sábado, 15 de mayo de 2010

Parshat Nasó: Unidad en la Diversidad


Nasó continúa con la cuenta de cabezas de la Tribu de Leví y sus tareas en el Tabernáculo, y después que este censo concluye "como lo ordenó el Eterno" (Números 4:49) Esta porción se refiere a tres situaciones como la lepra (tzaraat), la infidelidad (sotá) y la dedicación total (nazir) al Servicio Divino. En el primer caso se trata de un recordatorio de que el metzorá (ver nuestro comentario sobre la parshat Metzorá) debe ser expulsado de la comunidad: "Tanto hombre como mujer serán expulsados, y deberán ser enviados fuera del campamento, para que no corrompan vuestros predios en los que Yo habito entre [en] ellos." (5:3) Nuevamente es reiterado que el Creador no cohabita con nada diferente a Sus caminos y atributos, y que nuestro apego a estos debe ser permanente.

Si elegimos vivir en ilusiones como la maledicencia, el orgullo, la ambición, la avaricia, y patrones de conducta negativos, con la lepra que representan, somos nosotros quienes nos expulsamos de la Unidad que representa Dios y Su Pueblo. Enfaticemos una vez más que no somos víctimas de venganza o represalia por las transgresiones que cometemos, sino que son la consecuencia directa de nuestras acciones. El Amor de Dios no nos expulsa por nuestras decisiones negativas, somos nosotros los que nos separamos de Él cuando perseguimos las fantasías e ilusiones de ego. Amor, como la manifestación material del Amor de Dios, siempre mora con nosotros cuando seguimos Sus caminos y atributos.

Aquí decimos que Amor es cuestión de confianza, y esta surge de la lealtad y la fidelidad. También decimos que Dios e Israel están unidos en matrimonio, y este como tal se sostiene en confianza, lealtad y fidelidad. "Cuando un hombre o mujer cometa cualquier transgresión contra su prójimo actuando traicioneramente con Dios (…)" (5:6), dice claramente que una transgresión contra nuestro prójimo, hombre o mujer, es una transgresión directa contra Dios. También reitera que es el Sumo Sacerdote quien realiza la expiación, ya que está a cargo de elevar nuestras cualidades y acciones para convertirlos en vasijas de la voluntad del Creador. Esto, una vez confesemos (reconozcamos) y restituyamos o compensemos a las víctimas del daño causado por nuestra conducta negativa. Hemos indicado que respecto a transgresiones nuestros Sabios dicen que "una persona no peca a menos que un espíritu de locura entre en ella" (Talmud, Sotá 3a), y esto nos enseña que tenemos que estar constantemente vigilantes contra aquello que nos seduce a la ilusión y las tendencias negativas de la conciencia.

Nasó prosigue con las leyes del nazir, persona que se dedica enteramente al Servicio Divino, ya sea temporal o permanentemente (6:2-21) y luego declara uno de los pasajes más importantes de la Torá: "Háblale a Aarón y sus hijos, diciendo: 'Esta es la manera en la que bendeciréis a los hijos de Israel, diciéndoles: Que el Eterno te bendiga y te cuide. Ilumine el Eterno Su rostro sobre ti y te muestre Gracia. Eleve el Eterno Su rostro sobre ti y Te conceda paz'. Y pondrán ellos Mi Nombre sobre los hijos de Israel, y Yo los bendeciré". (6:23-27) Otra vez, es el Sumo Sacerdote, nuestra conciencia de conexión permanente con Dios, el investido con el sublime Mandamiento de bendecir a Israel. Él es la vasija que integra todas nuestras cualidades individuales y colectivas, nuestros potenciales para cumplir la misión de crear un lugar para que el Creador more en el mundo.

Pongamos estas bendiciones en el contexto del Amor de Dios: "Que Amor Divino te bendiga (haciéndote ser y manifestar bondad) y te cuide (que esta bondad te proteja). Ilumine Amor Divino Su rostro sobre ti (manifestándose en ti e irradiando en ti) y te muestre Gracia (que lo que hagas, como Su manifestación, sea un acto de Gracia para ti mismo). Eleve Amor Divino Su rostro sobre ti (elevándote a Él tal como Él eleva Su manifestación en ti) y te conceda paz (haciéndote Uno con Él)". Estas bendiciones también son recibidas por quienes ponen el Nombre del Eterno sobre los hijos de Israel: "(…) y Yo los bendeciré", refiriéndose a los Sacerdotes, lo cual significa que nuestra conciencia de conexión permanente con el Amor de Dios es también bendecida cuando es bendecido cada aspecto de nuestra conciencia y su cualidad para servirlo a Él.

Es interesante notar que este pasaje termina con el siguiente versículo: "Y aconteció que el día en que Moisés concluyó la dedicación del Tabernáculo, él lo ungió, lo santificó, al igual que todas sus vasijas; y el Altar y todas sus vasijas” (7:1) Como vemos, las bendiciones sacerdotales son la culminación de la dedicación del más alto nivel de conciencia, el Tabernáculo, como nuestra conexión y unidad permanente con el Creador. La porción prosigue con las ofrendas presentadas por los líderes de Israel a nombre de sus respectivas Tribus. Las ofrendas detalladas (todas exactamente iguales) de cada una están mencionadas doce veces. ¿Por qué se mencionan doce veces si todas son las mismas? Nuestros Sabios explican que, aunque eran idénticas, cada una fue presentada con la manera particular de cada Tribu. Esto enfatiza el hecho de que cada Tribu es diferente, tal como son diversas cada una de nuestras cualidades individuales. No importa qué tan distintos seamos, todos poseemos nuestros propios talentos y habilidades, que combinados en unidad nos convierten en las vasijas perfectas para ser llenadas con los atributos de Amor, con el único propósito de revelar la Presencia de Dios e iluminar con ella el mundo.

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.