Nuestros Profetas y Sabios se refieren a la
Redención Final tanto de manera alegórica como concreta, y no hay nada obscuro o
confuso sobre sus significados. Maimónides dice que la Era Mesiánica, como
Redención Final, comienza cuando individual y colectivamente nos amemos verdaderamente
unos a otros, simplemente por el hecho de hacerlo. Este ilustre exégeta señala
que, de la misma manera que el Segundo Templo de Jerusalén fue destruido debido
al odio gratuito y sin fundamento, el Tercer y permanente Templo de Jerusalén
se levantará cuando nos amemos unos a otros sin límites ni restricciones. Volvemos
a reiterar el axioma de que Amor es la llave de la Redención, simplemente
porque no cohabita con nada diferente a sus caminos y atributos. No parece
sencillo amarnos unos a otros, ya que de lo contrario hubiéramos ganado nuestra
Redención hace muchísimo tiempo, y por ello tenemos que reflexionar a fondo por qué
no lo hacemos de la misma manera como el Creador ama a Su Creación.
El profeta Isaías habla de la Redención Final
mediante alegorías impresionantes como la del león que come hierba al lado del
cordero, en lo que nuestros Sabios llaman la desaparición total de la
"inclinación negativa". Dicho de otra manera, nuestro libre albedrío va a poder elegir bondad de manera natural todo el tiempo. El
reto que al parecer enfrentamos es cómo llegar a ese nivel de elevación de la
conciencia. ¿Cómo podemos ser capaces de pasar por alto o dejar de lado lo malo
con el único propósito de elegir lo bueno todo el tiempo? ¿Cómo podemos domar
el león que representa ego fuera de control en una dócil y obediente fuerza
motriz siempre dispuesta a procurar
bondad por el sólo hecho de ser bondad? La respuesta a ambas preguntas es que
lo podemos lograr gradualmente en un proceso de refinamiento de todos los
aspectos y dimensiones de la conciencia. Tenemos leones y lobos al igual que
ovejas y corderos como alegorías de cualidades negativas y positivas que
debemos armonizar mediante los caminos y atributos de Amor.
Hemos mencionado antes que nuestros Sabios dicen que
aquellos que desean ser redimidos deben prepararse para su Redención, de la
misma manera que hacemos lo que debemos para obtener lo que necesitamos o
queremos. No hay otra manera de hacerlo. Nos preparamos para lo que deseamos
con toda el alma, corazón y fuerza, y la Torá nos encomienda hacerlo
refiriéndonos al Creador. No se trata de un deseo o amor ciego de querer estar
cerca de Él y Su Amor, sino un deseo genuino de conocer Sus caminos y atributos
como los medios de amarlo a Él. Nuestro Amor por Él no proviene de
pensamientos, emociones o sentimientos sino de nuestro discernimiento y
conocimiento de Él.
El Profeta Isaías indica que el único interés en
"el final de los tiempos" será el conocimiento del Creador, que cubrirá
la Tierra al igual que el agua ocupa los océanos. Esto no es un conocimiento
abstracto de Creador sino una conciencia concreta de Sus caminos y atributos
para emularlos, y lo logramos cuando actuamos de acuerdo a los caminos y
atributos de Amor. Es así como entendemos el "amarnos unos a otros"
como la fundación de nuestra conexión y relación con Dios, representadas por el
Templo de Jerusalén. También ese es el contexto de nuestros rezos diarios cuando
le pedimos al Creador que reconstruya Jerusalén, porque como capital
indivisible de Israel también representa nuestra conciencia unida en Su más
elevado conocimiento.
Hemos dicho que la destrucción del Primero y Segundo Templos fue el
resultado de hacer lo opuesto a los atributos de Amor, y construiremos el
Tercer Templo honrando los atributos de Amor como caminos del Amor de Dios. Ya
dijimos que ello implica un proceso gradual mediante el cual individualmente
dejamos de lado lo negativo y nos enfocamos en lo positivo, como lo más natural
para percibir y afrontar la vida y el mundo material. La mayoría de lo que
llamamos o vemos como malo o negativo es el resultado de la actitud equivocada. Todo
lo que no nos gusta en el mundo es efecto ya sea de lo que nosotros u otros han
hecho con la actitud menos conveniente. Guerras, hambrunas, esclavitud, explotación y
sus sinónimos son producto del egocentrismo, y sus contrarios son el efecto de
la cooperación y el entendimiento mutuos derivados del conocimiento común de que
son sinónimos de Amor sin agendas ni manipulaciones.
La buena noticia acerca de la Redención Final es que, una vez
reencaminemos individualmente todos los aspectos de la conciencia en los
caminos y atributos de Amor, el Amor de Dios hace el resto como Él lo prometió
en la Torá y a través de nuestros Profetas. Una vez elegimos retornar a Él, nos
liberará de los espejismos y fantasías de los deseos materialistas de ego. Algunos
Sabios dicen que la Redención Final vendrá como un cambio repentino y absoluto
en la conciencia humana, cuando no podremos ser capaces ni de notar la diferencia
entre antes y después de que el cambio ocurra. Como si el mal y la negatividad
jamás hubieran existido, y debemos prepararnos ahora para permitir que el cambio
inminente ocurra pronto. No tenemos que esperar la Redención Final como un
decreto Divino sino como un acuerdo mutuo entre nuestro Amor y el Amor de Dios,
y depende de nosotros comenzar a realizar ese acuerdo porque somos nosotros los
que añoramos la Redención.
Comencemos no únicamente a "visualizar" Amor, paz y armonía
entre unos y otros, sino que hay que hacerlos reales a través de acciones
positivas. De la misma manera en que algunos dicen "que haya paz y que
empiece conmigo", debemos decir lo mismo sobre los caminos y atributos de
Amor no sólo como lo correcto y apropiado para hacer sino porque Amor es
nuestra verdadera Esencia e identidad. Amor es nuestra mayor herencia y legado
porque es la porción que nos hace felices y plenos. Nuestros Sabios dicen que
"rico es quien está contento con su porción". Hemos repetido muchas
veces que "porción" puede significar quiénes somos, lo que tenemos, o
las circunstancias en que vivimos, pero aquí creemos que nuestra verdadera
porción es el conocimiento de cuán cerca o cuán lejos estamos del Creador. En
este sentido nuestra porción es Amor como lo que somos, lo que tenemos y las
circunstancias en las que estamos, cuando Amor es el conductor y guía de todos
los aspectos de la conciencia. Esta es la mayor felicidad y plenitud que jamás
podremos tener. La Redención Final está a la mano cuando Amor esté
completamente entronizado en todos los aspectos de nuestra vida.