor, al igual que cada acto que realizamos. Y todos estos regalos de Dios están precedidos por el entendimiento y el discernimiento de los modos y atributos de Amor. Nuestros Sabios nos recuerdan que esos regalos son tomados de vuelta por Dios cuando morimos, por lo tanto tenemos que usarlos con el propósito de honrarlo a Él.

Después de mencionar la concepción, el texto se refiere al Pacto entre Dios e Israel: "El octavo día será circuncidado su prepucio" (Levítico 12:3) y nuestros Sabios destacan en extensos comentarios el nexo trascendental entre nosotros y Dios. Ese nexo es nuestro permanente conocimiento del Amor de Dios en nuestra conciencia, separando (circuncidando) lo que no es necesario en nuestra vida. Después de esto, la porción se refiere a una condición de la piel que según nuestros Sabios es el resultado de hablar mal de los demás: "Cuando el hombre tuviere en la piel de su carne hinchazón, o postilla, o mancha blanca, y hubiere en la piel de su carne como llaga de lepra, será traído a Aarón el Sumo Sacerdote" (13:2)

Cuando oímos hablar mal de otros, es ego el que habla. Las expresiones de ego en toda forma, ya sea pensamiento, habla, emoción, sentimiento o acción, nos hacen separar de la Unidad de Dios y Su Creación. Esta separación se "ve" en lo que el versículo llama "llaga de lepra", y su consecuencia es separación de la comunidad. Para que la persona afectada se cure tiene que consultar con el Sumo Sacerdote, aquel que está en constante conexión con el Creador. Como ya hemos dicho, Aarón representa nuestra conciencia superior que siempre vive en el conocimiento de que Amor es su verdadera Esencia e identidad.

Cuando juzgamos o criticamos negativamente, nos separamos de nuestro verdadera Esencia e identidad; y esta separación se convierte en el castigo. El pecado se vuelve el castigo mismo, y nuestros Sabios también insisten en que hablar mal de otros es potencialmente fatal, porque mata al que lo dice, al que lo oye y de quien se habla. Seamos conscientes que mantener la conciencia permanentemente en Amor como nuestra Esencia e identidad es la única cura contra todos los males, dolores y desgracias, incluyendo hablar mal de otros.

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.