domingo, 26 de febrero de 2012

Tetzavé: Viviendo Nuestra Unidad con el Amor de Dios


El Santuario y el Sumo Sacerdote están relacionados no de manera complementaria, sino como partes de la misma unidad, igual como cuerpo y conciencia integran la vida humana. Nuestros Sabios comparan el Santuario con el aspecto material de la vida y al Sumo Sacerdote con lo espiritual, y ambos como unidad porque nada está separado cuando concebimos la vida como una emanación de Dios. Suena paradójico que dos cualidades aparentemente diferentes puedan ser parte de la misma unidad, porque en nuestra conciencia fragmentada percibimos todo separado para poder asimilar cada parte como elementos de lo mismo. Entre más separamos y dividimos algo, más parecería que lo entendemos. Esto ocurre cuando queremos “conocer” algo o a alguien: queremos todos los detalles como piezas de una imagen que también queremos que sea de acuerdo a nuestro entendimiento o idea preconcebida.

Esto nos pasa cuando vemos una película en la que se supone debemos conocer cada personaje para poder anticiparnos o predecir el desenlace de la trama. No hay nada raro con ello porque es parte de la manera en la que nos hemos formado culturalmente. Es algo tan natural en nosotros que así mismo concebimos al Creador, pero no nos resulta ya que no es la manera en la que debemos relacionarnos con Él. Se trata entonces de una concepción materialista difícil de cambiar pero debemos hacerlo si queremos conocer Sus caminos y atributos. Únicamente en este conocimiento podemos darnos cuenta de quiénes realmente somos. Debemos conocer nuestra verdadera Esencia e identidad cuando aprendemos a conocer el Amor de Dios como nuestro Creador, y la Torá nos indica cómo. Después de todo es la Torá la que define nuestra identidad como judíos basada en nuestra relación con el Creador.

Hemos dicho que Aarón o el Sumo Sacerdote representa el máximo conocimiento de nuestra conexión con el Amor de Dios. Sabemos que el Creador es indefinible, y que la única manera de relacionarnos con Él es mediante Sus caminos y atributos como los estipula Su Torá. Estos atributos reflejan Su Amor por Su Creación en general y por Israel en especial, porque tenemos una relación particular con Él como también lo señala la Torá. Debemos relacionarnos con Él con todas las dimensiones de nuestra vida, “con todo tu corazón, con toda tu alma, y con todas tus fuerzas [todo lo que eres y posees]”, y estos son partes de la unidad llamada vida. El corazón abarca nuestras fuerzas vitales (ego, pensamientos, emociones, sentimientos, pasiones e instintos), el alma abarca intelecto y discernimiento de nuestra Esencia e identidad emanadas del Amor de Dios, y nuestras fuerzas son todo lo que adquirimos, logramos y poseemos en la vida, lo cual incluye conocimiento y destrezas que nos llevan a “ser”, “hacer” y “tener”. En la unidad armonizada de estas dimensiones concebimos lo que somos en nuestra relación con Dios. No importa qué tan mundano o materialista pueda esto sonar, la idea es “elevarlos” en Sus caminos mediante Sus atributos.

El Sumo Sacerdote, como nuestra verdadera fuerza vital es la más alta conciencia judía con la que logramos esto, y el Santuario como tiempo y espacio donde todas las dimensiones de la conciencia están unidas. Esto es parte de nuestra identidad, ya que nos viene directamente como Mandamiento positivo: “Y tú mandarás (tetzavé) a los hijos de Israel (...)” (Éxodo 27:20) y quien manda a los hijos de Israel (todos los aspectos, cualidades y dimensiones de la concienciaes Moisés (el máximo conocimiento del Creador y Su Amorporque sólo a través del conocimiento del Amor de Dios nos conectamos con ÉlRecordemos que la raíz semántica hebrea de “mandamiento” y “mandar” también quiere decir “conexión” y “conectar”. Así se entiende que al cumplir Sus Mandamientos estemos conectados con Él.

El Sumo Sacerdote, como el mayor conocimiento de nuestra conexión con el Creador, es el que ama cada aspecto y dimensión de la conciencia lo suficiente para elevarlos con su Amor unido al Amor de Dios permanentemente: “(…) para que ellos [los nombres de las Tribus de Israelestén sobre el corazón de Aarón cuando venga ante el Eterno, y Aarón cargará con el juicio de los hijos de Israel sobre su corazón ante el Eterno todo el tiempo” (28:30) Nos hemos referido antes al Sumo Sacerdote (ver nuestro comentario “Parshat TetzavéEl Conocimiento Permanente de Nuestra Conexión con el Amor de Dios” del 6 de Febrero de 2011) como la más sublime actitud amorosa ante la vida y nuestras circunstancias, y como lo exactamente opuesto a las ilusiones y fantasías materialistas de ego. En este sentido nos damos cuenta que Amor es el conductor natural de todos aspectos de la conciencia, ego incluido.

En este conocimiento nuestro Amor es el medio para abrazar el Amor de Dios: “Estará ceñido a la frente de Aarón, y Aarón cargará con la iniquidad de las cosas sagradas que los hijos de Israel santifican, por todas sus ofrendas sagradas. Estará sobre su frente constantemente para hacerlas favorables ante el Eterno” (28:36-38) porque en el conocimiento de nuestro propio Amor (la frente de Aarón) santificamos la vida y todo lo que está relacionada con ella como ofrendas sagradas que Dios creó para nosotros. Cuando constantemente consagramos nuestra realidad material a Sus caminos y atributos, Él también nos abraza con Su Amor. Es así como hacemos que el mundo sea favorable ante Él. De esta manera comprendemos cuál es nuestra relación y conexión con Él: “Ellos sabrán que Yo, el Eterno, soy su Dios que los saqué de la tierra de Egipto para que Yo habite entre ellos; Yo soy el Eterno su Dios” (29:46) y de esta manera sabemos que Su Amor es nuestro nexo común con Él.

Tenemos que familiarizarnos con Amor como nuestra verdadera Esencia e identidad, y lo hacemos despertando el Sumo Sacerdote en nuestra conciencia, como el medio y albedrío para infundir Amor en nuestra vida y realidad inmediata. Amor es el maestro, el guía y el conductor en lo que creemos, pensamos, sentimos, expresamos y hacemos. Esto es nuestra verdadera Redención del cautiverio en la tierra de las fantasías e ilusiones de ego. Si no sabemos cómo recuperar el conocimiento de Amor como nuestra verdadera Esencia e identidad, la Torá nos instruye acerca de ello porque define para nosotros lo que somos en verdad. No seamos superficiales y nos conformemos con menos de lo que realmente somos, y no con lo vacío que son las ilusiones y fantasías materialistas. Amor es el legado y herencia de nuestro Creador para nosotros y para toda Su Creación. Provenimos de Su Amor, y también somos Su Amor para descubrirlo, celebrarlo, disfrutarlo y compartirlo entre todos. Conozcamos al Creador a través de nuestro Amor como nuestro nexo común con Él.

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.