domingo, 15 de enero de 2012

Vaeirá: Amor como Liberación del Dominio de Ego

Nuestros Sabios explican las tribulaciones de los hijos de Israel bajo la pesada esclavitud en Egipto como aprendizaje y proceso de purificación, como precedentes para afrontar la Presencia Divina. Hemos dicho muchas veces que la maldad y la negatividad son sólo referencias para que nuestro libre albedrío tome las decisiones positivas que nos traen bienestar, prosperidad, y verdadera felicidad y plenitud. La única manera de hacer elecciones positivas es teniendo un conocimiento absoluto de lo opuesto a estas. Por absoluto nos referimos a un minucioso y completo conocimiento de lo que debemos evitar con el fin de realizar nuestro destino como individuos y como humanidad. Este enfoque es contrario a un conocimiento relativo o parcial de lo malo y negativo, el cual termina justificándolos como una parte “natural” de nuestra conciencia. El cautiverio en Egipto es el abrumador e insoportable sometimiento a una concepción materialista de la vida, bajo la cual ego (el faraón egipcio) es el dios que domina todos los niveles de conciencia. Cuando nuestro apego a las fantasías e ilusiones de ego se vuelven insoportables por carecer de verdadero significado o plenitud es cuando finalmente reconocemos, valoramos y apreciamos los caminos y atributos de Amor.

El duro sufrimiento de vivir una vida vana y sin significado es la oscuridad desde la que buscamos la Luz. La voluntad del Creador es que seamos completamente felices y plenos como fue concebido originalmente en el Jardín del Edén, y estamos destinados a volver a este tomando decisiones positivas, pero ello depende exclusivamente de nosotros. Es así que entendemos el proceso de aprendizaje mencionado arriba, cuando el Creador responde a la queja de Moisés por las tribulaciones de Israel en Egipto: “(…) y Él le dijo, 'Yo soy el Eterno'.” (Éxodo 6:2) porque es Él quien determina la manera en la que nos presentamos ante Él. Tenemos que reiterar que el creador nos da libre albedrío para elegir o no Sus caminos. Nosotros como Su Pueblo estamos destinados a elegir lo que Él nos encomienda, y en total conocimiento de nuestro Pacto con Él elegimos Sus caminos y atributos. Estos fueron los que nuestros Patriarcas vieron en su relación con Él: “Yo aparecí a [lit. fui visto sobre] Abraham, a [sobre] Isaac, y a [sobre] Jacob (…)” (6:3)

En el proceso de aprender del cautiverio bajo las ilusiones materialistas de ego al final nos damos cuenta que los caminos y atributos de Amor son nuestra verdadera libertad, porque proceden del Amor de Dios: “Y Yo os tomaré para Mí como un pueblo, y Yo seré un Dios para vosotros, y sabréis que Yo soy el Eterno vuestro Dios que os saqué de debajo las cargas de los egipcios” (6:7) Como mencionamos en nuestros comentarios sobre el libro del Éxodo (ver entre 2010 y 2011 en este blog), Moisés representa nuestro más elevado conocimiento del Creador y Aarón el mayor conocimiento de nuestra conexión con Él. Estas dos cualidades son las premisas para relacionarnos con Él: “Que es Aarón y Moisés a quienes el Eterno dijo, 'Saca a los hijos de Israel de la tierra de Egipto con sus legiones'.” (6:26) porque ambas son las cualidades que nos fortalecen para romper con las fantasías e ilusiones materialistas mediante la conciencia total de los atributos de Amor como las verdaderas referencias para abordar la vida y el mundo material: “Ellos son los que hablaron al faraón, el rey de Egipto, para dejar salir a los hijos de Israel de Egipto; ellos son Moisés y Aarón” (6:27) Amor está nombrado y destinado a dirigir y guiar todas las fuerzas que mueven la vida, ego incluido.

El Amor de Dios nos da vida para fortalecerla con Amor como nuestra Esencia e identidad, y nuestro mayor conocimiento del Creador nos autoriza a entronizar Amor como el destinado regente de todos los niveles de conciencia: “El Eterno dijo a Moisés, '¡Mira! Te He hecho un amo [lit. un dios] sobre el faraón, y Aarón tu hermano será tu portavoz'.” (7:1)

Si en tiempos actuales se nos hace dificilísimo someter el ego a nuestro albedrío, no podemos imaginarnos cuán duro era entonces bajo la esclavitud en una sociedad considerada la más depravada de la antigüedad. En este sentido entendemos la necesidad de “golpear” al faraón, a los egipcios y a su tierra, no con una o dos, sino con diez plagas. Sabios místicos explican que cada plaga representa un paso hacia la “sensibilización” de la conciencia humana mediante el reconocimiento de que todo proviene del Creador y está bajo Su control.

Ellos relacionan sangre con sentimientos cálidos y afectuosos, como portadora y sustentadora de vida, contraria al agua que es inorgánica y fría como nuestra actitud materialista y egoísta de la vida. El río Nilo era y sigue siendo la fuente de vida para Egipto, y los egipcios recibían su beneficio como algo “natural” y no proveniente del Creador. Al convertir sus aguas en sangre se vieron obligados a cavar pozos para beber de ellos. Los sapos también tienen sangre fría, y saliendo del agua para saltar dentro de hornos fue otra lección para aprender que, sin importar lo fríos que lleguemos a ser, debemos atemperarnos en el calor de nuestras casas y ese calor representa el corazón como Amor. Los piojos como succionadores de sangre también representan el consumo despiadado de la fuerza vital por parte del ego para satisfacer deseos materialistas, también a expensas de otros y de su sufrimiento. Los animales salvajes representan pensamientos crueles, emociones dañinas, pasiones destructivas e instintos fuera de control, los cuales caracterizan los aspectos negativos de la conciencia instigados por la agenda de ego. La pestilencia es el resultado de la destrucción que deja el engaño de las fantasías e ilusiones de ego, al igual que las erupciones cutáneas como efecto del ardor de los deseos de ego fuera de control. El granizo mezclado con fuego descendiendo del cielo nos enseña que cualidades opuestas como agua y fuego pueden coexistir juntas bajo la voluntad del Creador, al igual que el fuego que arde pero que no se consume y que simboliza Su Amor.

Las plagas son lecciones y pasos para someter el ego a la conciencia superior de Amor, y son recordatorios de que el Amor de Dios es nuestro Creador. Al ser y manifestar Amor como el regidor y conductor de nuestra conciencia dejamos atrás nuestro exilio y cautiverio bajo una vida sin propósito, y abordamos el destino significante y trascendental que el Creador nos depara. Nuestro Éxodo individual y colectivo comienza cuando hacemos la elección de abrazar Amor como nuestra verdadera Esencia e identidad, y al Amor de Dios como nuestro único Creador y sustento.

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.