Behaaloteja
es
traducida usualmente como "cuando
enciendas las
lámparas", pero la traducción literal del hebreo es "cuando
eleves las
lámparas" (Números 8:2) Rashi explica este encender como un
proceso o acción de ascenso que
tiene lugar cuando elevamos todos los niveles de la conciencia al
conocimiento de Dios en cada aspecto de la vida: "Y ese era el
trabajo de la menorá (candelabro),
obra forjada en oro, desde la base y hasta las flores arriba, era de
trabajo forjado." (8:4) Hemos
dicho que oro
representa lo más fino, además de la más preciada cualidad en el
mundo material. Está escrito (Éxodo 35) que la menorá
fue
forjada en una sola pieza de oro, y encendida representa el mayor
conocimiento de nuestra Unidad con el Creador.
Aunque
Aarón, el Sumo Sacerdote, fue asignado para encender la menorá
nuestros
Sabios dicen que cualquier persona podía
hacerlo afuera del Tabernáculo o del Templo (Talmud, Yoma 24b) Esto
nos enseña que cada aspecto de nuestra conciencia es capaz de
encenderse para elevarse al
Creador
y convertirse en Su lámpara para iluminar el mundo. En este contexto
la función del Sumo Sacerdote como nivel más elevado de la
conciencia está para asistirnos cuando los aspectos inferiores de
ella no puedan convertirse por sí mismos en las vasijas del
Creador.
Es interesante notar que en el mismo capítulo de esta
porción se
enfatiza una vez más la función de los levitas (cuya Tribu incluye
a los sacerdotes) como aquellos en permanente conexión con Dios:
"Así separarás los levitas de entre los hijos de Israel, y los
levitas serán Míos" (Números 8:14)
La
porción semanal continúa con un mensaje esencial de la Torá: "Si
un hombre de vuestra o vuestras generaciones esté inmundo por tocar
un cadáver, o por estar lejos de viaje, aun así guardará la Pascua
para el Eterno" (9:10) Este es el dulce Mandamiento
llamado Pésaj
shení,
segunda Pascua, la cual significa que a pesar de las transgresiones
cometidas al estar separados de
Dios,
y de distanciar nuestras vidas materiales de Sus caminos y atributos,
Él espera nuestro retorno. Reflexionemos en torno a este
Mandamiento. La gente que estaba "inmunda" o "lejos"
fueron aquellos que acudieron a Moisés pidiéndole una segunda
oportunidad para traer las
ofrendas
que no pudieron traer
al
Tabernáculo o Templo en el tiempo determinado para ello en la
primera Pascua, y Dios les dio esa oportunidad. Una vez más, de
nosotros depende retornar al
Amor de
Dios porque
somos nosotros quienes nos separamos de Él. Por lo tanto es nuestro
deber mantener permanentemente la conciencia de Amor como nuestra
verdadera identidad en todo lo que somos y hacemos, porque el
Amor de Dios está
constantemente con nosotros como nuestro Creador y único sustento
que es: "Así fue siempre:
la nube
lo cubría, y la aparición de fuego
en la noche" (9:16), y los versículos siguientes (9:17-22)
reiteran la Presencia Divina
constante en el Tabernáculo, el lugar sagrado que simboliza nuestra
conexión con Él.
Cuando
estamos conscientes de esta conexión, todo lo que amenaza los modos
y atributos de Amor desaparece. Si
el
Amor de Dios
está con nosotros, ¿qué
podría estar en contra? "Y aconteció que, cuando el Arca salía
adelante, Moisés decía 'Levántate Oh Eterno y dispersa a Tus
enemigos, y aquellos que te odian huyan de Ti'." (10:35) Cuando
nuestros pensamientos, emociones, sentimientos, pasiones e instintos
son llenados y guiados por Amor, es el
Amor de Dios transforma
y eleva lo que tocamos con nuestros hechos y acciones. Debemos
comprender la alegoría bíblica del
Amor de
Dios como fuego,
y en este contexto Amor como
su manifestación material es un fuego transformador.
Amor es lo que nos redime de la oscuridad de las ilusiones
materialistas que debemos quemar para transformarlas en Amor como
medio para retornar
al
Amor
de Dios. Amor es
la verdadera realidad, y no aquella
basada
en las fantasías e
ilusiones de ego.
Todos
los calificativos de Dios en la Torá y las Escrituras hebreas, de
"celoso", "iracundo" y "vengativo" son
alegorías para que entendamos que Él no cohabita con nada diferente
a Sus caminos y atributos. Su
Amor
como Fuego Divino se aplica de la misma manera. Ya hemos repetido
muchas veces que Dios hizo Su Creación para Su Gloria que es Amor, y
que estamos aquí para proclamar Su
Gloria. Para cumplir esa misión tenemos que transformar todos los
niveles de nuestra conciencia con el fuego de Amor.
"Y
aconteció que el pueblo se quejó a oídos del Eterno, y el Eterno
los oyó y se enardeció Su furor. Y se encendió en ellos fuego del
Eterno y consumió un extremo del campamento. Entonces el pueblo
clamó a Moisés y Moisés oró al Eterno, y el fuego se extinguió."
(11:1-2) Esta es la aparente destrucción que traemos a nosotros
cuando nos separamos de Amor. Es de hecho aparente como
lo es la "muerte" mencionada también en las Escrituras
hebreas cuando uno es "expulsado" de la Unidad de Dios,
pero
esa
muerte deja de serlo cuando elegimos retornar a Él. "Y la
multitud mezclada entre ellos sucumbió ante la lujuria, y los hijos
de Israel lloraban diciendo: '¡Si nos dieran carne para comer'!"
(11:4)… "Aun estaba la carne entre los dientes de ellos antes
que fuese mascada, cuando el furor del Eterno se encendió en el
pueblo, e hirió el Eterno al pueblo con una muy plaga muy grande. Y
llamó el nombre de aquel lugar Kibrot-hataavá,
porque ahí sepultaron la lujuria del pueblo." (11:33-34)
Citamos
a nuestros Sabios enumerando la lujuria, junto con la avaricia, el
orgullo, la envidia, la impaciencia, la imprudencia y la indolencia,
como las cualidades negativas que corrompen nuestros pensamientos,
emociones, sentimientos, pasiones e instintos. Alegóricamente están
representados por las naciones cananeas que Dios ordenó a
Israel conquistar
y expulsar de la Tierra Prometida. Las batallas para conquistarlas no
son fáciles cuando estamos separados de Dios. Sin embargo Él sabe
que estamos hechos de carne y que somos débiles ante las ilusiones
del materialismo, ya que experimentamos más físicamente lo material
que lo espiritual. El
Creador nos
deja ejercer el libre albedrío para que aprendamos de las decisiones
que tomamos. En este caso la lujuria nos castiga despiadadamente
haciéndonos sentir muertos como en una plaga.
La
porción termina con la "expulsión" y "muerte"
temporal por siete días de Miriam, la hermana mayor de Moisés, como
consecuencia de haber hablado negativamente de él. Otra vez la
maledicencia es condenada como una de las mayores transgresiones
contra el prójimo. Esta
es
la manera más fácil del ego para proclamar su dominio en la
conciencia, haciéndonos sentir "separados" de la Unidad de
nuestro Pueblo, de la Unidad de la Creación, y de la Unidad de Dios.
Este episodio es tan importante para nuestra educación ética y
espiritual, que Dios nos ordena a los judíos recordarlo todos los
días de nuestra vida.