domingo, 29 de enero de 2012

Beshalaj: Amor como Sentido de la Vida


Uno de los principios fundamentales que enseña la Torá, y el libro del Éxodo en particular, es el hecho de que todo emana del Creador y es sustentado por Él. Comprendemos esto de manera más profunda cuando nos damos cuenta que somos Su invención y no al revés. Esto implica que para verdaderamente saber quiénes somos, primero tenemos que conocerlo a Él. La Biblia hebrea y nuestros Sabios definen la manera de hacerlo mediante lo que se llama judaísmo, que es la contribución más importante para la humanidad desde sus inicios. La vida humana sin una dirección positiva para obtener resultados positivos no tiene mucho sentido. No tendría caso sin un verdadero significado, aunque la mayoría de nosotros en este mundo vivimos haya o no significado. La vida se presenta como un fenómeno surgido por accidente, y nacer en un lugar o cultura en particular determina la mayor parte de nuestro destino, haciendo de la “suerte” un factor determinante. Una concepción existencialista de ese estilo deja de serlo cuando encontramos y experimentamos un verdadero sentido de la vida, y ese es Amor.

Comenzamos a entender y a conocer la vida y su significado cuando reconocemos Amor, y no ego, como la verdadera fuerza motriz en la vida. Este es el punto de partida para conocer al Creador porque todo, incluyendo Amor, proviene de Él. Nuestra conciencia de Amor es el punto de partida para conocer Su Amor. El exilio en las tinieblas de Egipto fue una experiencia negativa debido a la que nuestros antepasados clamaron por un propósito significativo en la vida. Se trata de un fundamento de valor para existir en el mundo material. Entonces el verdadero sentido del exilio y la oscuridad es conducirnos a nuestro Amor y al Amor de Dios: “Y el Eterno fue ante ellos durante el día en un pilar de nube para que los condujera en el camino, y durante la noche en un pilar de fuego para darles luz [para que así pudieran] viajar día y noche” (Éxodo 13:21) para enseñarnos que existimos por la gracia del Amor de Dios.

Enseñar y guiar el ego en los caminos y atributos de Amor no es tarea fácil. Hemos aprendido que la interacción entre Moisés (nuestro más elevado conocimiento del Creador) y el faraón (ego) no fue precisamente “una perita en dulce” como nos lo cuenta la Torá. Ego exige un mínimo de control sobre la mayoría de los aspectos de la conciencia, y la falta de ello genera conflicto. Hay una confrontación entre aquello positivo para pensar, desear, sentir y experimentar, y las fantasías e ilusiones de ego que no necesariamente procuran fines positivos y constructivos. Ego vocifera sus temores cuando no está en control, y solamente cuando se calla Amor, como manifestación del Amor de Dios, puede dirigir: “El Eterno luchará para vosotros, pero permaneceréis callados” (14:14) Nuestro conocimiento de Su Amor debe conducir cada aspecto de la conciencia (los hijos de Israel): “El Eterno dijo a Moisés: ‘¿Por qué clamas a Mí? Habla a los hijos de Israel y déjalos que viajen’.” (14:15)

El Amor de Dios nos dirige cuando nuestra propia conciencia de Amor también nos guía. Una vez vivamos plenamente el conocimiento del Creador mediante Su Amor, nos daremos cuenta que este siempre ha estado desde Su Creación: “El Eterno reinará por toda la eternidad” (15:18) porque Él ha sido, Él es, y Él siempre será. Asimilamos ese conocimiento cuando seguimos Sus caminos y emulamos Sus atributos: “Y Él dijo: ‘Si oyes la voz del Eterno tu Dios, y haces lo que es propio ante Sus ojos, y oyes atentamente Sus Mandamientos y guardas Sus estatutos, todas las dolencias que Yo traje sobre Egipto Yo no traeré sobre ti; porque Yo el Eterno te curaré’.” (15:26) ya que cuando nuestro conocimiento de Amor dirige nuestra conciencia, no hay tinieblas ni negatividad porque también el Amor de Dios está con nosotros.

Seamos conscientes de que ego debe ser una fuerza motriz complementaria con Amor, y no opuestos entre sí. Uno de los efectos más devastadores del sentimiento o sentido de carencia derivados de ego son la duda y la incertidumbre. En particular si no creemos o sentimos que Amor es la verdadera esencia e identidad que nos sostiene desde que nacemos hasta que morimos: “Él llamó al lugar Masá [prueba] y Meribá [disputa] debido la disputa de los hijos de Israel y porque pusieron a prueba al Eterno, diciendo ‘¿Está el Eterno o no entre nosotros’?” (17:7)

Cuando Amor no está entre nosotros, ¿qué --si no Amor-- está en control? De estos versículos nuestros Sabios relacionan a Amalek con la duda y la incertidumbre. Debemos eliminárlas en nuestra conexión y relación con el Amor de Dios, y también en nuestra experiencia individual y colectiva con Amor en el mundo material: “El Eterno dijo a Moisés: ‘Inscribe esto [como] un recordatorio en el Libro, y recítalo en los oídos de Josué, de que Yo ciertamente aboliré el recuerdo de Amalek de debajo de los Cielos’.” (17:14) Como mencionamos al principio, somos criaturas de Dios y dependemos exclusivamente de Su Amor. En este contexto de hecho vivimos como resultado de un milagro de Él: “Entonces Moisés construyó un altar, y lo llamó ‘El Eterno es mi milagro’. Y él dijo, ‘porque hay una mano en el Trono del Eterno [de que habrá] una guerra para el Eterno contra Amalek en todas las generaciones’.” (17:15-16)

Estamos siempre en las manos del Creador, y de la misma manera que Su Amor nos sustenta, Su Amor también pelea nuestras guerras contra las fantasías e ilusiones de ego. Debemos procurar y lograr nuestro mayor conocimiento del Creador para abolir dudas e incertidumbres que solamente ego nos hace sentir con su falso sentimiento de carencia. Cuando tenemos pleno conocimiento de Amor en todos los niveles y dimensiones de la conciencia, nunca carecemos de nada.

Entre más vivimos en los caminos y atributos de Amor, más cerca estamos del Amor de Dios. Nuestros enemigos internos son los rasgos y cualidades negativas que niegan Amor como nuestra verdadera Esencia, identidad y propósito en la vida. Estos desaparecen cuando estamos completamente conscientes del Amor de Dios como causa y efecto de Su Creación.

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.