domingo, 5 de febrero de 2012

Yitro: Entendiendo el Amor de Dios


Hemos dicho muchas veces que nuestros Sabios igualan oír con entender y ver con saber, para enseñarnos dos niveles de percepción. De ahí que asimilemos el mundo material a través de los sentidos, y el conocimiento a través del entendimiento. En este contexto, “Yitro oyó…” y “Yitro vino” (Éxodo 18:1, 5) son dos etapas que dan sentido al hecho de que el pensamiento precede a la acción. Nuestros Sabios místicos dicen que Yitro es una precondición para la revelación de la Presencia Divina en el mundo (acontecida en Sinaí), y mencionan varias razones que consideraremos más adelante. Yitro personifica el proceso que los hijos de Israel tenemos que realizar en nuestra relación con el Creador, porque hay que oír acerca de Él y entender Su Amor antes de venir a Él. Esto quiere decir que no necesitamos ni tenemos que verlo y conocerlo a Él antes de abrazarlo a Él. Entender es el primer paso para asimilar conocimiento, y en este sentido nuestros Sabios místicos definen el proceso comenzando con el intelecto como la capacidad de adquirir sabiduría, seguido por el discernimiento (entendimiento) que nos lleva al conocimiento como experiencia y producto de la compenetración con lo previamente entendido.

Este es  un proceso universal concerniente a la conciencia humana que también aplicamos en nuestro propósito de conocer al Creador. Israel fue elegido para vivirlo a través de cada sentido y nivel de conciencia durante las plagas en Egipto y la separación de las aguas del Mar Rojo, con el fin de contarles a sus descendientes acerca de los acontecimientos que cambiaron para siempre nuestra relación con el Creador. De ahí que primero oigamos acerca de su experiencia con Él para que nosotros vengamos a Él, tal como lo hizo Yitro. Es por ello que nuestros Sabios consideran que Yitro también personifica al converso que viene al judaísmo como el verdadero camino de vuelta al Creador, y por verdadero nos referimos al proceso de discernimiento que precede nuestro conocimiento de Él. En este proceso los judíos somos todos conversos a la Torá como lo fuimos en Sinaí, porque tenemos que buscar individualmente este conocimiento primero entendiendo sus mensajes tanto revelados como ocultados por el Creador.

Nuestra tradición oral cuenta que Yitro renunció a la idolatría en el tiempo en que Moisés llegó a Midián huyendo de Egipto, y como ex-sumo sacerdote de culto a ídolos él conocía los medios y arbitrios de las fuerzas de la naturaleza, considerados dioses menores por los pueblos paganos. Este conocimiento lo hizo un ejemplo inequívoco para los idólatras que quieren abandonar sus cultos y servir directamente a la voluntad del Creador. Debemos entender idolatría como algo más concreto que abstracto. Tanto la Torá Oral como la Torá Escrita se refieren a la idolatría no como un culto irreal sino como algo concreto, ya que se basa en que las fuerzas de la naturaleza tienen poder sobre la vida, como realmente es. La distinción que la Torá hace muy claramente es que esas fuerzas están dirigidas por el Creador porque todas ellas sirven a Su voluntad. Así quedó rotundamente comprobado con el Éxodo de Egipto y los milagros que le siguieron. Este Éxodo tuvo el doble propósito de liberar a Israel del cautiverio y la opresión, y demostrar al mundo entero que Dios es el único dueño y gobernante de Su Creación.

Muchos creemos que la hechicería, la necromancia, la adivinación, el vodú y otras prácticas mágicas pertenecen al reino de la fantasía y que existen solamente en las mentes supersticiosas, y eso es un error. La Torá nos encomienda a los judíos rechazar tales creencias y prácticas no porque no fuesen reales”, sino porque nos debemos al Creador que nos eligió para estar por encima de las leyes de la naturaleza (de los dioses menores) para servir a Su voluntad. Esto es lo que nos ha hecho diferentes, y nos sigue haciendo distintos a otras naciones: nuestra creencia en un sólo y único Dios, y nuestra relación igualmente exclusiva con Él. Nuestros Sabios cuentan que Yitro practicó y experimentó todo tipo de cultos a las fuerzas de la naturaleza, y venir a Sinaí para reconocer la soberanía del Creador fue una de las condiciones para que Israel recibiera la Torá.

En nuestros tiempos la idolatría primitiva se une a la idolatría moderna en forma de fantasías e ilusiones materialistas de ego bajo el nombre de adicción a modas, vanidad, drogas, culturas “pop” o “light”, y estilos de vida que esclavizan bajo la sociedad de consumo. Tales ídolos parecerían más difíciles de abandonar que la esclavitud en Egipto, y ego como el faraón moderno y regidor absoluto e imbatible en todos los niveles de conciencia. Llegar a ser el Yitro contemporáneo parece algo cercano a lo imposible mientras no entendamos el Amor de Dios, y vengamos a Sus caminos y atributos como las fuerzas redentoras que son las verdaderas regidoras de nuestra conciencia.

Nuestra libertad completa comienza cuando oímos y entendemos la voz del Amor de Dios como nuestra verdadera Esencia e identidad. Cuando lo hagamos, nuestro propio Amor pone en acción nuestra conexión con su fuente, que es el Amor Divino: “Y el Eterno descendió al monte Sinaí… y el Eterno llamó a Moisés hacia la cima del monte, y Moisés ascendió” (19:20) porque Él desciende para llamar a nuestro entendimiento para que venga a Él, y este nivel se convierte en nuestro conocimiento de Su Amor.

Yitro representa nuestro conocimiento de que no importa qué tan “reales” puedan ser las fantasías e ilusiones de ego respecto a lo que creamos, pensamos o sintamos acerca de lo que poseamos o estemos apegados, ya que todas ellas son vanidad pasajera y futilidad que tarde o temprano cambiarán o dejarán de ser, si es que no nos destruyen antes. Tenemos que ser practicantes experimentados de fantasías e ilusiones materialistas al extremo de hacernos tan expertos como sumo sacerdotes idólatras. En el conocimiento de su futilidad podremos entender que sólo Amor realiza maravillas y milagros capaces de traernos de vuelta al conocimiento del Amor de Dios, como nuestro Único y exclusivo Creador y Fuente de Vida. Despertemos a nuestro discernimiento como entendimiento del Amor de Dios para abrazarlo como nuestro Creador, Redentor y verdadera libertad.

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.