El momento más importante en la historia judía es cuando Dios, Amor, habla al Pueblo de Israel. Lo decimos en presente indicativo como lo mencionamos en el libro "Dios como Amor", ya que este momento trascendental de hecho es eterno. Sólo tenemos que estar plenamente conscientes de él, pero ¿cómo podemos lograr este sublime conocimiento? Siendo Uno con Él, tal como lo "fuimos" en el desierto de Sinaí hace 3323 años. Parece paradójico porque, ¿cómo un suceso ocurrido hace tantos años puede ser eterno? Porque Dios, Amor, es eterno y no hay tiempo, espacio ni ninguna condición o limitación para Él. Nuestra mente no lo puede comprender porque está limitada a tiempo y espacio, y simplemente no podemos asimilar nada fuera de esos límites.
En "Dios como Amor" presentamos a nuestro Creador de acuerdo a los principios fundamentales del judaísmo, y entendiendo el repetido mensaje de la Biblia hebrea (directo e implícito) que Dios concibió Su Creación por Amor, y el hecho de que también es sustentada por Él es la reafirmación de Su Amor. Esta Verdad evidente por sí misma es explicada y sostenida por declaraciones y pasajes de la Biblia hebrea citados en el libro. Además, ¿qué otros motivos o razones podrían existir para negar esta Verdad? Como ya lo sabemos, Dios es Su propia causa y efecto, al igual que Sus atributos revelados por Él a Moisés (Éxodo 34:6-7). Entre más aprendemos estos atributos, más cerca estamos de "conocer" a Dios; y este conocimiento nos conduce a nuestra conciencia de Unidad con Él. Cuando leemos que fuimos creados "a Su imagen y semejanza", estamos impulsados a averiguar lo que eso significa, por el simple hecho de que se trata de nuestra identidad: aquello que ha sido dicho en la Torá y cuyos detalles están explicados a lo largo de las Sagradas Escrituras hebreas, diciéndonos cómo nosotros como humanos podemos concebir a Dios, y la manera de relacionarnos con Él.
Decimos en "Dios como Amor" que esta búsqueda de nuestra verdadera identidad ocurre mediante un proceso de clarificación de lo que llamamos ilusiones de la oscuridad como concepción materialista de la vida. Este proceso exige mucho discernimiento y claridad en la manera como ejercemos nuestro libre albedrío, asimilando la ética inherente al Amor Divino. Esta es la mayor contribución del judaísmo al mundo, y es la misión para la que fuimos elegidos cuando Amor Divino se nos reveló en Sinaí. Esta revelación es la identidad que Él quiere que seamos y manifestemos: Su imagen y semejanza. Sin embargo, esta revelación acontece después de limpiar nuestra conciencia de las ilusiones dictadas por las fantasías materialistas del ego. Con el propósito de lograrlo clamamos a Dios, Amor, el Único que nos libera de la esclavitud del ego: el faraón en sus dominios egipcios. El éxodo de la tierra donde fuimos esclavos ocurrió después que aprendimos y asimilamos en nuestra conciencia que Amor Divino es quien nos redime de la oscuridad de las ilusiones de ego.
El éxodo es la primera fase seguida por nuestro paso por el desierto de Sinaí, donde estuvimos inmersos en el conocimiento de nuestra verdadera identidad. La Torá nos cuenta que este proceso tomó siete semanas (Shavuot) en las que reorientamos nuestro intelecto, mente, emociones, sentimientos, pasiones e instintos con el fin de ser capaces de reconocer Amor como nuestra verdadera Esencia e identidad. Sabios místicos enseñan que esta reorientación es la corrección o rectificación (tikún) de las siete emanaciones (sfirot) con las que Amor Divino creó todo lo que existe, porque corrompimos esas emanaciones cuando elegimos vivir en las tinieblas de las ilusiones materialistas en vez de vivir en los caminos y atributos de Amor. En cuanto iniciamos un proceso de auto-evaluación prudente y de clarificación de nuestra conciencia de las ilusiones de ego, podremos ser capaces de convertirnos en las vasijas vacías para ser llenadas solamente con los atributos de Dios, Amor. Este es el momento eterno cuando Dios, la Torá, el Shabat e Israel son Uno.
La paradoja continúa y seguimos queriendo comprender cómo es que este momento es eterno. Como ya lo hemos dicho, ocurre cuando elevamos la conciencia a Amor Divino al convertirnos en las vasijas de esta sublime identidad, nuestra verdadera identidad, Amor. Como Amor, nos convertimos en la causa y el efecto; y podemos revelarlo donde y cuando esté ocultado en las tinieblas. Así cumplimos la promesa de Redención, siendo y manifestando la Luz de Amor en el mundo, lo cual también es Su Mandamiento para nosotros crear en el mundo un espacio donde Él pueda morar. Seamos y manifestemos los caminos y atributos de Amor permanentemente, y así recuperar la eterna conciencia de nuestra Unidad con Amor Divino.
En "Dios como Amor" presentamos a nuestro Creador de acuerdo a los principios fundamentales del judaísmo, y entendiendo el repetido mensaje de la Biblia hebrea (directo e implícito) que Dios concibió Su Creación por Amor, y el hecho de que también es sustentada por Él es la reafirmación de Su Amor. Esta Verdad evidente por sí misma es explicada y sostenida por declaraciones y pasajes de la Biblia hebrea citados en el libro. Además, ¿qué otros motivos o razones podrían existir para negar esta Verdad? Como ya lo sabemos, Dios es Su propia causa y efecto, al igual que Sus atributos revelados por Él a Moisés (Éxodo 34:6-7). Entre más aprendemos estos atributos, más cerca estamos de "conocer" a Dios; y este conocimiento nos conduce a nuestra conciencia de Unidad con Él. Cuando leemos que fuimos creados "a Su imagen y semejanza", estamos impulsados a averiguar lo que eso significa, por el simple hecho de que se trata de nuestra identidad: aquello que ha sido dicho en la Torá y cuyos detalles están explicados a lo largo de las Sagradas Escrituras hebreas, diciéndonos cómo nosotros como humanos podemos concebir a Dios, y la manera de relacionarnos con Él.
Decimos en "Dios como Amor" que esta búsqueda de nuestra verdadera identidad ocurre mediante un proceso de clarificación de lo que llamamos ilusiones de la oscuridad como concepción materialista de la vida. Este proceso exige mucho discernimiento y claridad en la manera como ejercemos nuestro libre albedrío, asimilando la ética inherente al Amor Divino. Esta es la mayor contribución del judaísmo al mundo, y es la misión para la que fuimos elegidos cuando Amor Divino se nos reveló en Sinaí. Esta revelación es la identidad que Él quiere que seamos y manifestemos: Su imagen y semejanza. Sin embargo, esta revelación acontece después de limpiar nuestra conciencia de las ilusiones dictadas por las fantasías materialistas del ego. Con el propósito de lograrlo clamamos a Dios, Amor, el Único que nos libera de la esclavitud del ego: el faraón en sus dominios egipcios. El éxodo de la tierra donde fuimos esclavos ocurrió después que aprendimos y asimilamos en nuestra conciencia que Amor Divino es quien nos redime de la oscuridad de las ilusiones de ego.
El éxodo es la primera fase seguida por nuestro paso por el desierto de Sinaí, donde estuvimos inmersos en el conocimiento de nuestra verdadera identidad. La Torá nos cuenta que este proceso tomó siete semanas (Shavuot) en las que reorientamos nuestro intelecto, mente, emociones, sentimientos, pasiones e instintos con el fin de ser capaces de reconocer Amor como nuestra verdadera Esencia e identidad. Sabios místicos enseñan que esta reorientación es la corrección o rectificación (tikún) de las siete emanaciones (sfirot) con las que Amor Divino creó todo lo que existe, porque corrompimos esas emanaciones cuando elegimos vivir en las tinieblas de las ilusiones materialistas en vez de vivir en los caminos y atributos de Amor. En cuanto iniciamos un proceso de auto-evaluación prudente y de clarificación de nuestra conciencia de las ilusiones de ego, podremos ser capaces de convertirnos en las vasijas vacías para ser llenadas solamente con los atributos de Dios, Amor. Este es el momento eterno cuando Dios, la Torá, el Shabat e Israel son Uno.
La paradoja continúa y seguimos queriendo comprender cómo es que este momento es eterno. Como ya lo hemos dicho, ocurre cuando elevamos la conciencia a Amor Divino al convertirnos en las vasijas de esta sublime identidad, nuestra verdadera identidad, Amor. Como Amor, nos convertimos en la causa y el efecto; y podemos revelarlo donde y cuando esté ocultado en las tinieblas. Así cumplimos la promesa de Redención, siendo y manifestando la Luz de Amor en el mundo, lo cual también es Su Mandamiento para nosotros crear en el mundo un espacio donde Él pueda morar. Seamos y manifestemos los caminos y atributos de Amor permanentemente, y así recuperar la eterna conciencia de nuestra Unidad con Amor Divino.