sábado, 22 de mayo de 2010

Parshat Behaaloteja: Ascendamos al Amor de Dios

Behaaloteja es traducida usualmente como "cuando enciendas las lámparas", pero la traducción literal del hebreo es "cuando eleves las lámparas" (Números 8:2) Rashi explica este encender como un proceso o acción de ascenso que tiene lugar cuando elevamos todos los niveles de la conciencia al conocimiento de Dios en cada aspecto de la vida: "Y ese era el trabajo de la menorá (candelabro), obra forjada en oro, desde la base y hasta las flores arriba, era de trabajo forjado." (8:4) Hemos dicho que oro representa lo más fino, además de la más preciada cualidad en el mundo material. Está escrito (Éxodo 35) que la menorá fue forjada en una sola pieza de oro, y encendida representa el mayor conocimiento de nuestra Unidad con el Creador.

Aunque Aarón, el Sumo Sacerdote, fue asignado para encender la menorá nuestros Sabios dicen que cualquier persona podía hacerlo afuera del Tabernáculo o del Templo (Talmud, Yoma 24b) Esto nos enseña que cada aspecto de nuestra conciencia es capaz de encenderse para elevarse al Creador y convertirse en Su lámpara para iluminar el mundo. En este contexto la función del Sumo Sacerdote como nivel más elevado de la conciencia está para asistirnos cuando los aspectos inferiores de ella no puedan convertirse por sí mismos en las vasijas del Creador. Es interesante notar que en el mismo capítulo de esta porción se enfatiza una vez más la función de los levitas (cuya Tribu incluye a los sacerdotes) como aquellos en permanente conexión con Dios: "Así separarás los levitas de entre los hijos de Israel, y los levitas serán Míos" (Números 8:14)

La porción semanal continúa con un mensaje esencial de la Torá: "Si un hombre de vuestra o vuestras generaciones esté inmundo por tocar un cadáver, o por estar lejos de viaje, aun así guardará la Pascua para el Eterno" (9:10) Este es el dulce Mandamiento llamado Pésaj shení, segunda Pascua, la cual significa que a pesar de las transgresiones cometidas al estar separados de Dios, y de distanciar nuestras vidas materiales de Sus caminos y atributos, Él espera nuestro retorno. Reflexionemos en torno a este Mandamiento. La gente que estaba "inmunda" o "lejos" fueron aquellos que acudieron a Moisés pidiéndole una segunda oportunidad para traer las ofrendas que no pudieron traer al Tabernáculo o Templo en el tiempo determinado para ello en la primera Pascua, y Dios les dio esa oportunidad. Una vez más, de nosotros depende retornar al Amor de Dios porque somos nosotros quienes nos separamos de Él. Por lo tanto es nuestro deber mantener permanentemente la conciencia de Amor como nuestra verdadera identidad en todo lo que somos y hacemos, porque el Amor de Dios está constantemente con nosotros como nuestro Creador y único sustento que es: "Así fue siempre: la nube lo cubría, y la aparición de fuego en la noche" (9:16), y los versículos siguientes (9:17-22) reiteran la Presencia Divina constante en el Tabernáculo, el lugar sagrado que simboliza nuestra conexión con Él.

Cuando estamos conscientes de esta conexión, todo lo que amenaza los modos y atributos de Amor desaparece. Si el Amor de Dios está con nosotros, ¿qué podría estar en contra? "Y aconteció que, cuando el Arca salía adelante, Moisés decía 'Levántate Oh Eterno y dispersa a Tus enemigos, y aquellos que te odian huyan de Ti'." (10:35) Cuando nuestros pensamientos, emociones, sentimientos, pasiones e instintos son llenados y guiados por Amor, es el Amor de Dios transforma y eleva lo que tocamos con nuestros hechos y acciones. Debemos comprender la alegoría bíblica del Amor de Dios como fuego, y en este contexto Amor como su manifestación material es un fuego transformador. Amor es lo que nos redime de la oscuridad de las ilusiones materialistas que debemos quemar para transformarlas en Amor como medio para retornar al Amor de Dios. Amor es la verdadera realidad, y no aquella basada en las fantasías e ilusiones de ego.

Todos los calificativos de Dios en la Torá y las Escrituras hebreas, de "celoso", "iracundo" y "vengativo" son alegorías para que entendamos que Él no cohabita con nada diferente a Sus caminos y atributos. Su Amor como Fuego Divino se aplica de la misma manera. Ya hemos repetido muchas veces que Dios hizo Su Creación para Su Gloria que es Amor, y que estamos aquí para proclamar Su Gloria. Para cumplir esa misión tenemos que transformar todos los niveles de nuestra conciencia con el fuego de Amor.

"Y aconteció que el pueblo se quejó a oídos del Eterno, y el Eterno los oyó y se enardeció Su furor. Y se encendió en ellos fuego del Eterno y consumió un extremo del campamento. Entonces el pueblo clamó a Moisés y Moisés oró al Eterno, y el fuego se extinguió." (11:1-2) Esta es la aparente destrucción que traemos a nosotros cuando nos separamos de Amor. Es de hecho aparente como lo es la "muerte" mencionada también en las Escrituras hebreas cuando uno es "expulsado" de la Unidad de Dios, pero esa muerte deja de serlo cuando elegimos retornar a Él. "Y la multitud mezclada entre ellos sucumbió ante la lujuria, y los hijos de Israel lloraban diciendo: '¡Si nos dieran carne para comer'!" (11:4)… "Aun estaba la carne entre los dientes de ellos antes que fuese mascada, cuando el furor del Eterno se encendió en el pueblo, e hirió el Eterno al pueblo con una muy plaga muy grande. Y llamó el nombre de aquel lugar Kibrot-hataavá, porque ahí sepultaron la lujuria del pueblo." (11:33-34)

Citamos a nuestros Sabios enumerando la lujuria, junto con la avaricia, el orgullo, la envidia, la impaciencia, la imprudencia y la indolencia, como las cualidades negativas que corrompen nuestros pensamientos, emociones, sentimientos, pasiones e instintos. Alegóricamente están representados por las naciones cananeas que Dios ordenó a Israel conquistar y expulsar de la Tierra Prometida. Las batallas para conquistarlas no son fáciles cuando estamos separados de Dios. Sin embargo Él sabe que estamos hechos de carne y que somos débiles ante las ilusiones del materialismo, ya que experimentamos más físicamente lo material que lo espiritual. El Creador nos deja ejercer el libre albedrío para que aprendamos de las decisiones que tomamos. En este caso la lujuria nos castiga despiadadamente haciéndonos sentir muertos como en una plaga.

La porción termina con la "expulsión" y "muerte" temporal por siete días de Miriam, la hermana mayor de Moisés, como consecuencia de haber hablado negativamente de él. Otra vez la maledicencia es condenada como una de las mayores transgresiones contra el prójimo. Esta es la manera más fácil del ego para proclamar su dominio en la conciencia, haciéndonos sentir "separados" de la Unidad de nuestro Pueblo, de la Unidad de la Creación, y de la Unidad de Dios. Este episodio es tan importante para nuestra educación ética y espiritual, que Dios nos ordena a los judíos recordarlo todos los días de nuestra vida.

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.