domingo, 2 de mayo de 2010

Parshat Bejukotai: Elige Amor como tu Identidad


"Si anduviereis en Mis estatutos [bejukotai]..."(Levítico 26:3). Nuestros Sabios dicen en el Talmud (Avodá Zará 5a) que debemos entender que la palabra si no debe tomarse en su sentido condicional sino como una petición de Dios: "Si tan sólo siguiereis Mis Mandamientos...". En el contexto de en Mis estatutos, estos representan aquello que nos hace imagen y semejanza de Dios, aquello que es Su Esencia, y que aquí llamamos el Amor de Dios. Esto es lo que nos une a Él, y es nuestra elección ejercer esa sagrada identidad. Esos estatutos son los caminos y atributos del Creador, de los que podemos estar completamente conscientes cuando elevamos nuestra conciencia a ese principio fundamental. Los efectos de ser y manifestar los modos y atributos de Amor son Sus bendiciones: "Y los árboles del campo darán su fruto" (26:3) 

Rashi entiende este versículo como una promesa Divina para el futuro en tiempos mesiánicos, diciendo que entonces "cada árbol de acuerdo a su especie dará frutos comestibles". La pregunta es, ¿cuándo se cumplirá esa promesa? Todo parece ser condicional en este mundo material excepto la Esencia que lo creó y lo sustenta, y eso lo vemos claramente en la naturaleza: el aire, la lluvia, el sol y la tierra no nos imponen condiciones para beneficiarnos de ellos. Así es como se manifiesta el Amor de Dios, y por ello tenemos que seguir Sus caminos. El resto es condicional en este mundo y somos nosotros quienes imponemos las condiciones, usualmente cuando perseguimos un interés o conveniencia personal en vez del bienestar colectivo, incluidos nosotros. 

En un sentido más profundo, este versículo quiere decir que cuando ejercemos el Amor de Dios como nuestra identidad en cada aspecto de la conciencia, pensamientos, emociones, sentimientos, pasiones e instintos, estos dan sus frutos en todo lo que manifiestan. Ya hemos dicho que Amor es la causa y el efecto, y ese es el mensaje interior del versículo. Por lo tanto la única condición, la frase "si lo haces", implica que depende de nosotros retornar a nuestra Esencia e identidad, y no de Dios. Cuando hacemos la elección permitimos que la promesa Divina se cumpla aquí y ahora. Entonces el Amor de Dios como Redentor se manifestará con todo poder con Sus bendiciones (26:4-13), de las que destacamos: "Y caminaré entre vosotros, y Yo seré vuestro Dios, y vosotros seréis Mi pueblo". (26:11)

La porción prosigue señalando los efectos condicionales de elegir la agenda de ego y rechazar Amor como nuestra verdadera identidad (26: 14-41,43) y aunque estas consecuencias están detalladas como maldiciones aparentemente "impuestas" a nosotros por el Creador por no seguir Sus Mandamientos, estas son las obvias consecuencias de separarnos del Creador. La Torá lo deja suficientemente claro: "(…) y ellos pagarán el castigo por su iniquidad (…)" (26:43), ya que nuestras transgresiones son nuestra elección, y no de Dios. Es interesante indicar que, aunque se encuentra entre las "maldiciones" en el versículo 42, esto no es una de ellas: "Entonces habré de recordar Mi Pacto con Jacob, y también Mi Pacto con Isaac, y también Mi Pacto con Abraham Yo recordaré, y Yo recordaré la Tierra". Y luego continúa: "Y aun por todo ello, cuando ellos estén en la tierra de sus enemigos Yo no los rechazaré, ni los aborreceré para destruirlos completamente, ni romperé Mi Pacto con ellos porque Yo soy el Eterno su Dios". 

Esto otra vez nos muestra claramente que el Amor de Dios nunca ha estado separado y nunca lo estará de nosotros porque Él nos creó y nos sustenta, a pesar de nuestra elección de separarnos de Él. Amor es nuestro vínculo con Dios, es nuestro Pacto, simplemente porque Él es el Eterno nuestro Dios. El resto de la porción, que es el capítulo final del tercer libro de la Torá, termina con detalles que representan nuestro completo y total compromiso con los caminos y atributos de Dios, en cómo nos relacionamos con Él y con nuestro prójimo. Este capítulo menciona de manera simbólica que no podemos cambiar nuestra intención y disposición de hacer lo que es sagrado, correcto y apropiado cuando ofrecemos nuestros sacrificios, las ofrendas mediante las cuales seguimos los caminos y atributos del Creador.

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.